Recientemente se publicó el catálogo de artistas puertorriqueños Frescos, el cual recoge imágenes del trabajo de 50 artistas y 8 textos que discuten la propuesta del catálogo y temas referentes a la producción actual de arte en Puerto Rico. En el libro se muestra la obra de artistas menores de 35 años para ejemplificar de manera amplia la diversidad discursiva del arte plástico puertorriqueño dentro y fuera del país los últimos años. Frescos estará a la venta dentro y fuera de la Isla, disponible en museos y bibliotecas nacionales.
Tal cual declara el prologo de la publicación: FRESCOS es un punto de partida. Su foco, dar a conocer una nueva cepa de artistas puertorriqueños. Su meta, marcar una época, hacer constar de manera estandarizada y formal el trabajo de una generación que, si bien tiene práctica activa dentro y fuera de la isla, carece de los canales de comunicación y difusión adecuados para que su trabajo se conozca ampliamente. (Frescos, p.6) Según expone la Editora: Los criterios de selección fueron: calidad, consistencia, audacia de las propuestas trabajadas, potencial de desarrollo y participación activa en exhibiciones. (Frescos, p.6) Los curadores encargados de la selección de artistas fueron: Cheryl Hartup, estadounidense curadora en jefe del Museo de Arte de Ponce, Elvis Fuentes, cubano curador en el Museo del Bario de Nueva York, Paco Barragán, curador independiente español, conocido en Puerto Rico por haber curado la Feria Circa. La antigua rectora de la Escuela de Artes Plásticas Marimar Benítez, el mejicano Pablo León de la Barra, Silvia Karman Cubiña, directora y curador del Bass Museum de Miami, Marianne Ramírez Aponte, directora del Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, el venezolano Juan Carlos López Quintero, actual curador del Museo de Arte de Puerto Rico y Marisol Nieves, quien ha sido curadora independiente y vicepresidenta del área latinoamericana de la casa de subastas nuyorquina Sotheby’s.
Celina Nogueras abre la publicación con un texto que sirve como declaración de motivos sobre el libro, introduce el término “frescos” para nombrar la generación de artistas que producen del año 2000 en adelante. El texto propone unas categorías para agrupar el trabajo de estos artistas, entre las que sugiere el kitsch como un posible marco para ver el trabajo de Melvin Martínez, Ángel Otero, Josué Pellot y Melissa Calderón; de ellos los primeros dos son pintores que dialogan con la abstracción a través de la incorporación de materiales poco nobles como la escarcha y el bondo. Pero en el caso de Pellot y Calderón la categorización puede ser preocupante debido a que la aseveración parecería un señalamiento occidentalista sobre las manifestaciones identitarias expuestas en la obra de ambos artistas. Entre otras cosas, Nogueras enfatiza en que esta generación, a diferencia de las anteriores, no tiene una preocupación sobre identidad que se haga evidente en su producción. Esta afirmación merece ser vista ante las discusiones que no descartan como algo superficial la pluralidad de posibles discursos que se canalizan a través de las nociones de lo que pueda ser identidad; tema que no se debe limitar a una modalidad estética ni a un momento en particular de ninguna historia.
Por su parte, el mejicano Pablo León de la Barra, se vale de una referencia extranjera que describe superficialmente el foro del arte en Puerto Rico durante la década de los 70. En su texto, De la Barra señala el paternalismo y la ausencia de contexto de parte del escritor para entender y apreciar la producción local. Pablo menciona proyectos y obras que podrían considerarse fundamentales en la Isla a la hora de discutir la producción plástica nacional de estos últimos 10 años, pero no las discute ni las analiza a profundidad. El escritor finaliza su ensayo con un tono similar al que critica, un tono un tanto paternalista, recomendando a los jóvenes puertorriqueños que pongan más Puerto Rico en su trabajo. ¿De qué manera podríamos ser más puertorriqueños? ¿Será que las contradicciones no forman parte del repertorio de posibilidades que conforman las identidades? No es sólo el caso de De la Barra, la publicación en general es bastante acusatoria sobre lo que han sido los discursos nacionalistas en relación a la producción y los intereses temáticos de los artistas. Aún así, no parecen dar nuevas estrategias de lectura más allá de las versiones occidentalistas postmodernas.
En el caso de Marianne Ramírez y Juan Carlos López Quintero observamos un repaso ligero por las condiciones de producción más recientes. Ambos son curadores institucionales que, a pesar de sus capacidades y pericias, parecen no participar de lleno de las dinámicas de producción del arte que se da en la Isla. Sin embargo, es una lástima que textos como el de la curadora Cheryl Hartup y Elvis Fuentes no sean más extensos. La censura local e internacional que ha sufrido la historia del arte puertorriqueño demanda la profundidad y el análisis de estos ensayos para entender y definir el rol de las artes en el Puerto Rico de hoy.
Frescos sin duda, constituye un principio que afirma la existencia de un campo listo para ser investigado. Es evidencia de la amplia gama de artistas preocupados por la generación de discursos concientes del lugar y las circunstancias en las que viven. A la vez, no podemos ignorar que queda mucho por hacer, discutir y documentar, como lo señala la siguiente cita: Al dar cuenta del arte latinoamericano, nos parece que Puerto Rico, lejos de ser la excepción, puede ser visto como paradigma de lo que significa el arte en nuestra América, con sus aciertos y sus problemas. En manos de estudiosos capacitados, el arte puertorriqueño se revelará como ejemplo de las posibilidades, éxitos y limitaciones de un arte enfrentado por décadas a la producción hegemónica internacional, léase Europa y Estados Unidos. Para un historiador de arte latinoamericano, el arte producido en Puerto Rico puede ser estímulo para considerar y reconsiderar las ideas que comúnmente se trabajan en esta disciplina. (Nelson Rivera, p.45 – Con Urgencia: escritos sobre arte contemporáneo puertorriqueño)
El autor artista y es gestor cultural.
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