La lengua es un sistema cambiante: constantemente añade palabras, las quita, las toma prestadas, las re-significa. Ese proceso de evolución continua se ha hecho más evidente y necesario con los adelantos tecnológicos, pues de éstos surgen nuevos objetos y usos que necesitan ser denominados.
Los nuevos usos, por su parte, han creado distintas formas de expresión en los medios electrónicos. ¿Quién no ha escrito un LOL (laugh out loud) o un OMG (oh my god) en Facebook? Cada vez más personas toman esas abreviaciones para expresarse, por lo que el Oxford English Dictionary (OED) las añadió recinetemente a su lista de palabras y expresiones en inglés.
Alma Simounet, profesora de los departamentos de Inglés y de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, explicó que muchas lenguas y países crean figuras de autoridad para regir sobre sus estructuras y léxicos. En el caso del español, la Real Academia de la Lengua Española ocupa el lugar autoritario. Mientras, en el inglés lo hacen los diccionarios, pues no existe una sola entidad que pase juicio sobre los cambios.
“Por lo regular tienen una visión normativa porque prescribe, dictamina lo que es ‘correcto’ o ‘incorrecto’”, comentó sobre las academias. Los diccionarios, por otro lado, tienen el mismo papel, pero tienden a ser un poco más flexibles, indicó.
La doctora afirmó que estas instituciones suelen ir tras los pasos del lenguaje utilizado por la mayoría, pero a una velocidad muy lenta. Esto porque a diferencia de la sociolingüística, que acepta las formas de expresión que aceptan los hablantes, la lexicografía busca establecer qué está “bien” y que está “mal”.
Sin embargo, tanto la academia española como los diccionarios de habla inglesa han tenido que ser más receptivos al aceptar los giros de sus respectivas lenguas.
En el caso de las nuevas palabras, que incluyen también IMHO (in my humble opinion), TMI (too much information), el símbolo <3, entre otras, la Junta Editorial del diccionario justificó la adición. Según ellos, en el contexto de las comunicaciones electrónicas, los inicialismos (abreviaciones que usan la primera letra de cada palabra) “se escriben más rápido que sus formas completas, y (en el caso de mensajes de texto o Twitter, por ejemplo) ayudan a decir más en los medios donde hay un número limitado de caracteres que se pueden usar en un mensaje”.
Además, destacaron, OMG y LOL se utilizan también en medios impresos y en el habla con la intención de “efectuar un modo de expresión informal y chismoso”.
De tal manera, todas las abreviaciones cumplieron los criterios del “cedazo” de los editores. “Ellos piden frecuencia, identifican dónde se usa por primera vez, cuán generalizado es el uso, si autores reconocidos las han utilizado. No es una decisión que se toma a la carrera”, acotó.
Los diccionarios de inglés “tienen una apertura mayor; están más receptivos al cambio lingüístico”, expresó Simounet. De hecho, el OED hace sus actualizaciones cuatro veces al año, y en ésta realizó unos 1900 cambios a sus páginas.
Los cambios pueden permanecer por décadas como pueden caer en en desuso rápidamente. Según Simounet, es difícil predecirlo. En varios años los LOL y OMG de esas páginas podrían estar acompañados por las palabras “anacrónica” u “obsoleta”, como bien podrían propagarse aun más y aparecer en el Diccionario de la Real Academia Española.
Lo importante, según Simounet, es que “el lenguaje es un sistema vivo, dinámico, y está en constante evolución”.