Con la emoción de un pibe que recuerda a su amigo, el veterano profesor Gabino Irizarry cuenta la primera vez que vio a su panita ‘Pochy’ quedarse con el canto en la pista de atletismo.
“Esto fue mucho antes de que nos hiciéramos amigos”, da la advertencia el sangermeño don Gabino, insigne figura del deporte universitario, tanto a nivel nacional como en el Recinto Universitario de Mayagüez donde laboró durante tanto tiempo.
“Era el 1954. Yo estaba en escuela superior y como me gustaba el deporte y era atleta me fui al Isidoro ‘Cholo’ García. Para ese tiempo, el caballo del ‘Colegio’ era Norberto Cruz, un gran atleta, que dominaba en salto a lo largo, en triple salto y hasta en velocidad de 100 metros, un fenómeno que también jugó béisbol profesional y baloncesto con los Atléticos de San Germán. ‘Pochy’ hacía otros eventos, pero la ‘Iupi’ decidió ponerlo en salto a lo largo. Todo el mundo pensaba que Norberto se lo iba a ganar cómodo, pero ‘Pochi’, contra todo pronóstico, se lo llevó. ¡Ahí supe que era un atleta del cara’ ese ‘Pochy’!”, exclama dentro de ese júbilo que siempre permite el luto.
Dentro de los círculos deportivos de Puerto Rico, Reinaldo ‘Pochy’ Oliver, quien el lunes pasado abandonó su forma terrenal, es una figura muy recordada, respetada y apreciada. Gabino Irizarry, por ejemplo, fue su rival en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI), pues cuando Oliver era entrenador en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, él hacía lo propio en el ‘Colegio’, durante “unos tiempos en los que la competencias era bien distinta”.
“Antes se competía pero todo terminaba en una amistad increíble. Hoy día veo que las cosas han cambiado un poquito y eso es lamentable. Yo competía en contra de la ‘Iupi’ como entrenador, pero, al igual que ‘Pochy, Luis Alers, que en paz descanse también, era mi gran amigo. Igual era con Yoyo Ortiz, el entrenador de Cayey o Guillermo González de la Universidad Católica. Era algo tan sano y enfocado en el desarrollo de nuestros atletas, era otra cosa”, resaltó.
“Entonces, pues ‘Pochy’ y yo nos hicimos muy, muy amigos. Cuando venía a San Germán a dar talleres o a competir, se quedaba en casa de mi familia. Cuando fui comisionado de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI), él fue mi mano derecha. Pueden decir que yo era el jefe, pero ‘Pochy’ nunca trabajó para mí, él trabajaba para el sistema universitario. Son tantos recuerdos. Por ejemplo, hicimos varios viajes, y uno que recuerdo bien fue cuando fuimos a una reunión cumbre de la NCAA en San Antonio, para aquel tiempo en que el doctor Norman Maldonado era presidente de la UPR. Yo me acuerdo que a ‘Pochy’ hasta le daban miedo los aviones. Era una persona bien sencilla”, interpuso.
Son muchas más experiencias junto a Oliver que sin zozobrar se pierden en la prodigiosa mente del profesor Irizarry. Está “la frase que siempre me decía cuando me llevaba a comer en el Área Metro. Me decía: ‘Acá yo te traigo a Pollo Tropical, pero cuando vayamos al oeste me llevas a comer langosta. ¿Entendido?’ Siempre estaba de buen humor”.
“O la vez que lo invitaron al Pabellón de la Fama del Deporte que ubica en el estadio Sixto Escobar, que les contestó que él no iba a entrar allí hasta que no exaltaran a Chavalillo Delgado, quien es una gran figura del sóftbol mundial y del deporte puertorriqueño. Él aceptó entrar en el de San Germán, porque yo le insistí. Era muy, muy humilde”, agregó en alusión a quien fuese “el hermano que me dio el deporte”.
Irizarry recordó cómo desde hace unos años su gran amigo comenzó a sufrir de Alzheimer, lo que aceleró el deterioro de su salud. Indicó que previo a esto, Oliver lo invitó a que fuera testigo de la redacción de su testamento junto a dos otros personajes del deporte puertorriqueño: el experimentado cronista y analista deportivo Manuel Charbonier y el veterano hombre de béisbol Mako Oliveras.
“Chacho, ese ‘Pochy’ era tremendo”, sonrió durante una plática con Diálogo el gran Mako Oliveras, dirigente puertorriqueño con más campeonatos en la Liga de Béisbol de Puerto Rico.
“Yo conocí a ‘Pochy’ cuando yo entré de jugador en San Juan con los Senadores. Era el 1968, y ‘Pochy’ era coach con Santurce. Recuerdo que uno llegaba al Bithorn, donde para aquel entonces había una pista de atletismo, y ‘Pochy’ estaba ya dándole vueltas a la pista. ¡Pero lo más cañón era que había llegado corriendo desde la ‘Iupi’! ‘Pochy’ era algo fuera de este mundo”, puntualizó.
Oliveras, quizás el dirigente más grande en la historia del béisbol puertorriqueño, catalogó a Oliver como “un padre”, mientras luchaba porque su voz no se quebrantara al contarle a este diario digital anécdotas de su mentor.
“A ‘Pochy’ se le respetaba mucho. Él me ayudó mucho con el desarrollo de mi carácter. Tuve la dicha de hacerme su amigo personal, tan así que cuando había fracasado en la ‘Iupi’ como estudiante él me ayudó a reingresar y a volver a estudiar”, suspiró.
“Jajaja… te tengo una buena de ‘Pochy’. Durante su hora de almuerzo, habían veces que ‘Pochy’ no almorzaba por irse a nadar a la piscina de la ‘Iupi’, que tú sabes que eso es inmenso. Le daba veinte mil vueltas y se quedaba como si na’. Pues un día me invita. Y yo, creyéndome que sé, pues fui pa’ allá. Yo intenté estar esa hora entera con él ahí y por poquito me ahogo. Yo no sé cómo no me ahogué. Él hacía sus vueltas en la piscina como si nada, y yo, un mandulete mucho más joven que él, casi sin poder respirar”, manifestó Oliveras, soltando un par de carcajadas cariñosas.
Oliver también fue recordado por otro de sus discípulos, el sazonado comunicador Manuel Charbonier.
“Imagínate, era mi maestro, mi mentor. Consultaba casi todas mis decisiones con él. Era una persona que no tenía nada suyo, todo lo de él le correspondía a las personas que estaban a su alrededor, o a quienes lo necesitaran más que él”, aseveró Charbonier.
De hecho, el profesor Irizarry recordó cuando Oliver recomendó a Charbonier para que trabajase en la LAI.
“¿Y cómo me iba a fallar, si me lo recomendó ‘Pochy’?”, señaló don Gabino.
“Puede que ‘Pochy’ haya sido un gran atleta, uno de los mejores de la historia de Puerto Rico y uno de los más completos. Fue tremendo atleta, pero mejor ser humano”, finalizó el profesor.
Y así, algunos de sus mejores amigos lo recuerdan. Este miércoles, muchos de estos amigos de antaño le rendirán homenaje en la pista del Recinto de Río Piedras, donde tantos años pasó Oliver esparciendo su sabiduría. Un tributo póstumo se le rendirá durante la mañana, mientras que a la una de la tarde se le recordará en la Casa Olímpica de San Juan y en la noche en la funeraria Buxeda de Hato Rey.