A las 7:40 p.m. tomó su guitarra, le dio par de ajustes de último minuto y se acercó al micrófono. Así, el cantautor español Ismael Serrano retomó la conversación que había dejado en pausa hace tres años con los fanáticos puertorriqueños, cuando se presentó en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
En esta ocasión, el artista llegó hasta la Sala Sinfónica del Centro de Bellas Artes de Santurce con la gira “La llamada” en versión acústica. Rodeado de cuatro árboles con juegos de luces, que le sirvieron de escenografía, Serrano desnudó su voz para provocar las más dulces y nostálgicas emociones.
Tampoco fue parco al compartir anécdotas e intimidades que ha ido sumando a lo largo de esta gira –que ha tocado escenarios en Chile, Perú, México, Colombia, Argentina y ahora Puerto Rico.
“Uno anda con la guitarra al hombro como un titiritero”, dijo luego de interpretar el tema Las cuatro y diez con el que abrió el concierto del pasado domingo.
Y no es que le pese. Por el contrario, para el madrileño, ese instrumento viene a ser el elemento clave que todo músico tiene para enfrentar la soledad.
“La sabiduría de los músicos está sobrevalorada (…) En el fondo, el músico no es más que un niño asustado que no sabe afrontar la soledad y por eso agarra la guitarra”, explicó más adelante.
Como en 2013, el público se encontró con un Ismael Serrano conversador al que no le dio pudor hacer reír a los presentes aún mofándose de sí mismo. De hecho, para esta ocasión rescató la vieja broma de un escrito en Twitter en el que un usuario tildaba de aburrida su música.
“Hace poco vi en Twitter alguien que escribió que se guardó un disco de Ismael Serrano en el bolsillo y se le durmió la pierna”, contó provocando una contagiosa lluvia de carcajadas en la sala.
Pero lo cierto es que dejó claro que su música, al igual que su guitarra, son sus mejores aliadas para sentirse en compañía en el mundo.
“Uno compone canciones para sentirse menos solo. Cantar canciones, para recordarlas es vanidoso, pero también ayuda a recordar que no se está solo”, reflexionó, para moverse a interpretar el sencillo “Día de la ira”.
Esta canción, incluida en su disco “La Llamada”, muestra a un Ismael de estilo más irritado, pero sin perder la dulzura y poesía en la voz.
“Somos el rumor en el silencio,
Un estruendo de aves que se acerca,
Domingo soleado en los inviernos,
El abrazo en cada borrachera,
El verso inconcluso de tu rabia,
Una risa en plena madrugada
Somos la alegría que regresa
El día de la furia en primavera…”.
Pero esta no fue la única vez en la que el cantautor aparcó las letras amables y de culto al amor. También lanzó furia en sencillos como ‘Te odio’, donde se muestra frustrado hacia lo imposible, o más bien, hacia el amor imposible.
“Este viejo odio
que hiela los jazmines,
ama tu figura aborrecible.
Y así, si te marchas,
quedan los rencores
para recordarme las razones
de por qué me eres imprescindible,
de por qué te extraño aunque me olvides”.
“Aunque no siempre se le habla, se le canta al amor desde la nostalgia. Y, a veces, se le canta para maldecir”, afirmó durante el concierto.
Con ese epígrafe, Ismael trajo a escena uno de sus entrañables éxitos ‘Dónde estarás’, en el que cuenta la historia —a su conveniencia— de un amor del pasado en su nueva realidad no muy alentadora.
“Dónde estarás.
Niños de azul marino y corbata
se despedirán de ti cada mañana.
Cultivando el cáncer que nos unió,
amarillos los dedos, gris el pulmón.
Dónde estarás.
Con el BMW directa a la gimnasia,
con Gin Tonic ahogando la menopausia,
hora en la peluquería para tapar esas canas,
echándome de menos artrosis en el alma”.
Y es que, para el intérprete, “entre el amor y el odio no hay tanta diferencia. En ambos casos, uno espera ser correspondido”.
Así, entre amor, odio, nostalgia y recuerdos, Ismael fue hilvanando una noche acústica llena de buenos momentos que se complementaron con buen uso de la iluminación y un sonido impecable.
Con ese marco de fondo, llegó a uno de los momentos claves de la noche, al entonar “La llamada”, canción bandera de esta gira y que trae a un Ismael mucho más movido, experimentando con acordes que incluso evocaban reggaetón.
Para el sencillo, el artista llamó a que lo acompañaran algunas personas del público para asistirlo en el coro. Terminaron nueve acompañantes a su lado, entre estos, dos niños. No es para menos, ya que ‘La llamada’ es un himno de unión y esperanza para un mundo abatido por “la desigualdad” y el “déficit democrático que le usurpa la soberanía a la gente”.
“Escucha la llamada,
únete al grito de los cansados,
la vida fue un ensayo hasta ahora,
sal a la calle, salta las olas,
brilla en la tarde tu luz de aurora.
Que el miedo cambie de bando,
que el precariado se haga visible,
que no se olviden de tu alegría,
que la tristeza, si es compartida,
se vuelve rabia que cambia vida”.
Ya a las 10:30 p.m. del domingo 30 de octubre de 2016, Ismael Serrano se despidió nuevamente de un Puerto Rico, que, al menos por unas horas, encontró optimismo en medio de la debacle que le ha venido encima.