A la hora de socializar en las redes, Jonathan (seudónimo) es de los que espera a que le comenten, él nunca escribe primero. Y es que sabe que su perfil en la aplicación Grindr –una red social para personas gays– es uno de los más completos: tiene un foto en donde se puede ver, entre otros atributos, su cuerpo de nadador aficionado. Según Jonathan, esta foto le ha ganado varias aventuras. Sin embargo, no lo ha librado del rechazo a lo femenino que, en ocasiones, sucede en esa red social.
“[Él] vio manierismos en mí que catalogaba como femeninos y pues a él no le gustaba eso. No fui de su gusto”, dijo el deportista refiriéndose a un encuentro que tuvo con un hombre a través de la aplicación. En esa ocasión, la persona consideró que Jonathan era “muy” femenino, cortando la comunicación al instante.
Cansados del discrimen
De acuerdo con el psicólogo Miguel Vázquez Rivera, desde el inicio de nuestra formación como seres humanos se nos enseña que existen categorías –ya sean de género, sexo, orientación sexual, raza o etnia– más privilegiadas que otras. Vázquez señaló que en pleno proceso de socialización todo lo femenino es devaluado, contrario a lo masculino, que es privilegiado.
“La comunidad LGBT [Lesbiana, Gay, Bisexual y Transgénero] también pasa por la misma socialización por la que pasa cualquier otra persona –independientemente sea heterosexual– donde escuchan los mismos mensajes. Y entre esos mensajes están que las nenas no son buenas en los deportes, que lo femenino es débil”, comentó el psicólogo quien mencionó que dicho mensaje también abarca los roles sexuales en las personas gays, donde se presume al penetrado como femenino y al que penetra como masculino.
Vázquez agregó que el hecho de que exista discriminación entre los propios miembros de la comunidad gay evidencia que dicho grupo está emulando dinámicas dañinas de la heteronormatividad –rechazando todo aquello que rompa con la idea de lo que representa ser un hombre o una mujer– sin un debido proceso de introspección. Vázquez indicó que las personas gays que discriminan se sienten cansadas de ser señaladas, optando por seguir unos modelos heteronormativos que en sí son discriminatorios.
“El adquirir conductas femeninas no te hace menos que otras personas masculinas o que tienen conductas masculinas”, comentó Vázquez, quien afirmó que el discriminar a otro dentro de la propia comunidad afecta a todos sus miembros.
Según el psicólogo, muchas veces las personas gays adquieren conductas de quienes los rechazan para no seguir sintiéndose tan víctimas de un grupo mayoritario, lo que revictimiza a aquellos miembros de la comunidad que son o se consideran femeninos.
Distanciarse de lo femenino da poder
Según Mabel López Ortiz, directora del Departamento de Trabajo Social en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP), existen varias jerarquías cuando se habla de la masculinidad.
López Ortiz explicó que cuando un hombre conforme con los roles que le fueron asignados por la sociedad reconoce rasgos femeninos en otro hombre, automáticamente el femenino pasa a una posición menor en cuanto a las relaciones de poder. En términos de poder, según la doctora, las mujeres, los infantes y los hombres afeminados son posicionados por igual.
“Definitivamente, hay un símbolo de poder en tú distanciarte de lo que te haga muy femenino”, indicó la doctora quien manifestó que dicho símbolo es uno que cambia con el paso del tiempo. Es decir, un hombre que se saca las cejas o se afeita las piernas –prácticas relacionadas históricamente con lo femenino– puede discriminar contra otro hombre por ser afeminado, ya que dichas visiones de género se ven influenciadas por la moda y los medios de comunicación.
López Ortiz afirmó que una persona oprimida puede convertirse en un gran opresor. En el caso específico de las personas gays que rechazan a otros, el discrimen puede ser vinculado con la opresión o la homofobia internalizada.
Según la profesora de la UPRRP, estos fenómenos se convierten en guías de cómo la gente se maneja en sus relaciones, llegando a promover crímenes de odio entre miembros de la propia comunidad.
“No tenemos que ser exclusivamente femeninos o masculinos, sino que podemos tener características que compartimos entre seres humanos”, dijo la trabajadora social. Añadió que la aceptación de las diversidades es un valor que históricamente no se promueve.
De acuerdo con ella, se nos enseña a excluir lo que no cumple con las características de la mayoría, en vez de apreciar la diversidad en términos de raza, de cultura y de género.