Es un tibio sábado sanjuanero, el sol acaricia en vez de azotar y la lugarteniente boricua de Bernie Sanders anda más relajada que sirope de frambuesa cuesta abajo en el glaciar de una piragua. No es para menos, siente ese júbilo que se asoma cuando uno trabaja por su pueblo.
“Contra, estoy en casa”, sonríe Betsy Franceschini tras saludar a Diálogo.
El sentimiento ese de retorno ocasional y prodigioso baja dulce, es un sedante casi. Pero si Sanders pretende virarle el reloj de arena a Hillary Clinton y su opulenta campaña, hay que llevar el mensaje, hacer mucha prensa, desbaratar las redes sociales. Franceschini no tiene espacio para cogerlo suave. Ahora mismo, ante la obscena cantidad de dinero que ha logrado recaudar la campaña de Hillary gracias a sus oligárquicas conexiones y el tradicional flirteo político de cuello blanco que ella y su esposo Bill representan, para Bernie “time is money”, como dijo una vez Benjamín Franklin en su ensayo “Advice for a Young Tradesman (1748)”.
Para colmo, el 16 de abril es la fecha límite para inscribirse y poder votar en la primara demócrata que sucederá en Puerto Rico el 5 de junio. Ese sábado Franceschini hizo varias entrevistas, pero durante los próximos días visitó cuanto programa de radio AM existe, hizo televisión local, desde Jay Fonseca hasta Silverio Pérez, y apareció en todos los diarios del País, impresos y digitales. De hecho, la batería de jóvenes voluntarios de la campaña del hombre que los pajaritos aman se atrincheraron en las redes sociales y hasta enviaban textos a los periodistas preguntando cuándo salía tal o cual nota para poder compartirlas en sus cuentas cibernéticas. O sea, esto es política de guerrilla de alta escala, a lo Bernie Sanders.
Pero volvamos al sábado aquel. Era un chin más de las cinco de la tarde. Todavía en el vestíbulo del Taller de Fotoperiodismo, en la Avenida Puerta de Tierra hay espacio de sobra. Eso cambiaría durante las próximas horas gracias a la Berniemanía, o, mejor dicho, al súbito poder de convocatoria del senador Sanders, que de repente despunta como el querendón entre la juventud universitaria y la clase trabajadora en las primarias presidenciales del Partido Demócrata. Franceschini, en tacas que le combinan con su ceñido traje oscuro multicolor, no vacila en aceptar la invitación de bajar a la calle San Agustín para hablar un rato, antes del “conversatorio de pueblo” pautado para las siete de la noche.
“Había venido antes por aquí, pero hace tanto tiempo”, indica, mientras bajamos por la calle. Queríamos que Fraceschini nos hablara de los pregones socialistas de Sanders en pleno barrio de San Juan, por la calle San Agustín de la que cantaba Chamaco Ramírez, por dónde correteaban Vico C y Lisa M cuando eran chamaquitos, en la calle donde muchas veces ha retumbado la bomba y plena de Rafael Cepeda cerca de los zaguanes donde se escucha aún la timba de Mañengue Hidalgo.
“Vamos a donde sea. Yo ando en los barrios desde pequeñita. En Chicago, mi papá siempre nos tenía metidos en el barrio, viendo todo lo que hacía la clase trabajadora, la clase pobre. Él es de aquella ola de migración de los ’50 que llegó a Nueva York y Chicago. Yo me la pasaba en Humbolt Park, vi el desarrollo de la comunidad boricua allí. Estudié en la escuela Roberto Clemente. Vi los abusos de la policía hacia los puertorriqueños. Me crié viendo a mi papá envuelto en piquetes y protestas de los Steelworkers of America, porque trabajaba en la US Steel Corporation. Y estuvo en momentos difíciles allá, trabajando con la comunidad. Yo recuerdo cuando en los ’60 sucedieron los enfrentamientos [en Division Street], entre puertorriqueños y obreros con la Policía, papi nos decía: ‘Ustedes ven esa gente, esa gente está ahí luchando por los derechos de todos nosotros’. Bajar al barrio para mí no es nuevo, vengo de un sitio así”, despepita Franceschini en su desahogo inicial, antes de bajar por la calle Tadeo Rivera.
Ella, aclara, nació en Puerto Rico, “porque mi familia viajó para que yo naciera aquí, como papi siempre quiso con todos sus hijos”, pero fue en su adolescencia cuando realmente sintió la Isla en vivo y a todo color. Su puertorriqueñidad inicial, como indicó, la encontró en Chicago, allí donde ahora está el Paseo Boricua, uno de los primeros cuarteles generales de la lucha por la excarcelación de Oscar López Rivera, una de las ciudades más borincanas que existen en la faz del planeta.
En los setenta, su familia regresó a Yauco, y completó su escuela superior, antes de entrar a la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico a hacer un bachillerato en trabajo social y una maestría en educación y consejería. Luego, hizo otra maestría en educación en Rollins College, con concentración en desarrollo comercial. En 1985, se va al centro norte de la Florida, pues “mi familia se había mudado allá, ya que en el área sur de Puerto Rico había una recesión gracias al cierre de las petroquímicas”. Claro, que lo que encontraría allá cambiaría por completo su vida.
“Llegué a Florida en el ’85, cuando comenzaba a crecer la comunidad puertorriqueña allí. De inmediato noté los roces que había con la comunidad puertorriqueña. Había opresión de parte de la Policía con los puertorriqueños. Había también un gran problema en las escuelas, pues nuestros niños no eran tratados justamente ya que no había maestros que los entendieran. Realmente, no había una representación solida boricua, ni latina donde me encontraba, y ahí es que empiezo a involucrarme”, dijo.
Ya caminando en plena calle San Agustín, Franceschini explica que se inclinó por el Partido Demócrata, pues “mis papás en Chicago siempre estaban a favor de las políticas de John F. Kennedy, así que era obvio que por ahí fuera”. La comunidad latina condado de Seminole, donde ella residía, iba efervescente, influenciada ya por el gran impacto de la ola migratoria puertorriqueña, caribeña y centroamericana en el condado de Orange, donde ubican las ciudades de Orlando y Kissimmee. De la mano de Luis Pastrana, quien al igual que ella dirigió la oficina de Florida de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFAA, por sus siglas en inglés), comenzó a hacer trabajo político y un buen día surgió la idea de establecer un caucus hispano del Partido Demócrata en el capítulo del condado de Seminole.
“Había uno en Orange, pero acá no, aun cuando la comunidad era la de minoría que más crecía en aquel momento. Un día estamos en una reunión del Partido y miramos la mesa principal y yo le digo a Luis: ‘¿Qué tú ves en esa mesa que hay que cambiar?’. Me contestó: Que no hay ningún latino. Y ya en los noventa comenzamos a cambiar todo eso”, recordó.
Caminamos por las aceras de la calle San Agustín, a lo Javier Culson, brincando vallas como zafacones virados por algún perro travieso y charcos productos de bombas de agua desarregladas. Vamos con el colega Cristian Arroyo, que hoy cambió el bolígrafo y la libreta por una cámara fotográfica. Una vecina nos ve y nos dice: ‘Chico, pero llévate a la muchacha más abajito allá, que hay unos murales nuevos bien bonitos de Sammy Marrero y Ralphy Leavitt’. No sabíamos el dato, pero está genial, considerando que Leavitt (QEPD), Marrero y la orquesta La Selecta es de lo más puertaterrense que existe.
Oiga, ¿y cómo es que usted llega a las filas de Bernie Sanders? Es que sabemos que en algún punto estuvo con Hillary…, aprovechamos para preguntarle mientras pasábamos frente al caserío.
“Fíjate, esto es algo que yo quiero compartir. La campaña de Hillary me llama a finales del año pasado y me dice ‘Betsy, te necesitamos para ayudar a recaudar fondos’. Pues, me dije, yo quiero que gane un demócrata. Entonces, cuando la campaña de Bernie empieza a conformarse, me llaman. Me hacen el acercamiento y me dicen: ‘Queremos una persona de liderazgo para entender qué es lo que pasa en Puerto Rico y poder ayudar’. O sea, que la campaña de Hillary me llama para que ayude a buscar dinero, pero Bernie me llama porque quiere escuchar a Puerto Rico. En ningún momento ha mencionado pedir dinero. Y eso, eso me llegó. Eso es algo que me emocionó mucho”, expresó, resaltando que la primera vez que tomó en serio la candidatura de Bernie Sanders fue “un día que mi hijo universitario me dice: ‘Mami, tienes que escuchar hablando a Bernie. Ese es el que es’”.
Había que mantener el pulseo. ¿Y qué usted le dice a los boricuas que están acostumbrados a ver a los republicanos o a la misma Hillary viniendo a Puerto Rico a pedir fondos y ya? Hasta el mismo Obama, vino, se comió un sandwichito, recogió par de millones y se fue…, le zumbamos.
“Pues eso mismo. Hillary ha venido a Puerto Rico tres o cuatro veces buscando dinero. Bernie cuando venga no viene a eso. Él viene a hablar con el pueblo. Como hizo en el Bronx. Como hace donde quiera que va. Todo el dinero de esta campaña proviene de quienes quieran donarlo, de personas comunes y corriente, no de los grandes intereses. Bernie también está desarrollando un plan completo para Puerto Rico. Con la gente en mente. Con la educación y la salud en mente. Con Puerto Rico en mente”, explicó, resaltando una de las posturas más expuestas de la campaña de Sanders en Puerto Rico, “Bernie no está con los bonistas, ni con las corporaciones que quieren quedarse con Puerto Rico, él está con el pueblo”.
Llegamos a los murales con los rostros y mensajes alusivos a la Orquesta La Selecta. Franceschini va cómoda, como si anduviera en zapatillas Adidas, en vez de tacos. ¿Se incomodará con esta próxima pregunta?
Oiga, ¿qué le dice a los que han dicho que usted favorece al Partido Popular Democrático (PPD)? Es que la oposición de ese partido usó eso anteriormente, porque fue Alejandro García Padilla la que la nombró en el PRAAF… Es más, hasta el senador penepé Carmelo Ríos, que ahora está con Sanders, alzó la voz al respecto en alguna ocasión…, le indagamos.
“Bueno, pero es que yo entro ahí sin pensar en tal o cual partido. Yo entré a trabajar en PRAAF pensando en Puerto Rico. Yo llevo 30 años en la Florida trabajando con los boricuas, con los latinos. Entré con un compromiso de representar a mi pueblo en Florida. Hicimos mucho. Y te digo, hicimos mucho más allá de esta cuestión de partidos políticos. Carmelo Ríos me conoce bien, colaboramos juntos allá en Florida, porque yo represento a los hispanos en el Partido Demócrata. Mi filosofía es que tenemos que unirnos para tener la fuerza”, respondió, mirando a los ojos.
“Hasta con Romero Barceló he trabajado, dentro de la comunidad boricua de Florida. Allá yo les digo a los boricuas, no importa de qué partido usted sea, hay que unirnos porque tenemos los mismos problemas. Yo mantengo buena relación con Kenneth McClintock, con Pierluisi. Yo entiendo que tenemos que pasar esto de los partidos políticos y trabajar juntos. La Isla está pasando por unas necesidades, la situación en Puerto Rico amerita que en este momento dejemos atrás todo lo que tiene que ver con partidos políticos y que nos unamos, y el senador Sanders es ahora mismo el único que entiende lo que sucede aquí, el que está pendiente a lo que sucede en la Isla”, articuló.
En ese momento, Franceschini resaltó que el hecho de que el puertorriqueño en la Isla no pueda votar por Sanders “es un asunto, honestamente, de derechos de ciudadano” que debe ser atendido más allá del estatus. Puntualizó que Sanders “ha ido más allá que el resto de candidato presidenciales, que siempre dicen que respetan la autodeterminación del pueblo, pero Puerto Rico no tiene el poder para esa decisión, es el Congreso el que decide. Y Bernie ha dicho que hay que hacer un referéndum que le exija al Congreso según lo que indique el pueblo”.
Es hora de regresar al Taller de Fotoperiodismo, pues en media hora empieza el conservatorio. De camino, dialogamos sobre la propuesta de la Junta de Control Fiscal, y Franceschini recuerda que Sanders se opone a ella y favorece que el Congreso de Estados Unidos le otorgue los beneficios de quiebra del Capítulo 9, igual que lo estados, y que se realice una auditoría para restructurar la deuda
“Es que, de la manera que se ha diagramado, si entra esa junta, los intereses de los congresistas son los que van a dominar. Irán por encima de la Constitución de Puerto Rico, por encima del gobierno”, señaló.
Al llegar al Taller, Franceschini habló sobre cómo Sanders pronto enfilará sus cañones de ofensiva con más pólvora a favor de los latinos: “Imagínate, Hillary es amiga de Henry Kissinger, el responsable de la dictadura de Chile, entre otras cosas”.
Ya en la puerta, la yaucana exaltó las posturas de Sanders con respecto a las universidades, “donde buscamos que la matrícula sea gratis y que el pobre pueda estudiar”.
“Sabemos bien la tradición de lucha que hay en la Universidad de Puerto Rico, más en los últimos años pues es de lo más que se ha afectado por la crisis fiscal y la deuda. Por eso resaltamos que tenemos un candidato por el que hay que votar, porque representa la verdad para Puerto Rico. El respeto de Bernie por la comunidad de Puerto Rico es muy, muy grande”, acotó.
Dio las gracias y entró al local, a prepararse para el conversatorio con las casi 300 personas que ese sábado llegaron al Taller de Fotoperiodismo. Así, después de haber caminado Puerta de Tierra en tacos, tranquila, con calma, con la seguridad de que Bernie, si llega a Casa Blanca, ayudará a su pueblo a salir del boquete socioeconómico y político en que se encuentra.
“Bernie pronto vendrá a Puerto Rico”, dijo. “Quiere oír a la gente personalmente y también hablarles sobre todo lo que queremos hacer”.
Puerto Rico, mas allá de Puerta de Tierra, estará pendiente.