El boxeo es un deporte de contacto en donde los puños se dan por encima de la cintura. Sin embargo, en la película Hands of Stone los golpes físicos son la minoría ya que el enfoque principal es en la mente y las emociones.
Dirigida y escrita por Jonathan Jakubowicz (Secuestro Express, Southbound), esta película biográfica relata la vida del panameño Roberto “Manos de Piedra” Durán, considerado uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos. Durán es reconocido en el mundo deportivo por su rivalidad contra “Sugar” Ray Leonard, quien comenzaba a enamorar a todos con sus impresionantes habilidades y velocidad inigualable en el cuadrilátero. En el octavo round del segundo encuentro entre ambos, muchos aseguran que Durán exclamó “no más”, y por eso se retiró del combate. No obstante, esta afirmación ha sido puesta en duda, pues alegadamente no fue Durán quien lo dijo, y no necesariamente se decía tras reconocer que sería imposible vencer a Leonard.
En Hands of Stone, vemos las diversas razones que pudieron influenciar este suceso. Claro, las presenciamos desde la perspectiva de Durán, interpretado por Édgar Ramírez, y su entrenador Ray Arcel, papel jugado por Robert De Niro.
Las actuaciones de ambos son excelentes, al primero da mucho gusto verlo en un rol que lo reta luego del desastre de Point Break (2015). Como Durán, Ramírez nos suelta en el “ring” con un macho alfa marcado por el abandono de su padre, la pobreza y la situación política de su país. Es un personaje apasionado e impulsivo. Su intensidad a lo largo de la película es mostrada más fuera del cuadrilátero que adentro. De esta manera, la película se convierte en una explicación de casi dos horas de por qué Durán se retiró de la pelea, más allá de relatar su gesta como boxeador.
La película habla sobre el deporte, sus beneficios y cómo este puede llevar gloria y felicidad a un país. Habla, también, sobre la llegada de la televisión y su impacto en el boxeo y sobre cómo los boxeadores se convirtieron en objetos mercadeables de sus promotores. De la misma manera, el sentido de patriotismo está muy presente y cómo las tensiones políticas, en este caso entre el presidente Carter y el general Torrijos en disputa por el Canal de Panamá, influyen en el desempeño de los atletas, además de las relaciones interpersonales.
Entonces, aunque supone ser una representación biográfica de un boxeador, Hands of Stone se enfoca más en las presiones fuera del “ring”, lo que hace ver toda escena dentro de él como una imposición para cumplir con la cuota de acción. Las escenas están muy bien ejecutadas, pero su incorporación en la historia no le hacen justicia a la labor del boxeador.
Sin embargo, para trazar una línea conectora entre todos estos puntos dentro y fuera del ring, tenemos a De Niro, cuya participación como el entrenador de Durán es, sin duda, la mejor parte de esta película. Su personaje es el mejor escrito, desarrollado y ejecutado. Entre todas sus enseñanzas, nos instruye sobre la táctica y la estrategia, una clase de psicología boxística 101 infalible: la táctica es aquella acción de repercusiones inmediatas, mientras que la estrategia remite a la totalidad del asunto. La primera puede fallar, pero la segunda no.
Por otro lado, entre el resto del elenco se destaca Usher Raymond IV como “Sugar” Ray Leonard, que aquí no es más que encantador y muy parecido al boxeador en sus inicios. Ana De Armas, Rubén Blades y Ellen Barkin completan el elenco principal.
La película se pasea entre el inglés y el español, entre Panamá y Estados Unidos. Esto la hace ver un poco más genuina y la relación entre los actores fluye con más naturalidad. El cine hollywoodense no es un extraño a la “americanización” de las películas, en donde actores estadounidenses se apoderan de los roles e historias que no les pertenecen. Sin embargo, y aunque el actor más panameño en este filme es Rubén Blades, al menos el resto del elenco es latino y sus intervenciones son muy acertadas.
En fin, Hands of Stone se suma a la lista de películas biográficas de boxeo recientes, como Cinderella Man y The Fighter y otras no tan verídicas como Southpaw y Creed. Igualmente, el estreno de esta concuerda con la coyuntura histórica que hemos vivido en estos últimos días por las Olimpiadas. Particularmente, sobre qué significa representar a tu país.