Cuando hablamos de ser “de aquí como el coquí” nos referimos a que algunas de nuestras especies de coquíes no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Similarmente, nos llena de orgullo que, gracias al esfuerzo de muchos científicos y ciudadanos, la cotorra puertorriqueña poco a poco comienza a recuperarse del peligro de extinguirse.
Sin embargo, hay ranitas parecidas al coquí y cotorras parecidas a la nuestra en muchos otros países. ¿Cómo los científicos saben si una especie es exclusiva de una zona geográfica específica? ¿O si la misma especie vive en varios lugares, porque llegó por medios naturales o porque fue transportada de un lugar a otro por personas, ya sea accidentalmente o a propósito?
Recientemente, las pruebas de ADN permiten a los científicos saber si una especie es nativa o invasora. Un estudio de este tipo fue llevado a cabo por el científico boricua el doctor Javier Rodríguez Robles, de la Escuela de Ciencias Biológicas en la Universidad de Nevada, Estados Unidos, junto con su colega la doctora Brittany Barker, del Departamento de Ecología y Evolución en la Universidad de Arizona en Tucson.
Ellos estudiaron poblaciones del coquí de ojos rojos (Eleutherodactylus antillensis) en el archipiélago de Puerto Rico, las Islas Vírgenes, Santa Cruz y Ciudad de Panamá, para determinar el origen de los coquíes en Santa Cruz y Panamá. Su investigación fue publicada en julio del 2017 en la revista profesional de herpetología e ictiología Copeia.
El misterio surge ya que se supone que el coquí de ojos rojos fuera nativo exclusivamente del archipiélago de Puerto Rico, así como algunas de las Islas Vírgenes que estuvieron conectadas geográficamente a Puerto Rico en el pasado, cuando los niveles del Mar Caribe eran mucho más bajos que en el presente. De hecho, hace varios miles de años hubiera sido posible caminar desde Fajardo, Humacao y Maunabo hasta lo que hoy son la islas de Vieques, Culebra, Santo Tomás y Virgen Gorda.
Pero el coquí de ojos rojos también se encuentra en la isla de Santa Cruz, que nunca ha estado conectada con las otras islas del Caribe, y en Ciudad de Panamá, en Centroamérica, a casi 1,800 km (1,100 millas) al oeste de Puerto Rico. Los científicos sospechan que los coquíes E. antillensis fueron introducidos desde Puerto Rico accidentalmente dentro de plantas ornamentales, o deliberadamente.
Luego de capturar y recopilar muestras de ADN de decenas de coquíes E. antillensis de Puerto Rico, las Islas Vírgenes (incluyendo Santa Cruz) y Panamá, los científicos concluyeron que los coquíes residentes en Santa Cruz no son nativos de ahí, si no que llegaron de las otras Islas Vírgenes, o con menos probabilidad, desde la zona oriental de Puerto Rico. No fue posible descubrir si la introducción del coquí E. antillensis ocurrió una sola vez o en varias ocasiones distintas.
En el caso de los coquíes E. antillensis de la Ciudad de Panamá, los biólogos determinaron que su origen también fue en Puerto Rico, descartando así la posibilidad de que fueron transportados desde las Islas Vírgenes o desde Santa Cruz. Contrario a Santa Cruz, la prueba de ADN sugiere que la introducción de los coquíes ocurrió una sola vez y no repetidamente.
Entonces, la investigación de los doctores Barker y Rodríguez Robles se dio para conocer si los coquíes E.antillensis de Santa Cruz y Panamá son nativos o invasores es muy relevante. Una especie que es nativa ya está integrada al balance ecológico de su ecosistema. Una especie invasora, por el contrario, altera temporera o permanentemente el balance ecológico, compite con otras especies por recursos limitados y hasta podría introducir nuevas enfermedades.