Repite lo que se le dice. Si le preguntan cómo se llama, repite lo mismo, sin contestar la pregunta. Si se le dice que no repita, va a contestar con “no repitas”. Es como un eco que repite todo o la última palabra de lo que escucha, de ahí su nombre, habla (lalia) de eco.
La ecolalia es un problema común en los niños con autismo, un 75% lo presenta, aunque también puede observarse en niños fuera del espectro de ese diagnóstico.
¿Qué causa la ecolalia?
Para contestar esa pregunta es necesario comprender el proceso neurológico – auditivo de la adquisición del lenguaje.
El sistema auditivo es el primero que se activa en el cerebro del ser humano. Cerca de las 25 a 29 semanas de gestación el feto responde a sonidos, pero el desarrollo completo de los lóbulos temporales, en donde se procesa el lenguaje, continúa hasta cerca de los tres a cuatro años de edad.
Los niños comienzan a hablar cerca del primer año de vida y pueden reconocer la fuerza de ciertas sílabas como una característica predominante del lenguaje que escuchan. La conciencia del énfasis en ciertas sílabas los ayuda en las primeras etapas del desarrollo del lenguaje, frecuentemente descrita como habla telegráfica.
En esta etapa, el niño usa sílabas que tengan un sentido y comienza a reorganizarlas, según va usándolas en nuevos contextos con otros significados. Para esto, el niño no sólo percibe esas sílabas, sino los linderos o divisiones entre palabras. La dificultad para reconocer, para percibir esas sílabas y la división entre las palabras en habla conectada se ha encontrado que es uno de los problemas de los niños con autismo.
La percepción de sílabas como elementos de énfasis le permitirá formar frases como “no bibi” o “sí bibi” para rechazar o solicitar. La percepción de la sílaba final de las palabras comer y comió, le permite crear conciencia de la unidad estructural básica, el morfema, que cambia el significado de la palabra en términos del tiempo verbal.
El habla ecolálica se caracteriza por la repetición de frases, fragmentos de oraciones u oraciones, en vez de unidades silábicas, por lo cual es muy difícil poder formar nuevos patrones o arreglos en nuevos contextos.
Otra de las características es la falta de entonación apropiada, aunque la articulación generalmente es perfecta, lo cual indica que la discriminación auditiva de los fonemas es adecuada. Es un habla fonémicamente (o fonéticamente) adecuada, aunque morfológicamente inadecuada.
A los dos años el niño comienza a comunicarse en frases, a unir palabras, no obstante, sin esa conciencia de sílabas claves y de división entre las palabras, será muy difícil. El uso de las unidades estructurales del lenguaje (morfemas) surge a raíz de la conciencia de estas sílabas. Un ejemplo sería el niño que a los dos años dice “cae bibi” y “cayó bibi”, mostrando la conciencia de la unidad final de la palabra caer y sus cambios para indicar tiempo.
Por el contrario, el habla del niño ecolálico consiste de segmentos de frases sin arreglo o reorganización para adaptar a nuevos contextos. Hablar en tercera persona es parte de la dificultad en reorganizar. Cuando se refieren a sí mismos con “no quiere” en vez de “no quiero”, están reflejando que el elemento morfológico de la sílaba final del verbo que indica la persona, aún no ha sido percibido por el niño. En ocasiones, inclusive, el niño puede utilizar una pregunta para requerir algo, como “¿Tú quieres?” cuando lo que quiere indicar es que él sí quiere, pero está utilizando en forma ecolálica tardía o inmediata lo que ha escuchado.
Esto lleva a señalar dos puntos: que hay dos tipos de ecolalia y que esta puede tener un propósito. La ecolalia puede ser inmediata (el niño repite inmediatamente lo que escucha) o tardía. La tardía consiste generalmente de la repetición de comerciales de televisión o de algún diálogo de una película o de regaños (“no se toca”). Ambas pueden tener una función pragmática (lenguaje social – comunicativo) y pueden ser un eslabón para el desarrollo de una comunicación apropiada.
Previamente se creía que la ecolalia no tenía un propósito, pero en los últimos años los expertos en esta área indican lo opuesto. Algunos niños presentan ecolalia como una forma de tomar su turno en una conversación, de contestar o requerir. La tardía aparenta tener más posibilidades de mostrar más estrategias pragmáticas, como lo son la de protestar, nombrar y proveer información. Sin embargo, algunos presentan la ecolalia sin ninguna intención comunicológica y sólo con el propósito de estimularse sensorialmente en forma auditiva.
No obstante, aunque la ecolalia sea una mera estimulación auditiva, el cerebro la necesita y es preferible a que el niño no diga nada y prive al cerebro de la misma. Conocer bien al niño y su contexto es la única forma de determinar si su ecolalia tiene o no tiene propósito comunicativo alguno.
Investigaciones han reportado que la señal acústica que va del oído al lóbulo temporal en individuos con autismo aparenta ser lenta o distorsionada. La dificultad en distinguir el inicio de un sonido y luego obviarlo o relegarlo a un segundo plano o trasfondo, también puede ser parte de esa dificultad con el procesamiento auditivo, llevándolos a una total confusión y a sentirse abrumados en un ambiente ruidoso, por lo cual tienden a cubrirse los oídos o a gritar para bloquear esa información auditiva que les molesta.
En conclusión, hay evidencia obtenida por investigadores que reportan una disfunción auditiva o desorden de procesamiento auditivo en los niños con autismo. Este desorden causa la dificultad para reconocer las unidades morfémicas por la inhabilidad de percibir las divisiones silábicas y entre palabras en el flujo de una verbalización. La ecolalia es la consecuencia de esta dificultad.
¿Y qué hay de tratamiento?
Decirles que no repitan no es la solución, como tampoco es castigarlos como si fuera un problema de conducta. La ecolalia puede ser la vía para llegar al desarrollo de habla espontánea socialmente apropiada si se trabaja con el procesamiento auditivo con la terapia adecuada.
La estimulación auditiva con terapia sensorial auditiva es lo recomendable. Es a través de esta innovadora terapia que se administra con un audífono y música de Mozart con sonidos filtrados, que los niños con autismo pueden aumentar su procesamiento auditivo y disminuir o eliminar la ecolalia. Este acercamiento terapéutico es una ventana de esperanza para los niños con autismo y sus familias.