El Senado Académico del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) recibió la visita del senador Abel Nazario y presidente de la Comisión de Educación y Reforma Universitaria, autor de una resolución en el Senado de Puerto Rico que ordena investigar la Universidad de Puerto Rico (UPR) con miras a elaborar un proyecto de ley de Reforma Universitaria.
El senador hizo expuso sobre los lineamientos generales que visualiza en la reforma que quiere impulsar. Sedujo a la mayoría del Senado con garantías de mayor autonomía fiscal, académica y artística. No sé qué es autonomía artística pero no dudo que la Legislatura lo va definir en su debido momento. Bajo la reforma de Nazario, el RUM tendría la titularidad de las propiedades que actualmente administra, podría emitir bonos, residenciar gerentes académicos mediante voto directo y competir por recursos y renombre con otras unidades del sistema, el sector privado y universidades del exterior.
Según él, el RUM y las demás unidades también tendrían su propia personalidad jurídica. Incluso, algunas de las propuestas de autonomía que hizo ya están contempladas en la ley actual. Aseguró que la matrícula tenía que subir y se desprende de sus argumentos que debe ser así porque si los pobres pueden pagar en las universidades privadas podrán pagar en la UPR. El senador no pareció entender cómo nosotros en la UPR conceptualizamos la accesibilidad a la educación y el alcance al cual aspiramos.
Invito a la comunidad universitaria y partes interesadas a ver la grabación de la reunión en YouTube para que analicen por su cuenta las expresiones del senador Nazario.
Hay un consenso sobre la pertinencia y necesidad de una reforma universitaria y reestructuración de la UPR. La institución contemporáneamente lleva discutiendo la reforma universitaria y ha llegado a algunos planteamientos puntuales y otros filosóficos para dirigir ese proceso. Sin embargo, no se ha concretado un proyecto completo de reforma a consecuencia de la inercia burocrática que nos caracteriza y la falta de voluntad política tanto dentro como fuera de la institución. Esencial para la articulación de ese proyecto es reconocer los intereses conflictivos y ulteriores de los sectores de la universidad, y los sectores externos a ella, dejarlos al descubierto para que se sometan al escrutinio de la razón y el interés institucional sistémico.
Hay que desmenuzar los intereses e impulsar las aspiraciones que mejor la sirvan a la institución, la comunidad universitaria y al país. En ese proceso de reflexión, autocrítica y reforma debe estar insertado la comunidad universitaria, la ciudadanía, la sociedad civil y los custodios del poder gubernamental. Sin embargo, debe ser la comunidad universitaria quien defina la reforma a la cual aspira en términos concretos. Este planteamiento es comparable con la lógica de la actual administración de gobierno que le ha permitido a la UPR ejercer libertad de criterio en la implementación de los recortes presupuestarios. Si hay participación consecuente para recortes presupuestarios tiene que haberla para reforma universitaria.
La reforma y reestructuración de la universidad tiene que ser para expandir sus posibilidades e incidencia sobre el país. Por lo tanto, se hace pertinente para justificar el rol y permanencia de la Universidad colocarla como agente activo e interlocutor en los asuntos públicos del país y los proyectos que busquen transformar o incidir sobre el estado actual de las cosas. He ahí, qué metas y propuestas han de encajar a nivel macro, a nivel de país, a nivel de estructura social y la identificación de los efectos deseados en la sociedad puertorriqueña.
La economía de Puerto Rico lleva en recesión desde el 2006, lo que ya catalogan como una depresión económica. La pirámide poblacional se está invirtiendo, la emigración y la fuga de capital humano mina la base contributiva del país y el modelo político de Puerto Rico ha sido reconocido como uno de carácter territorial por el gobierno de los Estados Unidos. Las personas que ganan sobre $40,000 anuales y contribuyen al erario público rondan los 130,000 personas y constituyen un 13% de la base contributiva por concepto de impuestos sobre ingreso. ¿A esas son las personas que les van a cobrar más por venir a la UPR? ¿Y qué pasa con el resto?
El Ingreso Per Capita de Puerto Rico es de $19,000 y eso porque se ha ido gente del país. Ante este panorama tenemos que hacernos la pregunta ¿para qué la UPR? ¿Seguiremos invirtiendo recursos del pueblo de Puerto Rico en formar personas que van a ir a producir en otras jurisdicciones porque la kakistocracia (gobierno de los peores) y el estado de la estructura social de Puerto Rico es incapaz de crear las condiciones para que puedan aportar aquí?
La economía de Puerto Rico es una de servicios, que depende del subempleo, o sea el “part-time” que naturalmente no cuenta con beneficios marginales, condición de trabajo que ahora cuenta con una reforma laboral adicional para expandir su aplicación y alcance. Entonces, se quiere proponer una reforma universitaria importando modelos de instituciones cuyos entornos y circunstancias no son comparables con la UPR y Puerto Rico. Se pretende que en una economía maltrecha se restrinja la accesibilidad a la educación y se achique la Universidad sometiéndola a la competencia en el mercado de la noche a la mañana.
A la luz de esa triste realidad ahora se nos vende, se nos propone, una reforma universitaria que persigue que la UPR compita entre sí, el sector privado e instituciones del exterior por recursos y renombre. Se nos dice que los estudiantes, que las familias pueden y deben pagar más, que la universidad puede allegar fondos externos considerables para reducir así el financiamiento público y que se nos está haciendo un favor en el proceso. El mismo favor que le hicieron al sistema de salud de Puerto Rico en la década de los noventas, se “independizaron” instituciones para que compitieran y terminaron siendo absorbidas por el sector privado. Ahora tenemos un sistema de salud, controlado por las aseguradoras, que nos cuesta una millonada pero provee pobres servicios.
Sin lugar a dudas la UPR debe allegar más fondos externos para complementar su presupuesto, no subsanar la reducción del financiamiento público. Es iluso o cínico proponer que en un corto plazo de tiempo la UPR se convierta en un sistema universitario cuyo presupuesto a penas dependa del financiamiento público. De hecho, en el 2015, la Universidad de California (UC) allegó solo $177 millones por concepto de patentas. Actualmente la UC nutre parcialmente su presupuesto de un 7.5% en donaciones y un 15 % en servicios profesionales, totalizando un 22.5% de financiación externa en esos reglones.
Al momento un 15.5% del presupuesto de la UPR proviene de las partidas catalogadas como ingresos propios (11.5%) y otros ingresos (4%). La partida de ingresos propios agrupa las siguientes fuentes: matrícula, cuotas relacionadas, cuentas rotatorias y otros ingresos misceláneos. La partida de otros ingresos agrupa: donativos de corporaciones e individuos y la Ley Número 36, 2005 – Juegos de Azar. Podemos observar que las partidas presupuestarias por concepto de matrícula tanto en la UC como en la UPR son similares y que hay una diferencia de 3.5% en las partidas de donaciones.
Ciertamente el sistema universitario de California y el nuestro no es comparable en términos de tamaño y alcance, pero su modelo de financiamiento (muy similar a muchos otros sistemas universitarios públicos en Estados Unidos) parece ser la inspiración para la reforma de la UPR. Nadie puede creer que los legisladores y el gobernador se levantaron un día y pensaron “la UPR necesita más autonomía ahora, antes no la necesitaba”. El interés por reformar la universidad es uno motivado por consideraciones fiscales, al igual que la mayoría de los proyectos de ley presentados recientemente.
La reforma universitaria tiene que ser un proceso serio, ponderado, que nazca de una discusión entre la comunidad universitaria, la ciudadanía, la sociedad civil y los custodios del poder gubernamental, no un ejercicio expedito en función de la política fiscal y económica del gobierno de turno. La aplicación de los efectos de la reforma de tener elementos que así lo requieren deben ser paulatinos o con periodos transicionales. En esencia debe ser un proceso ordenado, estudiado y coherente.
La invitación a la comunidad universitaria de la UPR es a articular una propuesta que goce de respaldo y legitimidad por parte de los sectores y actores interesados, que responda a las realidades materiales, sociales y políticas y que sirva para insertar a la institución en un proyecto de país que justifique su rol y permanencia en la sociedad puertorriqueña.
La propuesta de la comunidad universitaria debe ser el mapa de ruta hacia una reforma universitaria que cuente con el respaldo nuestro y la voluntad legislativa del gobierno de Puerto Rico. Quedarnos en estado catatónico, no es opción, hay que proponer y actuar sobre lo que proponemos. En nosotros, la comunidad universitaria, está el futuro de la Universidad de Puerto Rico, ese proyecto emancipador que ha transformado a nuestro pueblo y país.