Por Joyce González
Las máquinas han sido creadas, tanto para aliviar a los seres humanos, como para deleitarnos con sus potenciales capacidades técnicas. Cuando los tiempos económicos son buenos, las máquinas son exaltadas como extensiones del progreso y la prosperidad que vienen a optimizar nuestras vidas. Pero, ¿qué ocurre cuando los tiempos son difíciles? Ahora los “robots” tienen funciones cognitivas superiores y pueden hacer más cosas que antes eran del dominio exclusivo de los humanos.
De un tiempo para acá, diversos medios de comunicación a nivel mundial, han seguido la pista a los avances tecnológicos más sobresalientes y plantean un nuevo argumento para la inseguridad laboral: las máquinas o “robots”. Según cálculos de expertos en automatización y robótica avanzada, para el año 2042 se prevé una automatización estimada del 80% de todas las actividades y en todos los sectores -tanto económicos como sociales- a nivel global (López & Krux, 2001). A su vez, otros expertos en la materia ya han tomado posturas radicales al decir que pronto llegará la era del “fin del trabajo” para dar comienzo a una “sociedad de robots” impulsada por las elites. De hecho, el economista William Lazonick, director de la Universidad de Massachusetts, entiende que las máquinas o “robots” no son quienes destruyen los puestos de trabajo, sino los ejecutivos corporativos.
Las causas, los responsables y los efectos de la crisis financiera del 2008 (la peor desde la Depresión), radican en el encubrimiento entre banqueros, ejecutivos, profesores universitarios, agencias, políticos y burócratas que jugaron un papel importante en los sucesos que precedieron la crisis económica mundial. La crisis económica mundial, con un costo estimado de más de 20 billones de dólares, ha significado para millones de personas la pérdida de sus hogares y empleos y ha puesto en peligro la estabilidad económica de prácticamente todos los países desarrollados. Una vez desatada la crisis por estos “hombres de negocio de cuello blanco”, comienzan a afectarse los modelos laborales. Se pretende exprimir los salarios a los trabajadores e impulsar las llamadas “políticas de austeridad”.
La crisis económica provoca que las empresas busquen ahorrar tiempo y dinero con la compra de “robots” o máquinas costo-efectivas que funcionen a toda hora y en todo momento sin necesidad de ir al baño. Conforme las empresas se van adaptando para aprovechar todo el potencial de los sistemas robotizados es que surge la preocupación de mayor desempleo y menor demanda de mano de obra especializada. Incluso, no más revueltas y reclamos sindicales. Edward Luce, columnista del Financial Times, sostiene que “la paradoja es que cuanto más robots haya, habrá más crecimiento porque aumentará la productividad, pero también mayor caída del ingreso promedio”.
Actualmente, los “robots” se dividen en “robots” industriales y “robots” de servicio. Mauricio Méndez, coordinador de la Escuela de Ingeniería en la Universidad Anáhuac del Sur, nos dice que de acuerdo con estudios de la International Federation of Robotics(IFR), el total de “robots” de servicios vendidos hasta finales de 2008 llega a la cifra de 63,000 “robots” de servicios para uso profesional, 4.4 millones para uso doméstico y 2.8 millones de “robots” para entretenimiento personal. El monto de las ventas de los “robots” de servicio profesional ascendió a $11.2 billones de dólares. Ciertamente, se trata de mucho dinero frente a asuntos como la precariedad laboral, pero es aquí donde radica el mito de la sublimidad digital del que nos habla Vincent Mosco. El desplazamiento de personas no tiene que ser inevitable. Los países pueden responder con políticas nacionales que ayuden a los trabajadores valiosos a adquirir nueva formación. Precisamente, aquí es donde la economía política contribuye al examen de la realidad social.
“Una de las tecnologías más importantes en la nueva sociedad tecnológica y post-industrial es la robótica” (Castells, 1996). La robótica es una rama de la tecnología, que estudia el diseño y construcción de máquinas capaces de hacer tareas repetitivas, tareas que necesitan una alta precisión, tareas que resultan peligrosas para el ser humano o tareas imposibles de lograr sin intervención de una máquina. En la actualidad, es un tema que causa mucha controversia pensar que en un futuro cercano, “robots” avanzados tecnológicamente podrían llegar a convivir y coexistir con los seres humanos en el ámbito público de nuestra sociedad, desempeñándose en empleos y tareas propias de nosotros.
Este texto forma parte de nuestra republicación del blog del curso COPU 6515 Economía política de la información, parte del Programa Graduado en Comunicación de la UPR Río Piedras