Diálogo inició este semestre la publicación de una nueva sección: CONCiencia, un espacio donde se divulgarán contenidos sobre temas relacionados a las ciencias naturales. Comenzamos compartiéndoles una serie de artículos confeccionados por los alumnos de la doctora Carmen Maldonado, del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Los textos, que se publicarán a continuación, se enfocarán particularmente en educar y concientizar al público en general sobre asuntos vinculados a la adicción de drogas. La meta principal de esta actividad educativa fue involucrar al estudiantado en la difusión del conocimiento adquirido en el aula con el fin de alcanzar otros sectores de la población que potencialmente se beneficien de lo investigado.
El DMT (N, N-dimetiltriptamina) es una sustancia que provoca distorciones perceptuales y cognitivas inusuales sin producir un estado de delirio. Generalmente, sus usuarios consideran que tales distorciones son estimulantes y espiritualmente gratificantes, por esto también se le conoce como la molécula del espíritu.
A las drogas como LSD, mescalina, psilocibina y DMT, se les ha catalagado como psicotomiméticas (imitan psicosis), psicodélicas (alteran el estado de conciencia) o alucinogénicas (producen alucinaciones). Existe evidencia del uso de alucinógenos en rituales religiosos y de curación hace 5,700 años por parte de tribus americanas. Además, se han encontrado pinturas en una cueva en Algeria, realizadas para el año 3,500 A.C., relativas al uso de sustancias psicodélicas.
La mayoría de los alucinógenos son sintetizados por plantas o producidos a partir de compuestos derivados de plantas. Mescalina se obtiene de un cactus y psilocibina se puede obtener de diferentes hongos. El LSD, por otra parte, es sintético.
El DMT es producido por varias plantas indígenas de América del Sur. Tribus nativas de países como Perú, Colombia y Venezuela preparan una bebida llamada ayahuasca que contiene dos tipos de plantas: tallos de Banisteriopsis caapi, que contienen DMT, y hojas de Psychotria viridis.
El DMT consumido oralmente no tiene actividad psicoactiva, excepto en el caso de la bebida ayahuasca. Esto se debe a que los alcaloides β-carbolinas inhiben la actividad de la enzima que degrada el DMT y permiten que este llegue al cerebro y tenga su acción alucinogénica.
Esta sustancia fue sintetizada por primera vez en 1931 por el químico Richard Manske. Sin embargo, fue descubierta como producto natural por el microbiólogo Oswaldo Gonçalves en 1946, en el arbusto Mimosa tenuiflora. Desde 1955 se ha encontrado que el DMT es producido por, al menos, 50 especies de plantas y cuatro especies de animales (entre estas tres mamíferos).
Neurofarmacología del DMT
En términos generales, el DMT se vende en polvo y se fuma. Por tal razón, los usuarios recreacionales sienten los potentes efectos de la droga en tan sólo segundos, alcanzan su efecto máximo entre cinco y 20 minutos, y se acaban en una hora o menos. En ocasiones los usuarios preparan una versión “casera” de la bebida ayahuasca. Dos análogos sintéticos oralmente activos se han popularizado recientemente: AMT y 5-MeO-DiPT o “Foxy Methoxy”.
Esta droga también se puede administrar por vía intravenosa o intramuscularmente. Las dosis típicas fluctúan entre los 20 y 50 miligramos. Es esencial destacar que el DMT es el único alucinógeno que no desarrolla tolerancia, es decir, la administración repetitiva de la droga no disminuye los efectos que esta provoca. Al igual que en el caso de otros alucinógenos, el DMT no provoca adicción, dependencia, neurotoxicidad, ni síndrome de abstinencia.
Algunos efectos del DMT, y otros alucinógenos en términos generales, incluyen: incremento energético, estimulación de pensamiento creativo y asociativo, elevación de estado anímico, mayor apreciación por la música, mayor sensibilidad a estímulos sensoriales, experiencia espiritual profunda, despersonalización, efectos visuales, sinestesia, dilatación pupilar, consciencia alterada, aumento en temperatura corporal, sensaciones corporales inusuales, cambios emocionales drásticos, cambios en la función cardíaca, ansiedad, náuseas, flashbacks, tensión mandibular, paranoia y activación del sistema simpático, entre otros.
Los alucinógenos, en términos generales, alteran la actividad del neurotrasmisor de serotonina. El DMT interactúa particularmente con algunos receptores de serotonina para producir efectos psicodélicos en humanos. Estos receptores se encuentran principalmente en la corteza, corteza pre-frontal, sistema límbico (emociones), tálamo y estriado, entre otros. Además, al DMT se le vincula con condiciones cardíacas, cáncer, abuso de cocaína, depresión y esquizofrenia.
DMT y la glándula pineal
Debido a los efectos psicodélicos que provoca el DMT, ha surgido gran interés en la comunidad científica respecto al rol de esta sustancia en los estados de la conciencia, psicosis, sueños, creatividad, imaginación, fenómenos religiosos, y experiencias metafísicas.
Estudios realizados a través de los años han confirmado la presencia de DMT y otros metabolitos relacionados en fluidos tales como sangre, orina y en el líquido cerebroespinal, en humanos y otros mamíferos.
Existe evidencia reciente que indica que DMT es producida endógenamente por la glándula pineal. El cuerpo pineal es una pequeña glándula endocrina que produce melatonina, que controla los ritmos circadianos y patrones de sueño. Popularmente, la glándula pineal se reconoce como el “tercer ojo”, o la “silla del alma”, ya que es aquí donde se forman todos los pensamientos.
La producción de DMT está asociada a estados psicodélicos natos, tales como el nacimiento, muerte, psicosis, experiencias místicas, sueños y experiencias cercanas a la muerte.
Al DMT se le conoce como la “molécula del espíritu” ya que se dice que nos permite acceso a un mundo más allá de nuestra imaginación, facilitando la aproximación a pensamientos, sentimientos y visiones inesperadas e indescriptibles. En fin, el DMT se secreta en grandes cantidades al momento de nacer y al momento de morir. Las visiones que una persona experimenta cuando está a punto de morir se atribuyen al incremento significativo en la liberación del alucinógeno. Además, el DMT se libera en cantidades menores mientras soñamos.
Estudiar el DMT y otros alucinógenos, es esencial para poder entender mejor condiciones psiquiátricas y desarrollar terapias para este tipo de enfermedades. Podría ser muy útil, por ejemplo para el manejo de trastornos psquiátricos como la esquizofrenia. El uso de alucinógenos provoca efectos similares a los que presentan pacientes esquizofrénicos, tales como distorsiones sensoriales, procesos mentales alterados y cambios extremos emocionales, entre otros.
Molécula del espíritu by Diálogo on Scribd