El escenario nos invita a mirarlo. Su imponencia, su oscuridad dormida, su vacío momentáneo le hacen ruido a nuestras miradas. Detrás de sus tablas, la cosa es diferente; los sonidos ensordecen y por instantes no escuchamos nada o, por el contrario, lo escuchamos todo. Definitivamente, para los que venimos de afuera, sobrevivir entre luces y utilerías no es otra cosa que un reto.
Pero, precisamente a eso nos invita la obra “La Pasión según Antígona Pérez” -clásico de la literatura puertorriqueña escrito por Luis Rafael Sánchez y que hoy sube a escena en el Centro de Bellas Artes de Santurce- a retarnos a nosotros mismos. Ya sea como espectador, como ser humano o como puertorriqueños; la pieza nos convida a sobrepasar aquellos obstáculos que se interponen en el orden universal del tiempo.
Quizás, fue ese mismo orden el que entendió que ahora era el momento idóneo para cumplir la petición que la actriz Yamaris Latorre había lanzado hace años al universo: dar vida al personaje de Antígona Pérez.
Un instante con Antígona
“Te traigo aquella silla” –me dice– y por un momento nos igualamos. A un día del estreno de la obra, pienso, es normal que la energía se perciba un tanto pesada, que los ánimos no sean los mejores. Pero, con Yamaris la cosa es diferente. Su amplia sonrisa nos envuelve y por unos minutos casi tocamos otra dimensión.
De entrada, confiesa que Antígona le llega quizás como resultado de sus “propias peleas”. Para la actriz, personificar, hacer suyo y apoderarse del personaje -más allá de un capricho- era una necesidad. Aún más, ambas se necesitaban. Por un lado, la actriz para retar sus “propios miedos y cobardías” y por el otro, Antígona, para regresar a la vida en un momento de “mucha pertinencia” para el País, para el teatro y para la cultura.
Antígona es una pasión que a través de los labios de Yamaris nos insta “a tener fe en nuestras convicciones, a seguir una verdad, a no confórmanos”. Nos abofetea y nos muestra la dualidad de las cosas, de los personajes, de los mitos. Es, al mismo tiempo, un personaje plagado de una multiplicidad de interpretaciones. Las más obvias a simple vista –según la actriz– Antígona como heroína y por el otro lado, Antígona, la feroz delincuente.
Sin embargo, Yamaris vio en el personaje mucho más. Y es que, a niveles más profundos –aquellos que la actriz descubrió– podemos entender que las acciones por las que se acusa a esta joven de 25 años no son nada, “puros actos de amor genuino”.
Precisamente, Antígona es acusada en la obra de haber rescatado los cadáveres de dos insurgentes durante la dictadura de Creón en la República de Molina; república que puede ser cualquier país de Hispanoamérica.
Pero, Yamaris complica estas acusaciones, las desmiembra y se posiciona en el lado del personaje que hoy encarna.
“Antígona hace todo por amor –nos explica– no lo hace por egoísmo o por ser una heroína sino que lo hace por un genuino amor a la causa que persigue y que entiende que es el fin común, que es el bien general, que podría ser el bien para todo su pueblo”, explica.
Por esta razón, Yamaris se hace una con el personaje y casi no sabemos diferenciarla. En presencia, sabemos que es la actriz la que se toma unos minutos para hablarnos, pero por momentos no sabemos si es Antígona la que décadas después se verbaliza en las palabras de Yamaris. Es un juego simbiótico difícil de descifrar a simple vista.
La obra representa a los hombres y mujeres que luchan por la libertad y la liberación de los pueblos enmarcada en la tragedia clásica de Sófocles.
Y, a pesar de haber sido escrita en el año 1968 en un marco de referencia conflictivo, la pieza bien puede ser aplicada en la actualidad al mostrar diversas caras de un mismo problema: la centralización y el abuso del poder.
Entre tanto, la pieza se presenta tras el telón del teatro puertorriqueño por tercera vez desde su publicación. En esta ocasión, bajo la dirección de Gilberto Valenzuela y el escogido exquisito de un elenco de primera compuesto, entre otros, por Cordelia González, René Monclova, Jorge Luis Ramos, Gladys Rodríguez, Francisco Capó, Jimmy Navarro, Juan Pablo Díaz, Jazmín Caratini y Luis Gonzaga.