Durante los últimos meses, algunos supuestos ‘expertos’, han insistido en la fumigación aérea con el insecticida neurotóxico Naled como la “única opción viable” para cambiar el curso de la epidemia del zika en Puerto Rico. Esa afirmación carece de toda lógica y veracidad científica ya que la experiencia histórica indica lo contario, tanto en nuestro país como fuera.
En Puerto Rico se fumigó aéreamente con Naled en el año 1987, para controlar una epidemia del dengue transmitida por el mismo mosquito Aedes aegypti y los resultados fueron negativos. Más aún, recientemente, en septiembre, se fumigó aéreamente con Naled en el estado de Florida (para controlar un brote de zika) y la estrategia tampoco funcionó.
En un artículo científico, escrito por el doctor Philip Stoddard (investigador de la Florida International University), el académico hace la siguiente recomendación como parte de los resultados de su trabajo: “Dejen de estar asperjando permetrina y Naled para suprimir el Aedes aegypti en áreas urbanas. La permetrina no tuvo efecto alguno. El Naled falló en reducir los mosquitos en Miami Beach y perdió su eficacia en Wynwood. Ambos insecticidas causaron daños documentados en la vida silvestre y causaron problemas de salud para un pequeño, pero vulnerable, subgrupo de la población humana”. Nada más con el testigo.
La fumigación aérea con insecticidas no es la solución a la epidemia del zika. Es más bien una decisión que quieren forzar para beneficiar económicamente al emporio de los agrotóxicos estadounidenses.
Los profetas del desastre, criollos e importados por igual, quieren utilizar la microcefalia (que es el efecto adverso mayor del virus del zika sobre la salud humana) para manipular la opinión pública y justificar la fumigación aérea con insecticidas neurotóxicos. Esto es contrario a la estrategia racional y recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) del control integral de vectores.
Analicemos en detalle el asunto de la microcefalia. Cuando una mujer embarazada es infectada con el virus del zika, durante el primer trimestre de embarazo, tiene un riesgo de alrededor del 1% de que su bebé nazca con dicha condición. La microcefalia es un defecto congénito donde los bebés nacen con una circunferencia de cabeza menor a lo que se considera normal. Esto tiene como efecto que dichos bebés tengan discapacidades cognitivas porque su cerebro es más pequeño de lo normal.
La microcefalia está asociada al síndrome de Down, síndromes cromosómicos y síndromes neurometabólicos. También los bebés pueden nacer con microcefalia si durante el embarazo sus madres usaron drogas, alcohol, tuvieron una mala nutrición, fueron infectadas por citomegalovirus, o los virus de la rubeola, varicela, herpes, VIH, o tuvo exposiciones a ciertas sustancias químicas tóxicas (incluyendo los insecticidas neurotóxicos) o padeció de fenilcetonuria sin recibir tratamiento médico. En otras palabras, la microcefalia tiene diversidad de posibles causas más allá de una exposición al virus del zika durante el primer trimestre del embarazo.
Es importante señalar que todos los años y en todos los países del mundo (incluyendo Puerto Rico) nace un pequeño grupo de bebés con microcefalia. En nuestro país nacen entre 22 a 24 bebés con microcefalia todos los años. Esa es la frecuencia esperada. Si durante las próximas semanas los casos de microcefalia en Puerto Rico sobrepasan dicha frecuencia, entonces posiblemente el exceso de casos podría deberse al virus del zika.
Los profetas del desastre han explotado el miedo de la población a la microcefalia para justificar la fumigación aérea con Naled como la estrategia “salvadora”. Para ello, han citado en múltiples ocasiones la situación del noreste de Brasil, especialmente el estado de Pernambuco.
En Brasil, se registraban alrededor de 200 casos anuales de microcefalia hasta el 2014. Sin embargo, para el 2015 estos ascendieron a casi 4,000 casos informados, atribuyéndole algunos profesionales de la salud la culpa a un brote de la enfermedad del zika en el país. ¿Qué sucedió realmente en Brasil? ¿Qué otros factores estuvieron presentes en dicho escenario?
El caso de Brasil es una situación extrema o atípica (outlier). Por ser una importante región agrícola, el noreste brasileño, ha estado sometido por décadas a continuas fumigaciones con diversos plaguicidas. También es una de las regiones más pobres de dicho país suramericano. Recordemos que la pobreza es un importante determinante social de la salud.
Ahora bien, la mayoría de esos factores han estado presentes por décadas en el noreste brasileño y nunca los casos de microcefalia se habían disparado a los niveles del 2014. Por lo tanto, la pregunta que procede es la siguiente. Además del virus del zika, ¿qué otro factor estuvo presente en el mencionado escenario?
Precisamente, es aquí donde el asunto se torna muy revelador. Resulta, que 18 meses antes de la aparición del virus del zika en Brasil, las autoridades sanitarias locales comenzaron a fumigar, con el larvicida piriproxifeno, el agua almacenada en recipientes de los residentes del noreste de Brasil a los fines de prevenir la proliferación de los mosquitos.
El piriproxifeno es un larvicida producido por la compañía japonesa Sumitomo, una subsidiaria de Monsanto. El modo de acción del larvicida es que afecta el desarrollo de las primeras etapas embrionarias de las larvas y estas no alcanzan la madurez y por lo tanto mueren. En los animales multicelulares, invertebrados y vertebrados, las primeras etapas del desarrollo embrionario son similares. Por lo tanto, el larvicida parece tener un efecto análogo en los embriones humanos.
Así lo denunció un grupo de médicos brasileños y argentinos donde señalaron al piriproxifeno como el principal responsable del dramático aumento en los casos de microcefalia en Brasil. El Departamento de Salud Federal de Brasil, negó los hechos (para no aceptar su responsabilidad) y le atribuyeron al virus del zika el exceso de casos.
En conclusión, por las razones expuestas, la situación de la microcefalia en Brasil es un caso extremo y no se debe utilizar como ejemplo para crear miedo y justificar decisiones extremas (como la fumigación aérea con plaguicidas neurotóxicos). Solamente personas ajenas a los mejores intereses de la salud pública del pueblo de Puerto Rico se atreverían a recomendar la fumigación aérea como opción real a controlar la epidemia de zika en el país.
La mejor opción es el control integral de vectores y en esa dirección es que el Departamento de Salud de Puerto Rico se va a dirigir con la colaboración de la Escuela Graduada de Salud Pública (bajo el liderato de su decano, el doctor Ralph Rivera Gutiérrez) y del Frente Unido contra la Fumigación Aérea.