Conocí a David Ortiz Angleró en el año 2008. Coordinaba yo en ese entonces la oferta cultural del Recinto de Universitario de Mayagüez llamada Travesía…una pausa musical. Contacté a David y nos ofreció un recital íntimo (como solo él lo sabía hacer) que llamó De corazón a corazón. Lo hizo junto al músico Carlos Lazarte la noche del 6 de mayo de 2009, en el Anfiteatro Ramón Figueroa Chapel. En ese proceso, gané un amigo.
Con él también trabajé para traer a Mayagüez el Homenaje a Miguel Hernández. Lo presentamos en el Teatro Yagüez el 4 de noviembre de 2009, en la conmemoración de los cien años del nacimiento del poeta español. Su desempeño fue sencillamente magistral. Danny Rivera y Chabela Rodríguez fueron sus compañeros de escena.
Desde nuestro primer encuentro, mi impresión sobre David Ortiz Angleró fue la de un hombre serio, disciplinado, que desempeñaba su trabajo con entrega y con un respeto y orgullo profundo por lo que hacía.
A partir de nuestra primera conversación, tuve el privilegio de que me incluyera en su lista de envío diario de Pensamiento. Podía ser una frase, una oración, un párrafo, una fotografía, una pintura…lo que fuera que enviara era una convocatoria al pensamiento. Fielmente, día a día, hacía llegar su pensamiento por vía electrónica hasta que no volvimos a recibirlo.
Lo vi por última vez en el hospital. Entonces, su rostro reflejaba fragilidad y dolor; no era el mismo. Aun así, su ímpetu intacto. Me contó de sus planes; del periódico Diálogo, del libro que estaba escribiendo, y de sus proyectos futuros. Mientras me hablaba, con esa voz que, aunque tenue, siempre suya… certera, llena de esperanza y sentimiento, le brillaban los ojos al verse en ese futuro llevando a cabo sus planes.
Ya no está con nosotros. Pero siempre estará.
Mis condolencias a su amada esposa Miriam Torres y a sus hijos y nietos.