El texto Pedro Albizu Campos: la espiritualidad de un revolucionario, del doctor Luis Gilberto Collazo, expone de manera brillante aspectos de la visión política-filosófica-ideológica del dirigente nacionalista puertorriqueño no abordados hasta ahora por investigador alguno. Como hombre de profunda fe y de sólidas convicciones patrióticas, el autor logra hilvanar la dimensión espiritual de la vida y las acciones del Maestro Albizu con la extraordinaria aportación de este al proceso de toma de conciencia del pueblo puertorriqueño durante la primera mitad del siglo XX.
Al inicio de la obra Collazo apunta que “nuestra tarea es destacar mediante un estudio académico sistemático, que en efecto la espiritualidad significó para Albizu el fundamento de su vocación política, y que la relación de esta con su gesta libertaria constituyó la superación de la tendencia de enajenar la misma de lo político”. El autor demuestra que en el caso de Albizu Campos se trata de un ser excepcional, de un hombre cuya espiritualidad y defensa de los más altos valores determinarían el rumbo de una vida llena de sacrificios, precisamente como consecuencia de su determinación de participar generosamente en la agenda de liberación política de su país.
La figura de Don Pedro –insiste el autor—debe ubicarse histórica, geográfica y sociológicamente en un ámbito que supera las fronteras físico-espaciales de Puerto Rico. El marco conceptual de la obra es la teología latinoamericana de la liberación. Las referencias tomadas de grandes autores de este influyente paradigma, entre los cuales el autor destaca a Boff, Castillo, Gutiérrez, Vitoria y Silva Gotay, permiten comprender cabalmente la naturaleza del compromiso de tantos hombres y mujeres de nuestra América quienes, como Albizu Campos, se entregaron en cuerpo y alma a sus semejantes a través de su participación en las luchas reivindicativas de sus pueblos.
Resulta elocuente el hecho de que cuando Don Pedro inició su vida pública y se identificó con la construcción de una sociedad solidaria y justa, fue esa simbiosis entre espiritualidad y compromiso político lo que le proporcionó la energía vital que guiaría el resto de su vida. Para Albizu el proyecto de la espiritualidad “no habrá de ser una opción discrecional sino una fundamental e imperativa”.
Respecto al elemento afectivo en el discurso de Don Pedro, Collazo sostiene una posición similar a la expresada por el licenciado Rubén Berríos Martínez cuando fue merecedor de la Medalla de Honor del Ateneo Puertorriqueño. Para Berríos Martínez la lucha por la Independencia de Puerto Rico no puede fundamentarse exclusivamente en la racionalidad, sino que la fe en el ideal y el amor a nuestro pueblo son componentes fundamentales, sin los cuales no habría motivos lo suficientemente poderosos para lanzarnos a su conquista. Sobre esta dimensión el autor expresa: “En esta perspectiva los actos que ejecutemos a favor de la liberación humana tienen su génesis y su fin en la realización plena del amor. De esta manera el amor, en todas sus dimensiones, no es un agente extraño al devenir de los procesos históricos, sino parte indispensable de la praxis, muy en particular cuando se vincula a la fe”.
Collazo propone que la visión albizuista debe ser trasladada al contexto moderno, con un enfoque prospectivo, de futuro: “La consecución de la independencia para Pedro Albizu Campos impartirá a la nación una nueva manera de ver sus potencialidades y su lugar en la comunidad humana”.
Como ocurrió con Gilberto Concepción de Gracia, Juan Mari Brás y Rubén Berríos Martínez en etapas posteriores del siglo XX (en el caso de este último, también de principios del siglo XXI), Don Pedro encarna al dirigente independentista que antepone el amor a su pueblo por encima del bienestar propio o de beneficios personales de índole material. En ese sentido, como lo demuestran las ejecutorias de estos patriotas puertorriqueños, la espiritualidad no puede darse en el vacío; tiene que vincularse a la práctica mediante acciones que se traduzcan en obras concretas.
En síntesis, esta obra hacía falta porque retoma una visión que hace décadas transformó la conciencia de muchos de nosotros. Debe insistirse en que su gran aportación –ciertamente no la única—es que actualiza postulados fundamentales de la teología latinoamericana de la liberación utilizando como referencia la figura de Don Pedro. Este ejercicio académico –serio y profundo—abrirá las puertas para investigaciones futuras igualmente comprometidas con la verdad, con el amor a la humanidad y con la libertad de nuestro país. En un mundo en el que se impone una especie de espiritualidad “light”, tristemente fundada en la posesión de bienes y amparada en el marco ideológico del neoliberalismo, el doctor Luis Gilberto Collazo propone una manera distinta de concebir la participación de los creyentes en el proceso político, particularmente el contexto de una nación en la que la dependencia y el colonialismo han distorsionado las aspiraciones colectivas.
En ese sentido creo pertinente citar, a modo de conclusión, un pasaje magistral del texto: “Los signos de la globalización, el neoliberalismo y las fuerzas del mercado nos desafían hoy a luchar por un futuro mejor posible. El/la creyente no puede ignorar que la espiritualidad no permite dualismos neutralizantes. Si queremos contribuir a construir un mundo mejor desde la fe, se nos requerirá una participación activa y militante en procesos y proyectos que corresponden a la utopía de adelantar el Reino de Dios, y así salvar la esperanza de la fuerzas que hoy obstruyen la justicia y la libertad”.
El autor es doctor en Economía y líder independentista.