En los años setenta, los televisores puertorriqueños sintonizaban el mismo canal a la misma hora y disfrutaban de la animación de un hombre quien pronto se convirtió en un miembro más de la familia: Luis Vigoreaux. Con él y su espectáculo Sube nene, sube, la programación local se encaminó a la creación de un nuevo género televisivo que aún goza de popularidad entre la audiencia boricua.
Sube nene, sube comenzó a transmitirse por el Canal 4 desde Plaza las Américas, centro comercial inaugurado en el 1968. Ante el gran éxito de este programa, cuya música amenizaba nada más y nada menos que a El Gran Combo, Vigoreaux creó Pa’ arriba papi, pa’ arriba. Al parecer la producción también tuvo resonancia en Latinoamérica, pues en el 1972, en México surgió Sube Pelayo, sube, animado por Luis Manuel Pelayo. Curiosamente, entre sus concursos sobresalía el juego llamado “pa’ arriba papi, pa’arriba”.
Spelling Bee y otras historias
Los programas de juegos tienen sus inicios en el 1938 en la radio inglesa con el programa Spelling Bee, que luego fue adaptado a la televisión en un espacio de 15 minutos de duración. En él, los concursantes debían deletrear correctamente las palabras mencionadas por el animador, en este caso el locutor Freddie Grisewood.
Tres años más tarde, la televisión estadounidense estrenó su primer programa de juegos, titulado Truth or Consequences. No obstante, tuvo una corta vida al aire y no regresó hasta que la televisión como medio había cobrado más popularidad entre el público. Más adelante, también en la nación norteamericana, proliferaron otros programas como The $64,000 Question (La pregunta de los 64 mil chavitos, que también formó parte de las programas de aquí), What’s My Line? (¿Cuál es mi línea?) y To Tell The Truth (Para decir la verdad). Estos fueron los pioneros de lo que prontamente se convirtió en un género de televisión, más allá de un accesorio en la programación.
Más adelante, las cadenas CBS y NBC se van a destacar como el hogar de la mayor parte de este tipo de programación. Con la adopción de la televisión a color, estos espacios parecieron tomar impulso. Entre todas las nuevas producciones, sobresalen Jeopardy! y Wheel of Fortune, que continúan transmitiéndose.
De la misma manera, países como Italia, Hungría, Chile, Colombia, Bulgaria y Canadá, entre otros, comenzaron a producir programas de juegos propios o versiones locales de los estadounidenses.
Puerto Rico contó con Vigoreaux, como su pionero en la producción de este tipo de programas.
Los Sacco, Súper Sábados y Fantástico
Ya establecida la dinastía de Vigoreaux en WAPA (Canal 4) y en la televisión local, comienza la competencia por los ratings. En el 1983, el conocido productor falleció, pero poco tiempo después Héctor Marcano continuó la tradición de este tipo de programación con A Millón. Tras el éxito de Marcano, Telemundo (Canal 2) también comenzó a mover sus fichas en esa dirección.
En el 1984 y luego de varios años de planificación, Telemundo estrenó Súper Sábados, a cargo de los productores argentinos Oscar y Carlos Sacco. El dúo de padre e hijo eran conocidos por sus trabajos en programas de este tipo en Argentina, Ecuador, Panamá y Venezuela.
“Bilín Ruiz era el presidente del Canal 2 y cuando nos conoció en el ‘78, sabía de mi padre más que de mí y que hacíamos programas de ese tipo. Entonces dijo ‘llamen a los Sacco’. Yo me reuní con él y 14 personas más del canal y gracias a él se pudo hacer Súper Sábados”, afirmó Carlos Sacco en entrevista con Diálogo.

Carlos Sacco, productor. (Adriana De Jesús Salamán/Diálogo)
El programa iba al aire por cinco horas en vivo con la animación principal Rosita Velázquez, Luis Antonio Cosme y Rolando Barral. Para los premios, tenían intercambios con tiendas como Sears y JcPenny. También compañías como Burger King y Nestlé auspiciaban premios específicos, patrocinando algún juego. Esto ocurría por ejemplo con el juego de “El cofre”, cuyo premio era de tres mil dólares. De la misma forma, el concesionario Agustín Lugo otorgaba cinco automóviles para regalar en el programa durante el año.
Precisamente, ese elemento de los premios, de recibir alguna recompensa por participar, fue destacado por Sacco como un aspecto fundamental en este tipo de programación.
“Teníamos un stock de premios en un garaje inmenso que vos entrabas y había de todo: desde la tostadora hasta la nevera de dos mil dólares, era una cosa espeluznante. Si vos no tenés grandes premios, no hagas un programa de juegos”, relató Sacco.
Dos años después del exitoso estreno de Súper Sábados, los Sacco crearon Fantástico, programa en vivo transmitido los domingos por espacio de cuatro horas e inicialmente animado por Ivonne Goderich, Aldo Matta y Jorge Martínez.
“Fue otro boom, otro éxito. Quiere decir que hacíamos nueve horas en vivo, cinco con Súper Sábados y cuatro con Fantástico, nueve horas en vivo los fines de semana y trabajábamos de lunes a domingo”, comentó el productor.
De acuerdo con Sacco, todo ese éxito se debió al gran presupuesto con el que contaban estos programas y a un equipo de trabajo totalmente entregado a sus labores, algo que según él no es muy común en la actualidad.
“La vida que llevábamos trabajando, yo no sé si la juventud de hoy se adaptaría a eso. No solamente en Puerto Rico, la juventud es otra, no es la misma. Antes había pasión”, afirmó Sacco, quien lleva tres décadas trabajando en el País.
Destacó, además, que otra de las razones de su éxito era la calidad de las transmisiones en vivo y que eran producciones locales junto a tantas otras que también se llevaban a cabo en ese tiempo.
Por qué la gente los ve
No cabe duda que este tipo de programa gusta entre los televidentes, por eso Sube nene, sube, A Millón y Dame un break, entre otros lograron mantenerse número uno durante mucho tiempo en los ratings de sus respectivos canales.
Para el profesor Héctor Sepúlveda, catedrático de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, estos programas entretienen a las masas, por eso son “populares”, tanto en el sentido de fama como en el hecho de que tienen cierta pertenencia con el que los ve.
“Las mayorías son las que están viendo televisión y no están en los centros comerciales comprando. Ellos salen de trabajar y llegan a sus casas a ver televisión. Entonces, los medios están obligados a ser populares por definición, por antonomasia”, esbozó Sepúlveda.
El catedrático aborda este tema de una manera más extensa en su libro Suaves dominaciones: Críticas y utopías de los medios en Puerto Rico. En él, explica que, como dicta el teórico Antonio Gramsci, las sociedades modernas se fundamentan en negociaciones, más que en dominaciones. Por eso las empresas modifican sus productos para el gusto de los consumidores y estos buscan liberar el estrés de sus tensiones cotidianas mediante la diversión que le proveen los medios.
“Las culturas populares, si bien se divierten, no se divierten gratis. En la función lúdica de los medios siempre hay un intercambio, de ahí lo gramsciano. Ellos no van a la televisión, en este caso, a perder su tiempo. Yo me presto a jugar algo porque hay un premio ahí para mí, ya sea una casa, una lavadora, lo que sea”, añadió Sepúlveda.
Según Sepúlveda, este intercambio propicia el que la audiencia desarrolle cariño hacia los animadores de los programas en la televisión, especialmente los de juegos. La función de divertir y entretener pesa más que los problemas personales de los animadores, como es el ejemplo de Josué Carrión, alias “Mr. Cash”, quien ha tenido problemas con la ley por viajar con un arma de fuego.
“La gente no le importa ni siquiera la vida privada ni los escándalos que tengan esos iconos que hacen esos programas. Si a la gente le importara eso, no auspiciaría a Mr. Cash. No importa que él tenga problemas con la justicia, que viaje con una pistola. Eso se entierra”, ratificó, antes de añadir que lo más importante para el público es recibir algo a cambio.
“¿Qué dice el público?”
Una visita al programa Sales de oro con Mr. Cash, animado por Carrión y producido por Sacco, comprueba el amor por parte del público puertorriqueño hacia este tipo de programas.
Diálogo conversó con algunos de ellos que evidenciaron que su afición a este tipo de programas no es reciente, sino que data de mucho tiempo; son seguidores de estas apuestas televisivas desde hace muchos años.
“Yo vengo desde Telemundo, desde que estaba en San Juan cuando Lucecita. Yo soy fanática de todos y este (Mr. Cash) más. Lo más que me gusta de Mr. Cash, bueno todo, hasta él me gusta. Está bueno este programa”, confesó Elena Resto de 65 años.
Por su parte, Héctor Pagán relató que ha participado de varios de estos programas, principalmente con el fin de entretenerse y disfrutar. La programación local de los años 70 y 80 componen sus clásicos favoritos y recuerda con mucho cariño cada uno de ellos.
“Yo he ido a otros canales, he ido a Telemundo, Wapa y ahora este. Me encanta. Yo los veía todos. Me gusta todo, todo, todita la programación. Yo recuerdo un programa desde hace años, cuando yo era pequeño, era Sube nene, sube, con Luis Vigoreaux que en paz descanse, Pa’ arriba, papi, pa’ arriba y todos esos programas era lo mío”, recordó, luego de enumerar una larga lista de programas de los que era fanático.
Por último, para Johnny de León, maestro en la Escuela Especializada en Producción de Radio y Televisión Juan José Osuna, participar de estos programas con sus estudiantes representa una oportunidad educativa inigualable. Los jóvenes de Osuna, quienes utilizan cámaras, libretos y otros elementos de estos medios como herramientas de trabajo, visitan el programa de Mr. Cash como una actividad extracurricular.
“Los estudiantes conocen al señor Sacco y su trayectoria, entonces cuando lo ven en persona es como ver un pelotero cuando se es atleta o estudiante de ese deporte. Para ellos, ver al señor Sacco es ver su ídolo”, finalizó de León, quien enseña Introducción a la Producción Técnica de Radio y Televisión.