Visitar al dentista no es una experiencia que todos disfrutamos. Las herramientas para indagar, raspar, pulir y taladrar los dientes parecen más instrumentos de tortura que instrumentos para preservar la salud oral. Aquellos que vivieron antes de que los dentistas existieran no contaban con una limpieza oral como la que tenemos ahora, por lo que la placa dental se acumulaba y mineralizaba, creando durísimos cálculos dentales.
Recientemente se descubrió que el cálculo dental puede estudiarse a nivel microscópico para recuperar e identificar diminutos restos de comida como son los almidones. Los almidones son moléculas compuestas de azúcares complejos e indican qué dieta consumían nuestros ancestros al ser moléculas únicas para cada especie de planta. Es decir, que un almidón de maíz tiene una forma distinta a un almidón de papa.
Si se analizan cálculos dentales de personas de diferente sexo, edad, clase social y períodos de tiempo, los almidones pueden señalar cómo la dieta cambió a lo largo de miles de años, si la dieta de los varones era diferente a la dieta de las mujeres, si la dieta de los ricos era diferente a la dieta de los pobres, o si la dieta de los niños era igual a la dieta de las personas mayores. Estos y otros interesantes aspectos de la alimentación vegetal indígena de las Antillas precolombinas serán publicados próximamente en la revista "Journal of Archaeological Science."
La investigadora Hayley Mickleburgh y el paleoetnobotánico boricua Jaime Pagán Jiménez, ambos de la Universidad de Leiden en Holanda, decidieron usar la técnica del análisis del cálculo dental para recuperar almidones dejados por las plantas consumidas y describir así la dieta de los indígenas que vivieron en las islas del Caribe desde hace 2,300 años hasta poco tiempo después de la llegada de los europeos a las islas.
Esta novedosa técnica tiene dos ventajas. Una es que, como las plantas se pudren y descomponen, a veces es muy difícil que se preserve evidencia de su uso alimentario, pero el cálculo dental sí preserva los almidones de forma mineralizada. En segundo lugar, se puede comparar los resultados dentales con otros métodos arqueológicos, como son el análisis del contenido químico y microbotánico de vasijas y otros objetos de cocina.
Los investigadores analizaron los dientes de 30 individuos encontrados en 14 sitios arqueológicos en diferentes islas del Caribe. Las islas que se incluyeron en el estudio fueron Aruba, Cuba, Guadalupe, Puerto Rico, República Dominicana, Saba, San Tomás, San Vicente, Santa Lucía, y Trinidad. La muestra dental, seleccionada en Holanda por Mickleburgh y analizada en Puerto Rico por Pagán Jiménez, incluyó a 11 hombres, 10 mujeres, 4 niños y otros 5 adultos cuyo sexo no se pudo identificar.
Los científicos descubrieron una sorprendente variedad de plantas a través de sus almidones, incluyendo marunguey, batata, yautía, papa de agua y múltiples legumbres. Se encontraron tanto plantas silvestres como plantas cultivadas y domésticas. Algo que los científicos no esperaban era encontrar rastros de yuca en sólo uno de los dientes, ya que se creía que la yuca era un alimento muy común en el Caribe precolombino.
Otro resultado inesperado fue encontrar abundantes rastros de maíz en muestras de todas las épocas estudiadas, estratos sociales y sexos, lo que contradice el consenso previo de los científicos que ubicaban al maíz sólo en escenarios precolombinos más recientes y vinculados exclusivamente con personas de estratificación social alta. La evidencia ahora sugiere que es posible que el maíz se comiera en ocasiones especiales como son las festividades comunales, aunque no se descarta su uso más cotidiano en la dieta indígena.
La técnica del análisis microscópico de los almidones atrapados en el cálculo dental es tan precisa que hasta puede verse la diferencia entre un alimento que fue consumido crudo y uno que fue cocinado. Muchos de los almidones recuperados en las muestras estudiadas tenían rastros de haber sido sometidos a la presión y al calor. En el caso de los almidones de maíz y yuca, resultó obvio que las semillas o los tubérculos fueron triturados y cocinados para hacer pan de maíz y casabe.
El hecho de que se encontraron rastros de marunguey en dientes de indígenas que vivían en islas donde no existe esta planta en la actualidad presenta un misterioso reto para los científicos. ¿Será que antes sí había plantas de marunguey en esas islas y luego se extinguieron? ¿O a lo mejor existía algún tipo de trueque entre islas, una especie de comercio intercaribeño de plantas o alimentos ya preparados?
El trabajo científico de Hayley Mickleburgh y Jaime Pagán Jiménez no termina aquí. Una vez que compararon las muestras dentales en 14 lugares distintos, el próximo paso es escoger sitios específicos para analizar más cálculo de dientes y aprender sobre las variaciones alimenticias de acuerdo a la edad, el sexo y el estrato social. Según se analicen más muestras, los científicos esperan descubrir detalles sobre la evolución de los hábitos alimenticios de los indígenas a lo largo de miles de años de historia precolombina.
Fuente Ciencia PR