Cinco años después del comienzo del fenómeno Gaga, el concurso de belleza Miss Universe 2013 no logró producir algo fuera de lo normal con la intervención musical de la banda Panic! At the Disco y del rockero Steven Tyler. Era un ambiente diferente cuando en el 2008 fuimos partícipes de lo que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en un movimiento completo de arte; Lady Gaga subió la escenario con su primer sencillo Just Dance y desde entonces, nos ha dejado estupefactos.
Hemos llegado a la hora cero después de meticulosos trucos publicitarios de lo que sería su cuarta producción discográfica. Para todos, Artpop finalmente existe.
Lady Gaga puede ejecutar cualquier malabar y el público se lo va a aceptar. Luego de ejercicios de performance art con la artista Marina Abramović y de presentar el primer vestido volador la semana pasada, Artpop pudo haber sido un disco en blanco e iba a a ser el más vendido.
Entendiendo el fenómeno Lady Gaga, Artpop continúa la misma línea del pop fusionado con pulsos electrónicos que se ha escuchado en las colecciones de la neoyorquina. Súbanle el volumen un poco a la instrumentación de los discos pasados, añádanle sudor y placer sexual y la mezcla resultará en Artpop.
La voz de Germanotta es acompañada por las melodías de productores nuevos para Artpop. El DJ ruso-alemán Zedd y la banda israelí Infected Mushroom, abren el disco junto a Gaga en Aura, uno de los primeros sencillos que se escuchó por las redes sociales. Estos y otros virtuosos de la música electrónica como Madeon, DJ White Shadow y hasta David Guetta contribuyen al sonido de Artpop.
Para la primera mitad del disco, el autoestima Gaga que se vió en Born This Way se convierte en un espectro de sexo y satisfacción carnal, especialmente en la oda a la diosa romana del amor Venus y en Sexxx Dreams, de la forma más líricamente obvia.
De la mitad hasta el final, Gaga canta odas al amor (a las drogas) como en Dope e himnos de la soledad temporera como Gypsy.
No obstante, el disco se torna redundante para Mary Jane Holland. Dope le quita un poco el peso electrónico al disco con una balada en piano. Eso no lo salva de que el tempo medio y sintético de las canciones no cansen especialmente cuando la producción musical opaca la voz de Gaga la mayoría de las veces.
Ya para el final de Artpop, Applause casi obliga al escucha a alabar a la diosa del pop contemporáneo con el ritmo de pasarela de modelaje que tanto nos ha gustado hasta ahora. En fin, ella lo hace todo por ese aplauso que pide el tema.
Hay que apreciar a Gaga antes de que se convierta en un cuadro exhibido en algún museo de arte contemporáneo. Ella se queda ahora con el espacio para hacer algo totalmente diferente; es genialmente imposible que le salga mal.