A las 5:30 de la madrugada del pasado martes sonó la alarma que había programado para visitar el Cayo Aurora, conocido comúnmente como “Isla Guilligan”. Tan ingenuo yo, no sospechaba que la fama del Cayo había aumentado en grandes proporciones y mucho menos que los boletos diarios para visitar la islita eran limitados.
El caso es que luego de alrededor de dos horas de camino, pasar de largo la salida que me llevaría hasta el puerto y llegar hasta Sabana Grande, cuando estaba ya listo para arribar al “Ferry de la Isla Guilligan”, una joven me detiene:
– ¡Hola! Buen día. ¿Le puedo ayudar en algo?
Yo con mis gafas, neverita en mano, traje de baño y chancletas ‘mete deo’, sonriente:
– Voy pa’ Isla Guilligan. Aquí se coge el ‘ferry’ ¿verdad?
– Sí, aquí es. Los boletos se acabaron a las 8 de la mañana. Tiene que regresar mañana.
Mi sonrisa se nubló y perdí la fuerza con que cargaba la neverita. “¿De verdad no voy poder visitar la Isla Guilligan?”, le pregunté a la joven encargada de vender los boletos. “Bueno, puedes hablar con alguno de los pescadores a ver si te puede llevar”, me respondió.
Así pues, me dirigí a uno de ellos, que en principio se negó a darme ‘pon’ en su bote. Estuve a punto de rendirme. Me senté y comencé a buscar en el teléfono otras playas del área sur, que estuviesen aptas para bañistas. El viaje había sido muy largo y la alarma había sonado demasiado temprano como para no aprovechar el día. Cuando me disponía a montarme en el carro para llegar a otro destino, la joven de los boletos se acerca disimuladamente hacia mí:
– El pescador dice que te va a llevar, pero no hagas mucho ruido porque te deja.
Yo que ya había montado la neverita y el bulto de vuelta en el carro, agarré todo de nuevo a las millas y llegué al bote casi desapercibido. Camino a Guilligan, no pude entrevistar al pescador ni tomarle fotos, porque se suponía que está prohibido llevarme hasta el Cayo. A mí me encanta el mar, pero le tengo pánico a la profundidad del océano, así que no pensaba lanzarme. Llegué al puerto de Guilligan sano y salvo, listo para disfrutar del regalo de la naturaleza, que a fin de cuentas, es de todos y para todos. Que quede claro que no recomiendo que busquen un pescador que los lleve. Si está leyendo esta crónica, sepa que debe llegar temprano para que se monte en el bote correcto y autorizado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
Indagando un poco más en el asunto de los boletos, me enteré de que hay 500 pases autorizados por el DRNA para visitar Ghilligan diariamente, 250 para los que llegan al puerto de Guánica, donde se toma el “ferry”, 75 le pertenecen al Copamarina Beach Resort, justo al lado del puerto, y el restante a otras hospederías más pequeñas que bordean la costa de Guánica. Es decir, Guilligan es un cayo cuasi-privatizado. Desde el Cayo, se pueden observar varias construcciones de alto costo justo frente al mar, en la costa de Guánica, con espacio para botes y acceso directo a Cayo Aurora.
Guilligan es un rincón paradisíaco de Puerto Rico. Allí, la naturaleza conspiró para dar a luz un pedazo de tierra perfecto para relajarse, compartir con la familia y amistades, disfrutar del mar y el sol, y desligarse de la rutina y los pesares.
Se trata de una de las tres islitas que conforman los Cayos de Caña Gorda, 18 kilómetros cuadrados cubiertos de manglares a una milla de la costa de Guánica. Cayo Aurora se ha convertido en el favorito de los puertorriqueños y turistas. Aunque se trata de un mangle, Guilligan tiene varios espacios ya ubicados con parrillas, zonas de sombra y gazebos, aunque sus aguas poco profundas hacen posible poner una sillita y una sombrilla hasta en los bordes de arena que moldean la islita. Durante mi estadía, varios grupos de personas se habían ubicado sus sillitas y sombrilla justo en el agua. Otros preparaban pinchos en las parrillas y algunos servían arroz directo de la hoya que habían traído desde sus casas.
Cayo Aurora, además, es idónea para practicar kayak y hacer snorkeling, a través de los canales de agua que lo cruzan y que dan acceso, también, a los otros dos cayos de Caña Gorda. El agua en Guilligan es muy cristalina, de modo que es fácil apreciar los corales la variedad de peces de distintas especies marinas alrededor del Cayo. En la islita también se pueden observar distintas especies de aves y hasta iguanas que de momento se logran distinguir entre las enredaderas del mangle.
Los Cayos de Caña Gorda son una Reserva Natural, de modo al igual que cualquier recurso de la naturaleza, hay que protegerlo y cuidarlo. Aunque hay varios zafacones instalados, no olviden llevar su propia bolsa para la basura, y no toque ningún coral ni intente atrapar alguno de los animales. Hay que disfrutar del entorno natural, pero sin destruirlo. Si estás buscando hacer turismo interno en lo que queda de verano, Cayo Aurora definitivamente tiene que estar en tu lista.
10 cosas que debes saber sobre visitar “Isla Guilligan”:
#1 Llega temprano (7:00 a.m. es una buena hora para llegar)
#2 El costo del viaje es $4 dólares por persona
#3 El primer viaje del ferry es a las 9:00 a.m. y el último de vuelta a Guánica es a las 5:00 p.m.
#4 Lleva tu propio equipo de snorkeling y/o buceo
#5 Si tienes kayak, llévatelo también
#6 Procura llevar comida para un día completo (En Cayo Aurora no venden comida ni bebida)
#7 Verifica las condiciones del tiempo y el oleaje del mar
#8 Recuerda llevar el bloqueador solar
#9 Es preferible llevar sillas de playa y sombrilla
#10 No olvides la neverita con agua y/o bebidas de preferencia
#ñapita Procurar pasarla bien y tener una experiencia inolvidable