La situación por la que atraviesa la Universidad de Puerto Rico (UPR) actualmente ofrece una oportunidad para imaginar una universidad distinta, más acorde a las condiciones de la sociedad puertorriqueña contemporánea. Para resaltar esta conversación, el Instituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (INESI) presentó ante la Comisión Senatorial de Educación y Reforma Universitaria la revisualización de los recintos de la UPR como ejes para colaboración multisectorial regional convirtiéndolos en Centros para el Desarrollo Regional Sostenible (CenDeroS).
Lejos de fusionar recintos basado en su tamaño y características físicas, esta propuesta pretende redefinir las unidades como espacios públicos para la deliberación participativa y el desarrollo de visiones regionales inclusivas, donde los múltiples sectores —municipios, la empresa privada local, las comunidades, sindicatos, el movimiento estudiantil y la administración universitaria— converjan en vías a desarrollar de manera sostenible sus regiones.
De esta manera, los 11 campus de la UPR se harían relevantes para la región que los alberga, las comunidades con las que conviven, la fuerza laboral a la que impactan, y podrían llegar a crear redes colaborativas resilientes, de gobernanza poli céntrica y que alumbren el sendero hacia lo posible.
El quehacer de los recintos estaría apoyado por plataformas de convergencia interdisciplinarias (PCIs) en áreas medulares de política pública como salud, educación, familia, infraestructura crítica, entre otras. Las PCIs son herramientas innovadoras de manejo de conocimiento a nivel sistémico, que identifican y conectan recursos que trabajan los mismos asuntos, pero que usualmente no se comunican por “pertenecer” a disciplinas, programas, departamentos, facultades y recintos diferentes. Las PCIs son similares al sistema de Institutos Nacionales que prevalecen, no solo en Estados Unidos, sino también en la Unión Europea.
Proponemos, además, “abolir la presidencia” para desconcentrar el poder y aplanar la estructura jerárquica de la universidad utilizando las tres patas de un taburete como símbolos de la labor docente, de investigación y de servicio que se supone guía nuestra universidad. Un comité timón actuaría como ente facilitador de actividad de excelencia en esas tres áreas, en vez de una silla presidencial sobre la cual descansa todo el poder. ¡Posiblemente la primera Plataforma de Convergencia Interdisciplinaria pudiera ser la de Gestión Universitaria!
Definitivamente, tenemos recursos internos tremendos para cumplir con esta propuesta. ¿Quién mejor dotada para repensar la docencia desde una perspectiva más amplia que la doctora Lissette Rolón Collazo y su experiencia con el Centro Universitario para el Acceso? ¿O quién mejor que la doctora Isar Godreau, con su experiencia dirigiendo el Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias de la UPR-Cayey, para lograr una mirada más amplia a la investigación científica? ¿O quién mejor que la profesora Luisa Seijo Maldonado, directora y creadora del Instituto Universitario para el Desarrollo de las Comunidades, para ofrecer una visión más amplia e institucionalmente fuerte del servicio?
Independientemente de si este es el modelo, la presidencia ahora mismo es un estorbo a la movilización tan necesaria de las iniciativas que ya se están presentando y necesitan de un apoyo institucional que solo se puede dar a nivel sistémico. Probablemente, necesitamos a alguien en la silla de la presidencia que su misión expresa sea desmontarla y aceptar un nuevo paradigma. La doctora Martha Quiñones Domínguez, candidata a la presidencia de la UPR corre su campaña sobre esa premisa, y ha sido avalada por varios cuerpos universitarios. Sin embargo, para cumplir con estos objetivos, la universidad necesita visualizarse cómo parte del tejido social puertorriqueño y la separación del conocimiento experto del resto de la sociedad necesita transformarse.
También la relación de cliente-proveedor que ha fomentado la UPR de antemano limita la participación amplia de todos los sectores universitarios en la deliberación. El rol del cliente recurre a la queja como herramienta cuando el servicio no se le ofrece, se le ofrece “mal” o resulta interrumpido. Por lo tanto, es de esperarse que solo aquellos miembros de la comunidad universitaria que tienen un interés particular participen del ejercicio de reforma. Esto no es la participación amplia de todos los sectores universitarios.
Además, el modelo de gobernanza Decide-Anuncia-Defiende que caracteriza la toma de decisiones gubernamental en Puerto Rico crea un ambiente de conflicto que no permite el tipo de proceso necesario para la transformación. Se necesita un espacio en donde representantes de todos los sectores deliberen sobre la transformación del Sistema, incluyendo en el diálogo las diferentes comunidades que rodean la UPR.
De hecho, el diálogo con las múltiples comunidades externas a los recintos puede transformar cómo la universidad ve su misión y visión de manera más contextualizada. Asimismo, puede abrir senderos de colaboración que apoyen a la creación de resiliencia tanto institucional cómo regional a lo que ya sabemos van a ser años difíciles en un futuro cercano.