En Puerto Rico como en otras partes del mundo, las acusaciones por hostigamiento y violencia sexual cada vez se tornan más comunes. El movimiento #MeToo, que recientemente fue seleccionado como persona del año en la revista Time tras sacar a la luz decenas de casos de este tipo en Estados Unidos, ha dejado ver hasta qué esferas es capaz de escalar este mal.
Desde las denuncias por violaciones y acosos sexuales que se han suscitado en diversos ámbitos de trabajo, la política, los deportes y las universidades hasta los casos más recientes en Hollywood, se ha visto cómo las leyes que sancionan la violencia de género son insuficientes al prevenir estas agresiones.
Para Luz del Alba Acevedo Gaud, catedrática en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP), los acosos sexuales continúan existiendo porque los hombres que cometen estas prácticas se sienten impunes ante la ley.
“La impunidad se está convirtiendo en algo que debe ser motivo de conversación, porque si ya la sociedad ha encontrado que los acosos sexuales son conductas reprobables que se tienen que castigar, ¿por qué continúan siendo impunes?”, cuestionó la profesora universitaria.
A pesar de que el acoso o el hostigamiento sexual sea visto como un delito, según Acevedo Gaud, esta práctica continúa existiendo porque los hombres infieren que sus acciones no tendrán repercusiones negativas ante la ley.
“Estas conductas atraviesan todos los niveles de la vida y la cotidianidad. Fíjate cómo Estados Unidos, que se percibe como la democracia más grande del mundo, eligió un presidente [Donald Trump] que ha sido denunciado por acosar sexualmente a mujeres”, acentuó la profesora universitaria.
Durante la campaña política del actual presidente estadounidense, 16 mujeres acusaron a Trump de agresiones sexuales, pero como las acusaciones no tuvieron repercusiones (no se tomó ninguna acción contra Trump), el pasado lunes 11 de diciembre, en una entrevista con NBC News Jessica Leeds, Samantha Holvey y Rechel Crook, exigieron al congreso estadounidense investigar al mandatario.
Asimismo, en Puerto Rico el exalcalde de Guaynabo Héctor O’Neill, quien estuvo a la cabeza del municipio por 24 años, a pesar de haber sido acusado por infracciones a la Ley 24 de Violencia Doméstica y la Ley de Ética Gubernamental, al pagar una fianza de aproximadamente $40,000 se encuentra en libertad bajo arresto domiciliario.
“La ciudadanía está recibiendo mensajes sociopolíticos que, por las diferencias de género, ubican a los hombres como quienes tienen la capacidad de tomar decisiones o como quienes pueden subordinar a la mujer”, añadió la profesora en la Facultad de Ciencias Sociales.
A preguntas de Diálogo sobre por qué continúan existiendo estas conductas, aun cuando el Estado es responsable de hacer valer la ley, Acevedo Gaud sostuvo que hay ideologías erróneas de género que, inclusive, están codificadas en la ley.
“Tenemos una ley que hace del hostigamiento sexual un delito, pero el Estado se hace de la vista larga al momento de implementarla”, observó Acevedo Gaud.
Perjudiciales las relaciones de poder
Por medio de las estructuras normativas (nociones de lo masculino y femenino) que se han construido a través de la historia, factores como las relaciones de poder y la desigualdad han sometido a las mujeres al dominio masculino.
Así lo enfatizó el sociólogo César Rey Hernández al comentar que, para quienes entienden el mundo desde una mentalidad totalmente anacrónica y machista, la mujer ha sido malentendida como un objeto.
“A las mujeres se les sigue viendo como mercancía. Se les manipula, se les coacciona e inclusive, se les explota”, apuntó el también director ejecutivo en la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.
Aunque para el sociólogo que dirigió el único estudio sobre Trata Humana en Puerto Rico, una agresión sexual no siempre involucre un asunto de trata humana, los acercamientos no deseados son igualmente deplorables, pues constituyen una de las peores formas de violencia.
Para Rey Hernández, lo que tenemos que entender es que en todos nuestros acercamientos sociales existen relaciones de poder, por eso tenemos que comenzar a validar las posiciones de quienes históricamente han sido marginadas.
“En la medida que no haya educación, protesta e indignación, la violencia de género se continuará percibiendo como algo normal”, afirmó el también profesor.
Imprescindible la educación con perspectiva de género
“Tenemos que admitir que de género no sabemos, para entonces —desde ahí— humildemente comenzar a entender el mundo”, expresó por su parte Mabel Rodríguez Centeno, coordinadora del Programa de Estudios de Mujer y Género en la UPRRP.
Para Rodríguez Centeno, los avances que ha traído consigo el siglo 21 son y serán insuficientes mientras no se implemente una educación con perspectiva de género.
“El asunto de las relaciones de género tal y como están ahora, son relaciones normativas que responden al binomio hombre o mujer, donde el hombre tiene asignado roles y responsabilidades que documentan una dominación masculina del mundo”, añadió la profesora universitaria.
Estas dinámicas de sociabilidad que se originan en la dominación masculina posicionan la masculinidad por encima de cualquier sujeto feminizado de la cultura aun cuando lo que conocemos como masculino o femenino, según estudios de la filósofa Judith Butler, no sea otra cosa que un hábito.
Precisamente para deconstruir estos constructos sociales, hace falta una educación que supere la norma, pues “hasta que no abandonemos las ideas tradicionales, continuaremos viviendo en un mundo donde nos asechan, violentan, violan y matan”, enfatizó Rodríguez Centeno.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se estima que el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y sexual en algún momento de su vida.
“La idea de construir un mundo mejor no es utópica, sino imprescindible”
Aunque la profesora en Estudios Generales y Humanidades reconoce que la educación en perspectiva de género va más allá de un papel, certificación o carta circular, entiende que no se trata únicamente de educar a nuestros niños, sino de educarnos todos.
“Me preocupa que se haya retirado la [carta] circular de perspectiva de género [del Departamento de Educación], pero estoy consciente de que una circular —en sí misma— es insuficiente”, añadió la también historiadora.
Por otra parte, según la coordinadora, programas como el de Estudios de Mujer y Género de la Universidad de Puerto Rico en el Recinto de Río Piedras, son esenciales para el desarrollo de una sociedad más justa, inclusiva y equitativa.
Para Rodríguez Centeno, este programa representa “una gran promesa y una buena noticia”, pues desde una secuencia curricular accesible a jóvenes de todas las disciplinas académicas, se desarrollan espacios de interpretación, creación e investigación en torno a cuestiones de género, raza, cuerpo y sexualidad.
Tanto la coordinadora del programa, como Acevedo Gaud y Rey Hernández, coincidieron en que el mundo necesita educarse para la no violencia de género desde todas las disciplinas. En ese sentido, los tres académicos invitaron a repensar las ejecuciones de la sociedad y las formas en que se enseña para la paz.
“Ya que las mujeres van ganando conciencia sobre la importancia de compartir estas experiencias, que no son experiencias lindas ni fáciles para compartir, hay que hablar sobre la ley, hay que hablar sobre equidad de género y hay que hablar de que los casos de acoso sexual no pueden quedar impunes”, puntualizó Acevedo Gaud.