“Viendo el mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida.
El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida!
Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!”
Augusto Boal, 27 de Marzo de 2009 (día mundial del teatro).
La atención de los presentes no se despegaba de la lectura que se hacía en la plaza, aún con el ruido alrededor y el hecho de que la presentación fuese en un Espacio Abierto, lleno de distracciones, pero a su vez de inclusión. Cinco personajes. Se narraba la tortura de siete hermanos por no delatar a su líder, Judas Macabeo.
Los espectadores seguían el texto de manera que a los pocos minutos eran ellos los interrogados, sentían la tensión de quienes se cuestionan y naturalmente, esto les llevo a cuestionarse, a dudar, a verse. Al final de la pieza eran ellos, era Puerto Rico, éramos todos. La pieza y el Teatro del Oprimido de Augusto Boal no pretendía sino eso: crear un diálogo, una estética capaz de sin ser violenta, incitar a crear oposiciones capaces de urdir soluciones. Tal como su manifiesto lo expone, “buscando la paz, pero no la pasividad.”
Todos poseemos el teatro en nosotros mismos. Mediante ejercicios, juegos y técnicas, basadas en el teatro Esencial, se parte de la premisa de que el ser humano actúa continuamente para sobrevivir. Estar en sociedad nos exige que vivamos representando roles, que seamos capaces que observar y de imaginarnos, todo ser humano tiene la capacidad de crear: “ser humano es ser teatro”.
El actuar es un lenguaje más y el Teatro del Oprimido utiliza ése aspecto para potenciar un diálogo de carácter estético que permita al individuo “analizar su pasado, en el contexto de su presente, para poder inventar su futuro, sin esperar por él.”
Este diálogo significa la participación de manera equitativa de la sociedad humana, respetando toda cultura y diferencias, pero especialmente para los oprimidos, entiéndase por sus principios a “los individuos, o grupos, que son socialmente, culturalmente, políticamente, o por razones de raza o sexualidad, o en cualquier otra manera, desposeídos de su derecho al Diálogo, o impedidos de ejercer este derecho”.
Estas técnicas se convierten en un Lenguaje Humano al servicio y como herramienta de y para la sociedad, como expone Boal “teatro de, por, y para el oprimido”. Este crea las condiciones para que se lleve a cabo un diálogo participativo, y ha potenciado una forma alternativa de aprendizaje, creando espacios en la denuncia y la intervención social en varios países del mundo, comenzando en Brasil donde Boal, pedagogo, dramaturgo, escritor, director teatral y activista cultural comenzó a utilizar el Teatro del Oprimido como respuesta política, como gestión social y cultural.
En uno de sus exilios por la persecución política que se llevó a cabo en su contra en su país decide extender su teatro por toda América Latina. En 1971 llega a Argentina y entre sus proyectos redacta Torquemada, una pieza que reflexiona en las torturas y las prácticas represivas en general llevadas a cabo por parte de instancias institucionales, especialmente en América Latina. La técnica permite que el eje de acción, por medio de un aparente juego de llena blancos en su libreto, se traslade a cualquier lugar y tome los modos de represión propios de cualquier país para reflexionarles.
El Taller Múltiple Espacio Abierto, mediante una lectura dramatizada compartió con los presentes esta pieza en la actividad llevada a cabo el pasado 30 de junio de 2011 en la plaza Colón del Viejo San Juan en recordación a los actos de violencia y represión efectuados por la policía a manifestantes el año pasado frente al capitolio. Durante las expresiones en la actividad se reflexionó sobre los lazos de solidaridad que han surgido de actos como éstos.
La capacidad del pueblo de no asumir el papel de víctimas ante los atropellos, sino de convertirnos en entes de gestión y creadores de nuevos lazos de comunicación. Transformar con acciones concertadas, apostando a nuestro esfuerzo y a la unión. Como el mismo Boal, no podemos sino afirmar que de la misma manera creemos en paz, más nunca en pasividad. El primer postulado de éste método propone humanizar la Humanidad. Humanizar es también subvertir.
Referencias:
Declaración de Principios – Organización Internacional del Teatro del Oprimido (ITO). Augusto Boal, Río de Janeiro, 2004. www.theatreoftheoppressed.org
La autora es