
Artista del Patio no es un solo de Yamil Collazo. En efecto, él es el actor, escritor y director de la obra que se presenta nuevamente este próximo viernes y sábado, a las 8:00 de la noche, y el domingo, a las 6:00 de la tarde en la Sala Beckett, Río Piedras. Pero no está solo. En el patio no es posible; el espacio está sencillamente lleno de vida (animal y vegetal). Las historias que han aflorado por años en los campos de Bayamón han sido para el artista el escenario donde exploraría una experiencia actoral diferente. Ahora, regresa al teatro para contarnos de esa isla íntima, casi extinta, pero aún muy cercana a la que vivimos en la actualidad.
En esta obra biográfica, Collazo, reinterpreta los recuerdos de su infancia y los articula con un lenguaje muy nuestro que constantemente nos lleva de su calle a la nuestra. Lo acompañamos en el recuento de ‘‘esas cosas que nutren mi sensibilidad y desaparecen’’, comenta el artista, cuando se propone recuperar las imágenes de lugares conocidos que han sido devastados. La pérdida del patio en los nuevos modelos de vivienda también implica la pérdida de un modo de compartir. La enajenación de los vecinos, los encuentros que ya más no serán, el miedo a mirarnos, el maltrato a la niñez, son consecuencias de vivir bajo nuevas tendencias de violencia y Yamil Collazo lo comenta en algunas de sus piezas. Habla de Puerto Rico desde sí mismo.
Artista del patio parece ser el yacimiento que descubre el actor en su propio taller. Nos cuenta cómo el vestuario mismo y sus herramientas para trabajar bonsáis -a los que se ha dedicado por más de diez años- se convirtieron en mapas del proceso creativo. Cada objeto de utilería es potencializado por el actor. Aunque la obra es bastante minimalista, estos objetos pasan por diversas transformaciones: palo-cabra-hélice-rayo, en el arte de la sencillez y lo impredecible. El diseño de iluminación, realizado por Marién Vélez, contribuye a resaltar la sencillez de la escenografía y constantemente redefine la atmósfera de manera precisa en cada pieza.
Para Collazo fue complicado trabajar consigo mismo. La intuición, tras trabajar los textos por largo tiempo, aportó a su concentración y disciplina. También ha contado con los consejos del reconocido director peruano Miguel Rubio, el músico Eduardo Alegría, la actriz Teresa Hernández y la bailarina Viveca Vázquez. Su hermano, el actor Yan Christian Collazo, también colaboró con él en escena.
En el marco actual, en el que sufrimos la censura, la intolerancia y el atropello, este artista se atreve a confabular desde su espacio-alterno-reducido, esos rincones de expresión que son erosionados como le ocurre al mismo pueblo de Río Piedras, donde los árboles que resguardaban a su gente debajo han sido arrancados en nombre del progreso. El artista vuelve la mirada a lugares, costumbres, sensibilidades; las rescata y revaloriza. Lo hace usando metáforas donde la naturaleza está intrínsecamente involucrada con esa carne, la suya, la de los personajes, encerrados en el espacio-alterno-reducido.
El actor juega solo, juega con la audiencia; les da a tomar pastillas de reducción personal al público, medicamento imaginario para menguar el ego. De repente, nos sorprende gritando en dirección a la Universidad, que ‘‘saquen a esas criaturas de ahí’’. Les aconseja que los lancen de la torre, todo desde una ficción muy particular e íntima del actor, quien es egresado de la Universidad de Puerto Rico.
Hay una imagen muy preciosa del texto que muestra el disloque, donde hemos sido trasplantados del patio a la losa. Aparece el alacrán como símbolo. El alacrán de cicatriz en la rodilla de la abuela. La tierra da frutos y también golpes, cae una abuela y luego cae tierra sobre su rodilla, ‘‘sintiendo que lo cubre nuevamente un mundo’’ se libera el alacrán pero este -al igual que el artista-, se pregunta por un patio que bajo estas circunstancias, las del mundo contemporáneo, va desapareciendo: el patio es anacrónico. Al final de la pieza, nos queda un espacio de convivencia donde sí es posible que las familias salgan de sus casas para encontrarse, todos dominados por una revelación: presenciar en comunidad la maravilla de ser nosotros mismos.
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La autora es escritora y performera