“El arte sólo ofrece alternativas a quien no está prisionero de los medios de comunicación de masas.” Umberto Eco (1932, Italia)
Que experiencia desagradable he vivido en las últimas semanas al entrar al Túnel de Minillas. Al frente del Centro de Bellas Artes (CBA), una inmensa y repelente pantalla me recibe, mejor conocido como un billboard; sobre una prótesis roja, enclavada en el privilegiado espacio donde se erguía la escultura “Reflejos Melódicos” de Luis Torruella. Este nuevo adefesio amenazante como un demonio colora’o, me recuerda el cuento “Santa Clo va a la Cuchilla” de Abelardo Díaz Alfaro; detrás descansa en paz la escultura, solicitando un soplo de vida, ausente de una lápida con los comentarios y la firma de su autor, y el acrónimo RIP.
Esta escultura y su espacio han sido un ejemplo de Arte Público, democratizando el arte, al permitir que todos los ciudadanos que transitan el área pudieran disfrutarla. Ha sido un eslabón, un hilo conector entre el entorno del CBA y su propuesta cultural. Si no fue concebida dentro de la planificación integral del proyecto del CBA, así percibía su lectura; una de esa pocas planificaciones con sentido y coherencia realizadas en Puerto Rico en los últimos 40 años. Pero como no estamos acostumbrados a la razón y menos a la planificación, se derrumba para levantar otro altar al consumismo y sus leales.
Nuestro país es prolífero en el saqueo al patrimonio cultural, es un hábito en nuestra sociedad, borrando parte del legado histórico y de la memoria colectiva. Un breve resumen desde el gobierno español hasta hace unas semanas, es muestra suficiente de esa mancha histórica; se destruyó gran parte de la muralla de San Juan, la destrucción de viejos puentes españoles, la desaparición de las vías y estaciones del antiguo tren alrededor de la isla, la destrucción y saqueo de hallazgos arqueológicos, demolición de las grandes chimeneas de las haciendas y centrales azucareras tan reciente como hicieron con la central Victoria en el Municipio de Carolina en el 2011. Un Municipio con grandes proyectos culturales, pero incapaz de proteger este patrimonio histórico de los depravadores de estos recursos. Y como sucede en otras áreas, los testigos son sordos, ciegos y mudos, cuando tienen que señalar a alguno de los suyos. Nadie de la institucionalidad del país toma acción correctiva, asume o descarga responsabilidad alguna.
El CBA, distanciándose de la comunidad, la estética, la sensibilidad y el crecimiento cultural, unilateralmente toma esta acción, ¿no pudieron ser más creativos he identificar espacios alternos, como los hay? para colocar el billboard. ¿Que valor cultural añade al entorno del CBA y de Santurce? Hay que aplaudirles ese sacro compromiso de incrementar el deterioro urbano y estético con el que se ha trabajado por tantos años en Santurce, al alejarse de los proyectos de revitalizarlo. El CBA deja un espacio que lo van ocupando proyectos independientes como lo fue los Muros Hablan y el proyecto Santurce es Ley. Estos proyectos, que con un reducido presupuesto, abundancia de compromiso, innovación y superando los riesgos, van transformando los espacios en Santurce y los democratizan.
Que dicotomía en un micro espacio, un Centro de Bellas Artes con una dirección confundida de espíritu o con espíritu tóxico, infecta el espacio; mientras otro grupo de artistas y museos asumen el rol participativo, social, cultural, de sanar el espacio público y el ambiente del emblemático Santurce.
El autor es artista, consultor y crítico de arte, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA-PR).