Una historia devastadora es convertida en una comedia enternecedora de la mano de Meryl Streep y sus grandes dotes como actriz. Podríamos estar describiendo muchas películas, pero esta vez nos referimos al filme biográfico Florence Foster Jenkins.
Aunque la historia de vida de Florence es un poco trágica, y el porqué detrás de eso se conoce en el transcurso de la película, el filme la transforma con chistes e inocencia. O sea, en un mundo paralelo donde las personas pueden hacer sus sueños realidad sin ser criticados, y la actuación de Streep es el foco de atención.
Aun cuando parezca estar haciendo el ridículo o cuando las excentricidades que exige el personaje parezcan excesivas, la actriz se roba el “show”. Incluso, las distracciones que provocan sus gestos y vestuario, atestado de joyería llamativa y de variaciones del color lavanda, no son suficientes como para eclipsar su desempeño. Todo lo contrario, Streep maneja todos los elementos con facilidad y los utiliza a su favor en la comedia. Este rol fácilmente podría convertirse en su vigésima nominación al Oscar.
Dirigida por Stephen Frears (The Queen, Philomena), Florence Foster Jenkins es basada en la realidad, donde Jenkins deseaba cantar en la tarima más grande y ante una gran audiencia. El detalle que desinflaría esas aspiraciones es que Florence no sabe cantar, por más que practique con el mejor instructor vocal. Peor aún, ella piensa que canta muy bien y la mayoría de las personas a su alrededor la alientan a continuar haciéndolo.
Además de Streep, las intervenciones de Hugh Grant como el esposo de Florence le dan un poco de tensión a la historia. Además de jugar un rol principal en la trama, este personaje hace una transición desde la indiferencia y de aprovecharse económicamente de su amada a alguien con sentimientos genuinos. Este Grant es de lo mejor que hemos visto en su carrera como actor.
Igualmente, Simon Helberg también tiene una destacada actuación. Como el joven pianista Cosmé McMoon, es arrastrado en esta farsa, al igual que el espectador, de aceptar a Florence como una buena cantante. En este caso, McMoon intenta ser la voz de la razón y hace lo que todos pensaríamos hacer si estuviéramos en su lugar. Helberg, conocido como Howard en la comedia Big Bang Theory, carga con los momentos más divertidos del filme.
En términos visuales, es probable que esta película ingrese en la contienda por mejor vestuario (Consolata Boyle) y mejor diseño de producción (Alan MacDonald). Su interpretación precisa de Nueva York en los años 40 son muy acertados y visualmente agradables.
Esta película puede ser descrita como la historia inspiradora de la peor cantante del mundo. También, como otro filme en donde queda comprobado que nada supera a Streep en un papel protagónico. Así, es probable que quien la vea sienta que se le encoge un poco el corazón y ría un poco con una sola lágrima bajándole el rostro. O tal vez, la crea tierna, diga un ‘ay bendito’ y se marche del cine.