
Con el calor de verano esparciéndose por la cancha, solo se escuchan las tajantes pisadas y la respiración rítmica de dos jóvenes atletas enfrentándose sobre un suelo de superficie acolchada. Luis Jabdiel Pérez, vestido con su uniforme blanco, mueve su cuerpo con energía. Cada paso es fuerte, conciso. Así, sin mayor demora y con una tensión inmediata, abre paso para atacar a su oponente y finalizar el combate.
Luis utiliza sus sentidos sensoriales para llevar a cabo las acciones que exige el judo, un deporte que se ha convertido en algo más que un pasatiempo para él. Pero Luis no es como cualquier atleta. A dos meses de nacido, su abuela notó que no podía percibir imágenes con la vista, por lo que su familia lo llevó a su médico. Fue entonces cuando supieron que Luis padecía de la condición de retinititis pigmentosa, padecimiento que se caracteriza por una degeneración progresiva de la retina, tejido que poco a poco va perdiendo las principales células que lo forman.
Como muchas personas con discapacidades visuales en el País, el joven de 27 años se apoya en su bastón para llegar de un lugar a otro, pero la falta de visión ni su necesidad de portar un artefacto para moverse lo detienen en su gran anhelo de convertirse en uno de los mejores judokas de Puerto Rico.
“Muchas personas se preguntarán que cómo lo hago, ya que, en mi caso, la condición no permite que tenga visión frontal. Aunque solo tengo vista periferal, el judo es un deporte mucho más sensorial que visual, así que puedo practicarlo”, explicó Pérez, quien es oriundo de Toa Alta.
Fue en agosto 2005 cuando escuchó a unos de sus compañeros de clase hablar sobre la lucha olímpica, mientras estudiaba y se hospedaba en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP). Descubrió que era un deporte de agarre y contacto, donde no se permitían patadas ni puños, ni se necesitaban reflejos visuales.
“Con el paso del tiempo, se me dio la oportunidad de practicarlo más allá de un hobby, pero uno de los entrenadores del recinto me dijo que no había lucha olímpica internacional para ciegos, pero sí judo, otro deporte que tampoco necesitaba de reflejos de la vista”, contó.
Su talento lo llevó a participar en deportes de judo y lucha olímpica en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI), representando a la UPRRP contra atletas que no tenían ningún impedimento visual. “Jamás pensé que estuviera en un escenario así y fue bien emocionante ganarle a personas que sí podían ver”, señaló el judoka en relación a sus victorias a nivel universitario, merecedoras de tres medallas de plata en la disciplina de judo, y dos de plata y una presea de bronce en la modalidad de lucha.
El atleta también obtuvo el quinto puesto en los Juegos Parapanamericanos en Brasil 2007, siendo esta su primera competencia internacional, mientras que en el 2009 capturó una medalla de bronce en el campeonato de Colorado Spring. Actualmente está entrenando para participar de las Paralimpiadas 2016, a celebrarse en Brasil. Según contó a Diálogo, Luis quiere cumplir su sueño de ser el primer deportista con discapacidad visual en representar a Puerto Rico.
“Esto es parte de la rehabilitación”
Al igual que Luis, existen muchas personas con impedimentos que deciden realizar deportes para mejorar su condición física o encontrar un nuevo pasatiempo. Según la profesora Iris Figueroa Robles, del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR (RUM), el deporte debe ser considerado parte intrínseca de la rehabilitación de cualquier persona, especialmente para aquellas que tienen condiciones particulares.
“Mucha gente por el miedo no permite que personas con impedimentos disfruten de ciertas actividades. Pero nosotros tenemos un campamento de personas con impedimentos visuales, y ellos corren bicicleta, juegan paddleboard, hacen de todo. Es la sociedad que le impone límites y les siembra miedo”, indicó Figueroa Robles, catedrática auxiliar y profesora de educación física adaptada del RUM.
Según el artículo Special activity and sport for people with disabilities de Georgetown University Center for Child and Human Development publicado en 2011, la actividad física para personas con impedimentos evita problemas de salud, ya que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. Asimismo, el ejercicio ayuda a la construcción de masa muscular y reduce la grasa corporal, por lo que evita condiciones relacionadas a la obesidad y el sobrepeso.
Participar de un deporte no solo ayuda a mejorar la condición física de la persona con impedimento, el artículo indica, además, que la persona tiene una mayor autoestima y se siente más independiente.
“(Por lo general) las personas con impedimentos tienen problemas de autoestima. Aunque estén incluidos en una comunidad, se sienten rechazados. Es algo bien difícil. Por eso yo entiendo que la recreación es necesaria y al momento de comenzar los servicios de transición, hay que darle mayor énfasis al deporte”, comentó Figueroa Robles.
Sin embargo, debido a que muchas instalaciones deportivas y de recreación no son accesibles para las personas con discapacidades, buscar un lugar de entrenamiento para ellos puede ser difícil. Pero una vez se encuentren los espacios para entrenar, “no hay límites”. Aunque Figueroa Robles aseguró que existen unas necesidades particulares para cada persona y que se debe hacer un acomodo razonable según el deporte, la tecnología actual permite el desarrollo de sus destrezas motoras a un bajo costo.
Desafiando los obstáculos
El problema que enfrentan muchos deportistas con impedimentos es que la medicina deportiva, que en la gran mayoría de los casos depende de la tecnología, es difícil de conseguir a través de ayudas gubernamentales. Según el estudio realizado en Estados Unidos, casi 1.5 millones de estudiantes de escuelas públicas que padecen de algún tipo de impedimento físico son excluidos de tener acceso a participar en las competiciones atléticas porque no cuentan con los servicios para ayudarlos.
En Puerto Rico, por su parte, cerca de 900,000 personas mayores de cinco años sufren de algún tipo de impedimento. Según datos del Censo en 2010, esto significa que más de una cuarta parte de la población general necesita atención especial para alcanzar la plena calidad de vida y el total desarrollo de sus capacidades.
“A pesar de mi condición, me siento bien conmigo mismo, me siento independiente. Yo cocino, yo lavo, he aprendido a hacer tantas cosas sin vista, y eso me ha ayudado a aceptar mi realidad”, afirmó Luis. “Todo lo hago a la medida, en la cocina, por ejemplo, ya que a ojo no puedo hacer nada”, bromeó el abanderado de la delegación puertorriqueña en los Juegos Parapanamericanos de 2013.
Al momento de terminar con alguno de sus entrenamientos en el Albergue Olímpico de Salinas, Luis toma su toalla, se seca el sudor de su rostro, se quita su uniforme y vuelve a tomar su bastón. Acaba de terminar su entrenamiento y es hora de descansar. El judoka sabe que se avecinan retos mayores, así que el descanso es más corto de lo que parece.
“Hago esto a tiempo completo, así que a las 6:00 a.m. ya estoy de pie y de vuelta para regresar a mi entrenamiento del día a día”, finalizó.