Ayer se dictó en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP) una conferencia particular que atrajo la atención de un buen grupo de llamados "metaleros", apasionados del género musical Heavy Metal. Una afición que manifiestan hasta en la forma de vestir, mahones sueltos y el nombre de sus bandas colgadas del cuello. “Consideramos el metal como algo monumental", comentaron Luis Daniel y David, ambos universitarios y enamorados de la música desde la adolescencia. Ambos también integran una banda black metal.
La Heavy Metal Music and the Communal Experience reunió aquí a expertos internacionales, la mayoría profesores de distintas universidades del mundo quienes expusieron al detalle las características de la comunidad "metalera", e identificaron sus intereses, los espacios geográficos de los que se apropian y de los valores compartidos.
“Las investigaciones más recientes indican que el movimiento "metalero" es mucho más que la música. Un 68 por ciento de los entrevistados en el marco de un estudio reciente realizado a amantes del género musical aseguraron sentirse parte de la comunidad”, explicó el profesor Nelson Varas Díaz, profesor de Psicología de la UPR-RP, organizador de la conferencia y firme creyente en la necesidad de investigar la manera en que se forman las comunidades. "Crear un grupo con intereses similares no es fácil y muchas veces imposible. Muchos “metalheads” comenzaron su afiliación a la música en la adolescencia cuando algún pariente o amigo le hizo obsequio de un CD," dijo el profesor. En su caso fue un álbum de Van Halen cuya carátula tenía a un ángel fumando cigarrillos. Para su familia fue motivo de consternación, pero en Varas despertó una curiosidad que continuó hasta la adultez.
“¿Vale la pena estudiar el heavy metal? ¿Qué podemos obtener al estudiarlo? Este es el elefante en el cuarto. No debe caber duda que luego de 40 años de producción musical el género se considere como una cultura. El heavy metal y sus experiencias pueden servir para la integración social de la comunidad”, apuntó Varas Díaz.
La comunidad metalera ideal
Los “metalheads”, como todas la comunidades, también tienen una concepción utópica de cómo debería estar compuesta. Según la profesora Deena Weinstein, profesora de sociología de la Universidad DePaul en Estados Unidos, en la comunidad ideal los miembros no solo comparten los mismos intereses musicales, también comparten conocimiento. No se trata de idolatrar a los músicos de sus bandas favoritas, pues los miembros de la comunidad reconocen que también son parte integral del movimiento.
“Se comparten valores, hacen “head banging” a las canciones que les gusta les hacen “mosh pits” y lo disfrutan. Pero la característica que más se comparte es la solidaridad que es un valor instrumental en la comunidad y que la hace más fuerte”, explicó Weinstein.
Luis Gabriel y David Figueroa -los seguidores antes mencionados- explicaron que en la “escena metalera” se da lo que plantea la profesora Weinstein, "la sensación de pertenecer a una comunidad es esencial para el funcionamiento de la comunidad ideal." Aunque aseguró que existen diversos tipos de comunidades dentro del género, no todas funcionan de la misma manera y tampoco se rigen por los mismos valores.
De otra parte, Niall Scott, profesor de la Universidad Central de Lancashire, apuntó que hay comunidades que prefieren vivir en soledad. En el caso de los seguidores del "black metal" –se caracteriza por interpretar canciones que aluden al odio, la misantropía, el satanismo, el suicidio y la violencia-, estos prefieren una “sociabilidad antisocial”. Aunque pertenecen a la escena metálica prefieren aislarse.
El profesor de Ética explicó que cada persona elige la comunidad musical a la que quiere pertenecer de acuerdo a sus intereses. Por tal razón, explicó, han surgido diversos géneros para satisfacer las necesidades musicales de cada individuo. El reto del heavy metal, explicó, está en saber cómo mantener una posición de negación sin caer en la ausencia de expresión. El metal tiende a refutar todo menos el caos, abraza la calidad de lo absurdo y de lo inmediato, no tiene ningún objetivo sino estar dirigido hacia ser atractivamente repulsivo. "No como el pop que quiere ser comercial y agradable a todos”, concluyó.
Lo que para muchos comenzó como un ejercicio sencillo como escuchar un álbum, para la gran mayoría de los "metaleros" se ha convertido con el tiempo en un estilo de vida.