La historia comenzó mucho antes. En la infancia, quizás. Isabel Gandía –el cabello color miel, los ojos iguales– hurga en su memoria la razón por la cual hace más de dos años, esa brújula que algunos cargan dentro la llevó a Brasil. A São Paulo, específicamente; ese gigante industrial donde, entre otras cosas, se debate la opulencia con la escasez lisa y llana.
Junto al activista y gestor estadounidense Todd Lester, Isabel forma parte del proyecto Lanchonete.org., que funciona como una residencia para artistas tanto brasileños como internacionales, toda vez que ayudan, en paralelo, a crear un lugar gastronómico con la intención de que confluyan personas de procedencias variopintas.
Su padre, el músico Rucco Gandía, vivió en el país lusófono cuando Isabel era una niña. Durante ese periodo, las historias de su progenitor contadas a la distancia alimentaron su imaginación, dando paso al amor que hoy le prodiga al gigante del sur. “Más adelante, en viajes de estudios, me daba cuenta de mi afinidad y gran relación con personas de Brasil, siempre he gravitado hacia allá”, admite ahora.
De aquella niña maravillada quedan resabios en la mujer que es hoy. Isabel realizó estudios en Bellas Artes en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y hace apenas dos años culminó una maestría en el Pratt Institute de Nueva York en Arts and Cultural Management, ciudad en la que actualmente reside. Fue precisamente en esa institución educativa donde conoció a Todd, mientras este dictaba una conferencia sobre Free Dimensional, entidad que promueve el activismo y la libre expresión, además de ayudar a trasladar de sus países a artistas cuando sus vidas corren algún riesgo.
“Yo por poco lloro cuando escucho a este hombre hablar. ¿Hello?, claro, si los artistas son también activistas”, recuerda Isabel. Y añade que contactó a Todd hasta que este le propuso trabajar en Lanchonete.org.
En Brasil se le conoce como lanchonete a esa especie de cafetería que es común no solo en São Paulo, sino en el resto del país. La idea de Todd e Isabel fue abrir un negocio como este, ya que según explica, a diferencia de otros lugares de comida, las fronteras de clase se disipan, no así en infinidad de otros espacios paulistas donde la segregación social es mucho más notoria y brutal. Por su porosidad y diseño, en un lanchonete circulan personas que de otro modo no coincidirían.
Lanchonete.org trasciende incluso a sus creadores, puesto que pretende trenzar vínculos con organizaciones locales que nunca antes se habían cruzado. El proyecto se divide en dos frentes. Por un lado se encuentra la residencia artística. Cada cuatro meses y, durante dos años, artistas internacionales desarrollarán trabajos interdisciplinarios cuya punta de lanza sea incidir en el entorno urbano. A su vez, por cada cuatro artistas internacionales, ocho nacionales hacen lo propio tomando como foco “el desplazamiento, la diferencia de clases, la transportación’’, entre otros, detalla Isabel.
De otra parte, se encuentra el lanchonete. Este funciona como punto de encuentro y desarrollo de una alternativa económica, que aporte al proyecto el ingreso necesario para llevarse a cabo. Actualmente funciona con huertos urbanos en asociación con Gastromotiva, organización que les enseña a cocinar a jóvenes en São Paulo.
“Todo es uniendo redes”, dice Isabel, y sus ojos se agrandan. “A veces las organizaciones no se conocen y el proyecto pretende tejer una red para que se conozcan. Es unir todas estas partes y hacer una coreografía en la ciudad. Nuestro trabajo es hacer esos enlaces”, añade, en relación a dos entidades que se conocieron gracias al proyecto que esgrime. Gastromotiva, por ejemplo, desconocía la existencia de Cidades Sem Fome (Ciudades sin hambre), un huerto urbano a las afueras de São Paulo.
A Lanchonete.org se han unido otros proyectos. Tal es el caso de la Ocupación São João, iniciativa liderada por mujeres. “Cogieron un hotel, lo ocuparon y patrimonializaron–para que no lo derrumben– e hicieron un centro cultural”, explica Isabel, y agrega que ahora prestan a uno de cada cuatro de los artistas internacionales de Lanchonete.org una habitación donde alojarse mientras transcurre el tiempo de la residencia.
Isabel tiene claro, al igual que Todd Lester, que su trabajo será manejar las riendas del proyecto hasta que se concierten los lazos necesarios para que este opere de forma independiente en el futuro.
Aunque sus días transcurran lejos de su País, laborando en la industria del cine, a su regreso a Puerto Rico espera armar un proyecto similar. “Ese regreso no está en juego para mí. Siempre he fantaseado con tener una residencia en mi casa de campo en Adjuntas”, comentó. Hay convicción en su voz. En las palabras que lanza al aire. Y remata: “De lo que se trata es de crear un nuevo modelo de ciudad”.