Como parte de la condición que nos hace humanos, el auto reconocimiento es clave. Quizás para poder diferenciarnos del resto del mundo animal. No sabemos si un chimpancé se reconoce como tal y si en algún futuro cercano esto sucediera, estén seguros que probablemente toda la comunidad científica y académica no saldría de su asombro.
Mi gato se pasea frente al espejo y algunas veces se ataca, pensando que es otro felino que le llama a jugar. Quién sabe, si mi gato supiera su condición gatuna, dejaría de ser mi mascota e iría a buscar su centro a algún país místico como la India o Indonesia, a encontrarse dentro del gato oriental, el ¨otro¨ meow.
Por lo que, vale preguntarse ¿es necesario asumir una identidad? o varias. Precisamente, este fue el tema central del segundo Festival de la Palabra de Puerto Rico: la identidad.
Como parte de las actividades de esta “fiesta literaria”, cuatro escritoras se reunieron en debate para discutir sobre lo que significa identificarnos, cómo asumimos las identidades y si estas funcionan como una herencia a la que debemos abrazar o como una prisión que nos reprime y encarcela dentro de lo previamente establecido. Las autoras Andra Jeftanovic de Chile, peruana-okiwanense, Doris Morimosato, Carmen Posadas, quien se autodenomina uruguaya-española y la escritora puertorriqueñ, Tina Casanova; fueron las responsables de este debate, moderado por Melanie Pérez Ortiz, catedrática asociada del Departamento de Estudios Hispánicos del Recinto de Río piedras de la Universidad de Puerto Rico.
El debate, dio inicio con un aparte que nos llevó a comprender cómo definimos la identidad. Con lo que las panelistas establecieron que este término podría ser el diálogo que se crea entre el sujeto y las comunidades con las que conversa. El fenómeno económico de la globalización ha establecido un contexto donde alrededor del mundo, es posible vivir de la misma forma, sin importar tu localidad. Al mismo tiempo, es posible consumir los mismos bienes, vestir los mismos atuendos, hablar los mismos lenguajes y compartir las mismas culturas, mientras se tenga el poder adquisitivo para poder tener acceso a estos. Sin embargo, mientras permea esta tendencia hacia la homogeneidad, se ha suscitado un efecto colateral en el cual mientras más nos globalizamos, más tratamos de regresar a la tribu. En efecto, entre más global se convierte nuestro entorno, más añoramos la nostálgico de lo local.
¨Todos queremos ser iguales, pero nos gusta ser diferentes¨, comentaron las panelistas. Y, en efecto, existen diferentes tipos de identidades que asumen los seres humanos. Mientras que, somos ciudadanos del mundo, enfatizamos en establecer un lazo nacional. La cultura global hegemónica nos condiciona a sus moldes, pero mientras más nos encasilla, más se exaltan las culturas tribales y de la localidad. La norma se mantiene en lo heterosexual y monógamo, pero cada vez más rompemos con los tabús del sexo, el género, el hedonismo y el amor.
En esto coincidió, Jeftanovic quien enfatizó la manera cómo los binarismos de la era moderna han sido agotados y ahora la humanidad vive un proceso constantemente de heterogeneidades. Propone a su vez, que el establecer la identidad personal se centra en crear una amalgama de todas las peculiaridades que nos identifican como únicos.
Ahora bien, mi gato no puede crear amalgamas que identifiquen su felicidad. Por lo que, mi gato no tiene identidad más allá de la que yo le otorgo. Pero soy fiel creyente que las identidades no se pueden otorgar, sino son descubiertas. Es parte de un proceso complejo en el cual cada sujeto se desempeña en investigarse a sí mismo.
Mientras que, el proceso de conocer su identidad puede ser liberador, para otros la identidad puede representar un encierro del cual es imposible escabullirse. Sobre este aparte, Morimosato, platicó sobre su herencia japonesa y cómo esta cultura -caracterizada por su seriedad y rectitud- hace que sus integrantes sientan que están en una prisión. No obstante, para la autora, su otra identidad como latina la mantiene más libre.
Por otro lado, otro de los temas que sirvió de catalítico reflexivo fue el reconocer y analizar la historia. Según las escritoras, conocer el pasado es la vía principal para comprender mejor el ahora. Precisamente, Posadas y Casanova comentaron sobre la importancia del reconocimiento de la historia, para la capacidad de tener una identidad. Posadas, enfatizó en mantenerse fuera de los romanticismos y al escribir sobre historia es importante mantenerse fiel a los hechos, aunque la ficción sea tentadora.
Acto seguido, la conversación se tornó al debate de la identidad nacional, donde la escirtora puertorriqueña sugirió que como puertorriqueños, nuestra condición colonial nos obliga a auto cuestionarnos, ¿qué somos y qué queremos ser? Y, en efecto, el dilema de la identidad del puertorriqueño, la posición de Puerto Rico vis a vis Estados Unidos y a su vez dentro de la misma identidad latina, es uno que surge una y otra vez, con sólo mencionar la palabra ¨identidad¨ en Puerto Rico.
En fin, reconozco que no sé si mi gato es puertorriqueño, pero no creo que le importe mucho. La realidad de la globalización propulsa la transnacionalización y el mirar más allá del Estado Nacional, más allá de un sólo país, una sola nación, una sola identidad. Ante la interrogante de la identidad puertorriqueña, las participantes invitadas de otras naciones latinas negaron la postura de la falta de identidad ¨boricua¨ debido a la realidad política de la Isla. Todo lo contrario, exaltaron al puertorriqueño por ser tan peculiar y único dentro de su identidad. La conferencia finalizó con un canto de ¨Mañana, por la mañana¨ por parte de una de las oyentes del público. Acto que reafirmó esa identidad puertorriqueña que tanto se ha cuestionado.
Cuestionar la manera en que creamos identidad es la mejor manera de encontrarla y al descubrirla, empoderarnos con este reconocimiento.