Había que volver aunque sea por un ratito. Está bien eso de acuartelarse en Cuba y finalizar el entrenamiento en Penn State, lo que ha sido la casa fuera de casa, pero al Club Sparta había que volver.
“Yo llegué ayer y me voy mañana”, dice el luchador Franklin Gómez, uno de los atletas caribeños más prominentes de los pasados años. “Pero es que tengo que venir aquí a ver al corillo. Este es mi hogar”, explicó el laureado competidor.
Sí, es una calurosísima tarde del jueves y Franklin anda en el Club Sparta de lucha, al lado del cuartel de Puerto Nuevo. Se puso el uniforme “porque los periodistas me dijeron”, pero si por él fuese, estuviese en ropa de civil, “porque es que yo vine para ir a almorzar con los muchachos”. Allí está Lester y el pequeño Chuvi, pero, más que nada, allí todos los días está la matrícula de dos centenares de atletas que quizás no llegaran al club si no fuese por lo logrado por Franklin y por otros luchadores como Luis Soto o Jaime Espinal.
“Yo llegué en 1994 a Puerto Rico y en par de años me integré al club. Cuando llegué creía que la lucha era otra cosa. Algo así como el Undertaker o qué sé yo. Era un niño. Es bueno ver muchos niños llegando ahora, como lo hice en aquel tiempo”, expresó.
Franklin llegó a Puerto Rico desde la República Dominicana en los noventa, años después de que su papá falleciera en 1991, tras su madre, Margarita Matos, mudarse al archipiélago borincano. No tan solo el Club Sparta lo levantó a él si no que él levantó al club, al punto de que ahora mismo es una de las mejores facilidades para lucha en todo Latinoamérica, gracias a auspicios alcanzados, como Banco Popular y T-Mobile. Este es un renovado Club Sparta, pero Franklin recuerda “cuando eran apenas par de colchones en el piso, de ahí es que yo salí”.
Y de ahí salió hacia Estados Unidos, donde su talento le mereció una beca de escuela superior. Luego completó estudios en Michigan State y para principios de esta década se unió al equipo de trabajo de Penn State, fundando incluso un club comunitario de lucha. En NCAA fue campeón en las 133 libras en 2009.
A nivel internacional, posee una medalla de plata ganada en el Mundial de Estambul en 2011, además de una medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, y una de bronce en los de Toronto 2015. Ganó bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010, y oro en los de Veracruz 2014.
“Pero, realmente, esas medallas se quedan cortas ante ver cómo hemos logrado echar hacia adelante el Club Sparta”, dice, mientras admira las nóveles facilidades, inauguradas hace tres años en su patio trasero, Puerto Nuevo.
“Mira, yo me he puesto a pensar, y mientras más pienso, más me convenzo que lo logramos por nuestro propio mérito. Ok, tú tienes muchas canchas de baloncesto, mucha gente juega baloncesto, ese es el deporte de aquí. Y béisbol también. Y ahora, pues fútbol también. ¿Pero lucha? Nosotros venimos haciendo esto hace tiempo. Yo estoy bien orgulloso de lo que hemos logrado”, sostiene mientras mira alrededor del club, que ubica aledaño a la Escuela Superior Gabriela Mistral.
En estos momentos, Franklin completa -por Internet- una maestría en administración. Sabe que le debe todo a la lucha, pero también mantiene su fe cristiana como norte, pues “sin Cristo no sería nada”. Su reto más inmediato, empero, será en Río de Janeiro, donde buscará una medalla por Puerto Rico. En Londres 2012, Franklin era considerado una de las más fuertes apuestas para presea por Puerto Rico, pero le tocó enfrentarse al campeón mundial Besik Kudukhov, de Rusia, quien lo derrotó en el primer round.
“Pues, no te miento si te digo que quiero sacarme la espinita esa de pasar de la primera ronda en las Olimpiadas. Yo estoy trabajando duro para eso. No quiero especular, pero para eso es que trabajamos, y, Dios mediante, tendremos una buena actuación en Río”, apuntó.
Pase lo que pase, Franklin siempre será uno de los muchachos del club de lucha de Puerto Nuevo.
“Yo voy y vengo, pero siempre vuelvo”, sonrió.