Los edificios descoloridos de Santurce y Río Piedras ahora comunican mensajes que trascienden edades, idiomas y clases sociales… sus muros se convirtieron en grandes lienzos que gritan ¡Arte!
Del 3 al 13 de octubre, bajo el sol candente que caracteriza a Puerto Rico, 16 artistas urbanos plasmaron su arte en algunos muros de Santurce y Río Piedras como parte del festival internacional “Los Muros Hablan”. El evento, organizado por Buena Vibra Group, Celso González y Alexis Díaz, tenía como propósito renovar la ciudad, educar y concienciar a los puertorriqueños sobre el arte, como también posicionar a Puerto Rico como uno de los lugares del mundo con mayor valor artístico.
“Cada vez que viajaba yo decía ‘wao esto está pasando en todo el mundo y en Puerto Rico que tenemos playas y lugares atractivos no’, habían festivales locales que son buenísimos pero la idea era posicionar a Puerto Rico como uno de los mejores lugares para ir a pintar y que todo artista internacional lo vea como un punto de atracción que saben que los va a ayudar en sus carreras”, dijo el reconocido artistas urbano y organizador del evento Alexis Díaz.
Los participantes fueron escogidos por Díaz y son reconocidos muralistas a nivel mundial. Hubo artistas de Puerto Rico, de España, de República Dominicana, de Sur África, de Inglaterra, de Ucrania, de China, de Argentina, de Canadá y de Chile. También participó Rom Levy, quien es el director de la página web StreetartsNews.net, la fuente principal de información acerca del arte urbano en el mundo. Su labor fue documentar la actividad para darla a conocer internacionalmente.
La elaboración de los murales
Los artistas no tocaron suelo boricua simultáneamente, unos llegaron primero que otros pero todos comenzaban su pieza rápidamente. Algunos llegaban con la idea de lo que iban a representar, otros esperaban a ver su pared para elaborar un tema. Estaban ubicados en varios lugares de Santurce, por ejemplo en el Museo de Arte Contemporáneo, en el casco urbano de Río Piedras y en la escuela de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad de Puerto Rico.
A todos los artistas se les brindó los materiales que necesitaban para crear su arte que consistía en piezas creativas que combinaban elementos sociales y naturales que fueran capaces de sugerir algo o conmover al espectador.
La mayoría llegaba a trabajar a su pared a eso de las 10:00 de la mañana y empezaban a recibir visitas de los ciudadanos que se detenían a contemplar sus piezas, a preguntarle sobre el tema y a tomar fotos. A eso de las 3:00 de la tarde se tomaban un “break” y aprovechaban para charlar entre ellos, atender a la prensa o simplemente descansar un rato. Luego seguían de corrido hasta la noche.
Muchos de los artistas internacionales expresaron la importancia de conocer la historia y cultura del país para así poder crear un mural acorde con sus realidades sociales. Este es el caso del español Liqen. “Puedes hacer ideas globales que todo el mundo entiende, no ideas locales ni muy históricas, ni políticas ni sociales. Embellecer una pared es algo social de por sí, pero lo que es el contenido y el significado ahí ya no puedes meterte porque no sabes”, dijo mientras contemplaba su obra a medias frente a la iglesia de Río Piedras en un edificio con varios niveles de altura.
Sin embargo, el canadiense Fred Caron se dio a la tarea de investigar la historia de Río Piedras para conceptualizar su pieza.
“Me contaron que aquí había un teatro y una tienda de marionetas, así que jugué con la idea de un teatro e hice dos marionetas en forma de perros que están compartiendo el mismo hueso. Es sobre Río Piedras, que la gente hace cosas para ellos mismos pero al final se están ayudando unos a otros”, expresó Caron quien se encontraba en la calle Robles.
A pesar del calor y los percances que muchos pasaron, la experiencia parece haber sido gratificante porque todos los entrevistados confesaron que regresarían sin pensarlo si volviesen a invitarlos.
Preparación del evento
Díaz aseguró que la clave para que el evento fuera un éxito era lograr que los artistas se sintieran como en casa, que se apasionaran con el lugar para que así hicieran una gran obra de arte.
Según Emil Medina, promotor de Buena Vibra Group, la trascendencia que tuvo la actividad el año pasado (que el hashtag utilizado en Instagram llegó a ser un trending topic), los llevó a hacerla con mucho más entusiasmo este año. Para esto se necesitó mucha preparación y organización previa.
Según Díaz, la selección de artistas, la búsqueda de auspiciadores y de las paredes comenzó desde enero. Este año contaron con el apoyo de la compañía Lanco, quienes les brindaron todas las pinturas que necesitaran, y con un equipo de trabajo de aproximadamente 35 personas en la coordinación y 100 voluntarios.
Impacto a la comunidad y metas a largo plazo
La meta principal de todos los organizadores era que ese despliegue de colores y conceptos que ahora hacían hablar los muros que habían permanecido en silencio y en oscuridad por tanto tiempo, fueran capaces de conmover de alguna manera a las personas.
“El arte vuelve a la gente más sensible, yo creo que con arte se puede cambiar el mundo. El arte te hace cambiar ideas y las ideas te hace reflexionar en muchas cosas”, dijo Díaz.
Los organizadores del evento lograron trasladar el festival a Nueva York y esperan poder extenderlo a la República Dominicana. Por otro lado, su meta es continuar realizando el evento en Puerto Rico todos los años las primeras dos semanas de octubre.
Esta actividad abarca mucho más que embellecer un espacio, que dar a conocer a los artistas y que apreciar el arte, sino que hace que las personas se planteen cosas, como expresa JAZ, artista argentino que trabajo su pieza en la escuela de arquitectura:
“Esto impacta en el sentido de que le da a la comunidad algo más de que pensar, ya sea en lo cotidiano, en el trayecto a la Universidad, o cuando vienen a Santurce o Río Piedras. Lo saca de su contexto y le da otro tipo de perspectiva para bien o para mal. Yo no soy partícipe de que a todo el mundo le tiene que gustar, lo que me parece interesante es que les genere algo, me preocupa más a los que le es indiferente que a los que le gusta o no”.
El domingo en la noche, que suponía ser el cierre de la actividad en que se podía apreciar las obras terminadas, se convirtió en un taller para todos los que visitaban, pues habían algunos artistas del evento y otros talentos puertorriqueños que todavía se encontraban confeccionando obras de artes en cada espacio de Río Piedras. De 16 muros que se suponía que fueran, se multiplicaron y esto porque los vecinos del área continuaban ofreciendo sus paredes para que las transformaran.
Ahora visitar Santurce y Río Piedras es como ir a una exposición en un museo de arte. Requiere de mucho tiempo y del deseo de aprender de cada una de las obras.