La novela La muerte feliz de William Carlos Williams (2015) de Marta Aponte Alsina, provoca con su lectura atender a la figura del poeta de la vanguardia (“modernism”) de la literatura estadounidense, William Carlos Williams. Es este poeta parte de esta historia novelesca, el pretexto, pero no su leitmotiv, que se elabora dentro de esta novela del siglo XXI y que se suma a la novelística dentro de la literatura puertorriqueña. Pero no hay que confundir la trama de esta obra con la biografía novelada de este poeta y escritor. El título puede desorientar al lector. La muerte no es exactamente la de William Carlos. La novela gira alrededor de la figura de Raquel Hoheb, en sus momentos finales, en la proximidad de su muerte, una puertorriqueña de Mayagüez y madre del poeta. He ahí su vínculo esencial, aquí tenemos el hilo conductor. Hay que destacar que William Carlos escribió unas memorias sobre su madre, Yes, Mrs. Williams: A Personal Record of My Mother (1959).
Desde el comienzo de la novela el acto de la escritura se torna presente como vehículo para la expresión del arte de William Carlos, llena de energía y la fuerza de la palabra, la fuerza generadora del arte. Pero este vínculo estará signado por la figura de la madre, Raquel, la artista que estudió en Francia, que se enriqueció culturalmente con el contacto de la cultura europea, cultura en la que convergieron muchas culturas y de cuyo pozo Raquel bebió agua. Raquel, paradigma plurisignificativo que encarna la imagen de la gestora y generadora de la sensibilidad que William Carlos cultivará en su vida como artífice de la palabra y en especial como poeta.
La orientación hacia lo migratorio como una característica está presente en el personaje de Raquel en su interacción desde y hacia Puerto Rico. En su juventud, de manera itinerante, hacia Francia en Europa y luego de su casamiento hacia Pensilvania, los Estados Unidos. El motivo del viaje al exterior y del exterior a la Isla es algo que está presente en varias novelas y obras literarias puertorriqueñas desde el siglo XIX hasta la actualidad. El mismo muestra la importancia del tránsito de parte de varios representantes de diferentes sectores de la población en busca de actividades y horizontes que desemboquen a la postre en una mejor posición económica, una ampliación cultural y un horizonte de probabilidades políticas más amplias que la que se tenía en la Isla.
La distancia, la ausencia y la travesía sirven de introspección y autoexamen para el lector empírico de esta novela que se adentra en la personalidad del actante William Carlos y de su madre Raquel como medio para sondear la puertorriqueñidad desde un punto de vista muy particular.
El crecimiento, la educación, el amor, el casamiento y la procreación de Raquel serán referencias y retrospectivas dentro de esta novela. Las mismas parten de la última etapa de la vida de ella, su vejez y estadía en el hospicio en la que la ubicaron. A esto se le suma la presencia de su hijo William Carlos en los momentos finales.
Raquel fue la niña que tenía inquietudes de artista, las cuales buscaba satisfacer con su residencia en Francia. La alusión a Ramón Emeterio Betances y un personaje médico de profesión y de nombre H. L. Valero, nos hace relacionar esa estadía con un ambiente intelectual y político de lucha separatista. En un momento de su juventud ya de regreso a Puerto Rico, se encontró con el que será su esposo, William George, en el Mayagüez de finales de siglo XIX. A través de estas páginas se capta el papel importante del comercio y las ventas de productos de la industrialización dentro de una sociedad de perfil capitalista de los mil ochocientos y de principios de siglo XX. También este comercio es presencia invisible dentro del desarrollo de las relaciones familiares y sociales de los personajes de esta novela. A esto se le añade el papel de importancia del Caribe en un confluir de seres y movimientos económicos que se generaban principalmente desde el norte estadounidense. Esto se puede detectar en la mención del Agua de Florida de Lanman y Kemp como mercancía comerciable y metonimia de la edificación de un capital que le permitió a los Williams hacerse de un desarrollo económico pequeño burgués.
De otra parte, es de notar la mención en la cotidianidad en la vida de los Williams, en su residencia en los Estados Unidos, de figuras como Julio Henna, volvemos a leer el nombre de Betances y José Martí, todas relacionadas con un ambiente de cambio político en las Antillas que se gestaba en los Estados Unidos durante el siglo XIX por parte de los antillanos. Tanto en la Europa de la juventud de Raquel como la América del Norte en su adultez, el tema de la soberanía puertorriqueña estará presente de manera sugerida por figuras paradigmáticas de las luchas de liberación puertorriqueña e hispanoamericanas durante el siglo XIX.
Durante la novela vemos a William Carlos en una relación muy estrecha con su madre, Raquel. Principalmente en los últimos días de vida de ésta. La proximidad de la muerte de Raquel será una presencia en la novela ineludible. La recurrencia de William Carlos al lado de su madre, o el simbolismo de regresar a la madre según Juan Eduardo Cirlot, se interpreta como morir. Es con mucha probabilidad que parte de la clave del título de esta obra literaria radique en este recurrir a la madre de parte de William Carlos.
Es de atender que en la novela, luego de seguir de una forma ininterrumpida la historia de Raquel y William Carlos, hay una pausa en el última quinta parte de la misma. La autora implícita hace un recuento de su familia cercana, coetánea con William Carlos. Destaca lo que acontecía entre ellos en el Puerto Rico rural de Cayey para esos años de finales de siglo XIX y principios de siglo XX. Llega a comparar el desarrollo de William Carlos con su abuelo. Después cuestiona si hay conexión entre eso que escribió y la historia que se teje de William Carlos y Raquel. Esa inserción metanarrativa hace que lo autorreferencial se vuelva objeto de destaque en el relato primario dejando al descubierto la cuestión nacional como asunto a tomar en consideración al evaluar la puertorriqueñidad en la isla vs. la puertorriqueñidad radicada en otro lugar, en un equilibrio de posiciones cuya diferencia primordial radica en la ubicación espacial y cómo eso se manifiesta en lo que pudiéramos llamar el espíritu de la personalidad patria. Es la concepción del “acá” y el “allá” que tiene como punto de referencia el país natal.
Ya al final, debe destacarse la presencia de William Carlos en Mayagüez en la década de los cincuenta en busca de la casa en la cual se había criado su madre. Más que un visita parece que William Carlos estuviera desandando, como lo hubiera hecho Raquel, como las ánimas en su momento de tránsito hacia el lado desconocido.
Luego que ocurre la muerte de Raquel, algo en William Carlos también muere en ese momento, pero ella muere feliz y le deja la misma felicidad a William Carlos, la felicidad de haberlo criado, la felicidad de él ser su hijo y ella su madre. Dentro de la novela Raquel enseñó a su hijo algo que menciona el propio William Carlos en la búsqueda de la casa de su madre en Mayagüez, que Raquel: «jamás olvidó sus orígenes » y yo añado, él tampoco.
Aponte, una de las voces literarias más personales e innovadoras del Caribe y de América Latina, nos brinda a través de esta novela la oportunidad de acercarnos a la ideología de esta época plasmada en su obra, en esta década del siglo XXI. La obra como máscara de la ideología comunica la realidad socio política por medio de las figuras paradigmáticas que en ella están representadas, las situaciones a través de las cuales observamos la dinámica y el sentir de los actantes en torno al eros patrio, y como el sujeto nacional ante la muerte de la madre la acepta con alegría como un regalo y una lección de vida, como el simbolismo del pelícano que abre su pecho para alimentar a sus hijos. Los invito a participar de la lectura de esta novela, de nutrirse por medio de una prosa muy bien cuidada del placer del buen gusto de una obra ejemplar.
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Otras obras de Aponte Alsina: las novelas Angélica furiosa (1994), El Cuarto Rey Mago (1996), Sexto sueño (2007), Sobre mi cadáver (2012) y Vampiresas (2004); el libro de cuentos La casa de la loca(1999) y la colección de relatos Fúgate(2005)
Versión abreviada de un texto para la presentación en la UPR Cayey de la más reciente novela de Marta Aponte Alsina. El autor es director interino de la Biblioteca Víctor M. Pons de la Universidad de Puerto Rico en Cayey.