“Present day insecurity is a kin to the feeling passengers of a plane may experience when they discover that the pilot’s cabin is empty-that the friendly captain’s voice was merely a replay of an old recorded message.” – Z. Bauman
“Aquí debería acabar este relato, pero la vida es más dura que la literatura.”– R. Bolaño.
El mundo es hoy más que nunca un lugar inseguro, incierto. La inestabilidad y duda crecen. Millones dependen de vender su labor, de vender su cuerpo para sobrevivir y las proyecciones son que, con el paso del tiempo, un 20% de la población mundial bastará para sostener la economía, y desplazará el restante 80% a seres económicamente redundantes. La ausencia de certeza, en todos los planos de nuestra existencia ha creado, como explica Zygmunt Bauman en In search of politics, una incapacitación, presiones y ansiedad recurrentes.
Del miedo resultante y de la inseguridad se nutren quienes manufacturan nuestros deseos, necesidades y carencias, como apunta Anthony Giddens; ellos tienen el poder para acelerar y desacelerar el capital, removiendo el poder, cada vez a mayor escala, de la política y ulteriormente de nuestras manos.
Kenneth J. Gergen utiliza el ejemplo de una tienda de dulces, donde no es el sabor agradable del dulce lo que prima, sino el sentimiento agudo de insomnio-preñez, causando sólo náusea, vómitos y dolor de estómago; nótese, sólo para los que tienen acceso a esa tienda y no para quienes sólo pueden observar desde el otro lado del cristal con los bolsillos vacíos y ojo avizor, viendo a los demás comer dulces en exceso, con hambre, ira y desesperación. Así nuestras oportunidades se van a un lado en la escala de sufrimiento, indistintamente en el lado que estemos, sufriendo el mismo mareo y frustración.
Putas asesinas, la última compilación cuentística que publicara Roberto Bolaño en vida, dos años antes de su muerte en 2003, recoge en sus narraciones la desesperación silente, los pequeños actos de cotidianidad, de lo vulnerable. Se enfoca en lo concreto, en lo que tiene a su alcance para sostenerse en lo incierto, en el vacío de un inmigrante en un mundo que, como a todos, no lo acoge, sino con quien constantemente tiene que pelear. Bolaño cuestiona nociones de nación y una pertenencia inevitable a unas realidades comunes, que asume, como la violencia de Latinoamérica (con el cuento de “El ojo Silva”) y la literatura nacional, a fin de deconstruirla (“Carnet de baile”).
Los personajes asumen, en varios de los cuentos, una posición sistemática para romper las defensas fuera de su alcance (tanto en el plano existencial, como cotidiano) y sostener la incertidumbre forjando lazos que cada vez se rompen más, y crean así una red de “endemic and permanent uncertainty”, como le llama Bauman.
En “Días de 1978” comenta B, personaje a todas luces producto del desdoblamiento ficcional y autobiográfico del autor; “vuelve a su cotidianidad, que es una manera de decir que vuelve a su propia locura o a su propio aburrimiento”. La seguridad, certeza y garantías en plano existencial son tan restringidas en nuestros tiempos que han creado ansiedades indeterminadas que se tornan en temor y desasosiego, ante lo cual no se puede ejercer ningún tipo de defensa u ofensa. Este “gnawing existencial mistrust”, como explica Bauman, este lacerante efecto de la violencia estructural que sufrimos diariamente, nos lleva a una sola conclusión, comenta Bauman, “that wothing sweetened to be certain of nowadays more tan anything else is that there is little hope that the pains of our present uncertainties will be assuaged; and that yet more uncertainty looms ahead.[…] Their pligth may differ as to the degree of self-confidence or resignation, sanguinity or despair, trust or mistrust, elation or cynicism, high or low spirits which it may show and reasonably sustain, but the differences are fluid. In their moments of sobriety all but the most carefree among our contemporaries are painfully aware of that”.
El epígrafe de Horacio que antecede a sus cuentos (“La demanda acabará en risas y tú te irás libre de cargos”) nos da una idea clara del artista ante su obra. Ese B que se pasea por sus cuentos, que utiliza el viaje como huida (“Gómez Palacio”, “Últimos atardeceres en la tierra”) siendo el yo, una otredad y viceversa, confirma que, como considera Bauman, “the labour of self-identification neither is nor should advisedly be a cumulative process: it looks more like a string of new beginnings and is guided on its way by the faculty of forgetting more than by learning and the ability to memorize.[…] The pastiche personality is a social chameleon, constantly borrowing bits and pieces of identity from whatever sources are available and constructing them as useful or desirable in a given situation… Life becomes a candy store for one’s developing apetites”.
Así entonces, la vida, escenario de la literatura, se convierte también en el campo donde una continua búsqueda sin hallazgos toma forma, primeramente, con la naturaleza del ser humano mismo (en cuento “El retorno” y en “Prefiguración de Lalo Cura”, por ejemplo) y de sus percepciones ante personajes que, como resume Bauman son al igual que él,“men and woman ever searching, hardly ever finding, and never certain that what they were seeking, while being almost sure that, whether what they find was what they wished or not, the fact of finding it will no longer absolve them from further search. The lasting value of anything already gained cannot be taken for granted”.
Ciertamente la visión de mundo de Bolaño logra hallar en la literatura el poder más subversivo y a su vez el más insignificante, como él mismo lo afirmara en una de sus famosas entrevistas: “Uno decide ser escritor en un instante de locura total. Escribir no es normal. No creo demasiado en la escritura. La literatura es un ejercicio aburrido y antinatural. Los escritores no sirven para nada. La literatura no sirve para nada. La literatura, sobre todo en la medida que se trata de un ejercicio de cortesanos, de cualquier especie y de cualquier credo político, siempre ha estado cerca de la ignominia, de lo vil, y también de la tortura. La literatura se instala en el territorio de las colisiones y los desastres, en aquello que Pascal llamaba, si mal no recuerdo, el paréntesis, que es la existencia de cada individuo, rodeado de nada antes del principio y después del final. Sin sueños no hay literatura. Lo más probable es que la carencia de sueños en una vida conduzca a la locura. La relación del arte con el mal es numerosa. Artaud decía que escribir era una marranada, que todos los escritores eran unos cerdos, sobre todo los de ahora. Lo suscribo. En literatura es casi imposible mantenerse a salvo. Todo mancha. Supongo que hay novelistas que piensen lo contrario. Dios les conserve su candor o su estupidez por mucho tiempo. A la literatura se llega por azar, como se llega al sexo: movido por cierta curiosidad de algo que no conocemos”.
Las soluciones se tornan entonces tan difíciles de hallar, que sólo podemos encubrirnos, huir, crear. Apunta Bauman “We must have something to worry about, and not any kind of something, but a pinpointable, tangible something – something ‘we can do something about’”. La literatura, cómplice y enemiga, resulta refugio, objeto de mercado, víctima y parte, como nosotros, de las circunstancias. Roberto Bolaño propone, en Putas asesinas, sencillamente, una huida hacia la literatura misma, aferrarse a ella ante todo, pues como destaca uno de sus personajes, “Ahora no hay tiempo para aburrirse, la felicidad desapareció en algún lugar de la tierra y sólo queda el asombro”.
Bibliografía
Bolaño, Roberto. Putas asesinas. Anagrama, Barcelona, 2001
Bolaño por si mismo. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2006.
Bauman, Zygmunt, In search of politics. Stanford University Press, 1999.