A la una de la mañana del 23 de febrero, 11 cartulinas blancas descansaron sobre el suelo frente al portón principal de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, que desde ayer se mantiene cerrado debido al paro de 48 horas aprobado por los estudiantes de esa institución.
En las pancartas, hubo consignas; en el pavimento, jóvenes dispuestos a defender su alma máter; y en la entrada peatonal, de turno en turno, algunos de ellos hacían guardia para asegurarse de que solo estudiantes y profesores pudieran entrar a los predios universitarios.
Horas antes de que llegara la madrugada, los presentes se organizaron en comités. Discutieron el vocabulario utilizado en el país para referirse a la deuda pública. Delinearon la agenda cultural del próximo día. Determinaron las medidas de seguridad a tomarse para velar por el bienestar de todos. Coordinaron la estrategia para el desayuno de hoy. Dibujaron, conversaron, pintaron, escucharon música.
En un recoveco del espacio, antes de que el reloj marcara las 12, dos jóvenes miraron el cielo desde un catre inflable. Parecieron querer encontrar las estrellas, despejarse por un lapso justo de tiempo. Quizá porque las horas anteriores fueron intensas, y mirar al cielo también suele ser una forma del descanso. Quizá buscaban allá arriba algún modo de la energía que les permitiera recargar baterías.
Las horas venideras prometerían ser intensas. Se proyectaba que cientos -sino miles- de estudiantes de múltiples recintos y unidades del sistema universitario del país se movilicen hoy hasta el Capitolio para protestar contra los recortes al presupuesto de la UPR. Desde las 8:00 a.m., de hecho, decenas comenzaron a trasladarse desde el recinto riopedrense hasta el Viejo San Juan en transportación pública, así como desde distintos recintos y unidades del sistema.
Continuó la noche. Faltaban 19 minutos para las dos de la mañana, cuando sonaron bocinas. Varias personas que transitaban en sus carros por la avenida Ponce de León mostraron su apoyo a la lucha estudiantil. Otros pausaron.
Una guagua de la organización Iniciativa Comunitaria, por ejemplo, llegó con cinco vasos de café y jugo para los manifestantes. Los jóvenes, que en ese entonces eran casi 20, tomaron sorbos, se pasaron vasos, compartieron.
Y hubo frío, pero también hubo algo más en el aire: gestas de abrigo solidario, un “te ayudo con tu pancarta”, un “avísanos en dónde vas a dormir para asegurarnos de que estés tranquilo”, un “que nadie camine solo por ahí, tenemos que cuidarnos entre nosotros”. En fin, una comunidad universitaria despierta.
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Aquí cómo lucieron todas las entradas del recinto durante la madrugada del Paro UPR en Río Piedras: