El juez del Tribunal de Primera Instancia en San Juan, José Parés Quiñones, determinó “no causa” por los delitos graves imputados a Adriana Quiles y Josué Román, estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, que fueron arrestados en una manifestación cerca del Capitolio. Sin embargo, en el caso de Román, el juez reclasificó el delito imputado a uno menos grave.
Los estudiantes Quiles y Román fueron arrestados en la marcha a favor de la auditoría de la deuda y la educación pública del país el pasado domingo, 23 de abril, que comenzó en el parque Luis Muñoz Rivera y culminó frente al Capitolio.
A Quiles, la Fiscalía le imputó el delito de “empleo de violencia o intimidación contra la autoridad pública”, establecido en el artículo 245 por supuestamente haber golpeado y rociado con gas pimienta a un agente de la Policía al ser arrestada.
Asimismo, la Fiscalía le imputó a ambos estudiantes el delito de daño agravado establecido en el artículo 199(d) del Código Penal y de haberlo cometido en concierto y común acuerdo. Según la Fiscalía, los estudiantes pintaron con aerosol propiedad pública. El juez Parés determinó “no causa” para ambos delitos presentados contra Quiles.
Empero, el juez Parés no encontró causa contra Román por el delito de naturaleza grave imputado, pero sí por un delito menor: ‘fijación de carteles’ de acuerdo al artículo 201 del Código Penal.
Los estudiantes Quiles y Román fueron representados en la vista por los abogados José Gordon, Orlando Cameron y Rosa Ward. Al salir del Tribunal, la licenciada Ward indicó que la Fiscalía notificó en la sala del juez Parés que no estaban de acuerdo con la determinación de este y que irían en alzada.
A las afueras del tribunal, manifestantes esperaban por la salida de ambos universitarios. En un momento dado, detuvieron el tránsito en la calle Coll y Toste frente al tribunal para expresar su repudio por los arrestos de los universitarios.
Durante el arresto del domingo, los oficiales intervinieron con los alumnos sin previo aviso y sin leerles sus derechos, estaban vestidos de civiles –algunos con camisas a tono con la actividad–, no tenían visibles ni sus apellidos ni sus números de placa, y no conducían carros oficiales.