Recientemente, los medios noticiosos puertorriqueños reseñaron que el Departamento de Educación requerirá a sus estudiantes que tengan experiencias directas con la naturaleza, tales como participar de talleres y realizar visitas a lugares de valor ecológico. Este programa, conocido como “Contacto Verde” es parte de una alianza con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico.
Las experiencias que los jóvenes actuales han tenido con la naturaleza es sumamente baja si la comparamos con la que tuvieron sus padres o, particularmente, sus abuelos. La meta de Contacto Verde es que, mediante la experiencia directa, los estudiantes aprecien la importancia de conservar los recursos naturales de nuestro archipiélago.
Contacto Verde llega a buena hora. Aunque hay muchos maestros de ciencia que enseñan el valor de nuestros recursos naturales, la verdad es que la falta de contacto con nuestros ecosistemas, así como su flora y fauna, han hecho que la mayoría de los jóvenes no tengan una idea clara de los recursos naturales que tenemos. Claramente, una persona no puede valorizar aquello que no conoce, y mucho menos querer conservarlo.
La mayoría de los estudiantes universitarios no saben cuál es nuestra flor nacional (la Maga) y mucho menos pueden describir a una Reinita Común o a un Pitirre. Muchos conocen sobre El Yunque y a la Cotorra de Puerto Rico, pero desconocen que Carite y Toro Negro son bosques estatales que protegen, al igual que el Yunque, una enorme cantidad de flora y fauna tanto endémica como nativa.
De igual forma, un número considerable de nuestros jóvenes desconoce las funciones básicas de estos bosques, cómo el proveernos el agua que a diario utilizamos, el oxígeno que respiramos, la estabilidad del clima y de proveernos de plantas de uso comestible y/o medicinal. Desconocen cómo comunidades como los manglares nos protegen de inundaciones repentinas y de las marejadas ciclónicas. No saben que los manglares son el lugar en donde se reproducen o crían una enorme cantidad de organismos, particularmente peces que forman parte de nuestra dieta cotidiana.
Pero saber más sobre la naturaleza no es la única razón para acercarnos a ella. Se han estudiado los efectos de la naturaleza sobre la función cognoscitiva, el estado emocional y la salud mental. Se ha demostrado que el contacto directo con entornos naturales contribuye a un mayor rendimiento cognoscitivo, que puede potenciar la auto-disciplina y el control de los impulsos. En otras palabras que proporciona una mejor salud mental.
Por ejemplo, un estudio publicado en la Revista de Psicología Ambiental indica que el contacto con la naturaleza mejora el estado de ánimo que a su vez mejora la salud en general y las interacciones sociales. Se ha llegado a la conclusión de que el frecuentar áreas verdes, ya sean bosques e inclusive jardines, hace que la gente sea más saludable, tienda a ser más generosa, confiar en los demás y mostrar mayor voluntad para ofrecer ayuda.
Por el contrario las personas que no conviven con la naturaleza tienden a sufrir una tasa mayor de déficit de atención y síntomas de hiperactividad, así como mayores tasas de ansiedad y depresión. Otros estudios han demostrado que los jóvenes que viven en áreas urbanas están en desventajas de bregar con el estrés cuando son comparados con sus pares que viven en áreas rurales.
En este asunto, entidades como Para La Naturaleza, Ciencia Puerto Rico y las universidades del País tienen mucho que aportar. Por el momento, llevemos a los estudiantes a nuestras comunidades naturales, para que aprendan sobre sus componentes, su valor práctico y ecológico, para que de esta manera aprendan a atesorarlos. Al final, serán los jóvenes mismos los que se comprometerán a conservar nuestros recursos naturales.
El autor es Catedrático de la Universidad de Puerto Rico en Humacao y miembro de Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).