Por: Luis López Salgado y Kiara Candelaria Nieves
La trayectoria del cine puertorriqueño se discutió en la conferencia “Ver y apreciar nuestro cine”, una de las actividades en esta edición del festival de cortometrajes Cinefiesta, y cómo los cortos locales en competencia se acercan a diversos temas para romper con los esquemas tradicionales.
En el cine puertorriqueño de los últimos 25 años, ha existido una discusión constante sobre qué historias y temas constituyen un buen filme boricua. Gran parte de la oferta cinematográfica del país ha consistido de filmes que cuentan historias del pasado o que de alguna forma tratan arquetipos de la cultura popular contemporánea.
Algunos ejemplos de filmes históricos son Los Cuentos de Abelardo en 1990, el cual se basa en los cuentos del literato puertorriqueño Abelardo Díaz Alfaro, La Guagua Aérea en 1993, sobre la emigración puertorriqueña hacia la ciudad de Nueva York en Estados Unidos, Linda Sara en 1994, Héroes de Otra Patria en 1998, que cuenta la participación de los puertorriqueños en la Guerra de Vietnam y El Cimarrón en el 2007, sobre la era de la esclavitud en Puerto Rico para el siglo 19. Todos estos filmes llegaron a conseguir éxito popular y crítico en la Isla.
Simultáneamente, se han producido filmes que reflejan arquetipos fácilmente reconocibles de la cultura local. Algunos de estos son Bala Perdida en el 2003, sobre las muertes ocasionadas por balas perdidas en Despedida de Año, Talento de Barrio en 2008 y Por El Amor En El Caserío en 2013, ambas con tramas que giran en torno a la vida dentro de los residenciales públicos.
Por supuesto, no todos los filmes boricuas de este periodo siguen estos patrones, pero hasta películas populares como Maldeamores (2006) han contado con críticas por aparentes anacronismos, como la mezcla de autos modernos con antiguos y en el caso de uno de los personajes, un baño de madera al exterior de la casa y una cocina con diseño de producción pintoresco y moderno.
Al discutir el cine puertorriqueño, muchos se cuestionan si es necesario presentar pavas, adoquines y símbolos emblemáticos de la Isla para reconocerla, seguir contando historias excesivamente simplificadas acerca de los problemas sociales en la isla, y si los filmes populares de los últimos años realmente capturan las idiosincrasias de Puerto Rico.
Es por esto que los cortos locales presentados en Cinefiesta este año rompen en gran parte con estos paradigmas y ofrecen nuevos acercamientos a distintos asuntos.
A Ningún Lado, de Guillermo Alejandro Vázquez, presenta lo desolado, tedioso y aleatorio que son los años adolescentes, y Spic(k) de José Gilberto Molinari-Rosaly es un retrato de los prejuicios étnicos a los que muchos se enfrentan cotidianamente en todo el mundo.
Mientras tanto, Paridad de Vivian Bruckman Blondet expone lo entrelazado que estamos los puertorriqueños y cómo las acciones de los demás muchas veces nos afectan directamente. Por su parte, Esta Isla del director Cristian Carretero, cuenta una historia de dos jóvenes enamorados que encuentran refugio de grandes problemas en la naturaleza.
Del mismo modo, El Extraordinario Sr. Júpiter de Federico Torres se vale de la fantasía para presentar la historia de amor entre Franco Júpiter, una especie de mago y alquimista, que transforma una flor para crear a una mujer. Aunque para algunos esto parezca como un tratamiento repetido del tema del amor y los obstáculos que enfrenta, el cortometraje se destaca por su simplicidad y por cautivar a la audiencia con su ternura.
Por su parte, Lola, del director Xavi Medina, expone la cotidianidad del Puerto Rico actual: la relación amorosa entre Lola y Edna, los retos de ambas siendo parte de la clase trabajadora y la reunión que tiene el personaje titular con el padre a quien nunca conoció y quien intenta redimirse ante su hija.
El cortometraje cuenta con actuaciones destacadas de Arís Mejías como Edna y Luis Gonzaga en un rol secundario como el trabajador del estacionamiento valet del hotel, ambos quienes representan la actitud del puertorriqueño promedio de manera espectacular.
Finalmente, El Maletín de Jorge Vidal es un intento de un filme de suspenso y, sin duda, tiene sus méritos en mantener el misterio mediante falta de diálogo entre sus personajes y comenzar la acción en el medio y no en el principio. Sin embargo, la música y las acciones erradas de los personajes no logran crear la atmósfera de tensión necesaria, y el final resulta ser muy anti climático, lo cual termina confundiendo al espectador en vez de ofrecerle un momento de comprensión.