Como parte de las actividades que dieron inicio al segundo Festival de la Palabra se entabló un debate llamado Libros en la hoguera del consumo. La discusión giró en torno a las pulsiones del mercado masivo, los e-books y cómo la conexión virtual transmuta la experiencia tanto de la escritura como la lectura.
El coloquio contó con la participación de Andrea Jeftanovic, escritora chilena; Eduardo Halfón, escritor y profesor en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala; así como Tere Dávila, escritora puertorriqueña que también se desempeña como publicista. Lydia Platón Lázaro fungió como moderadora de la actividad.
El Internet se presta como un espacio de desafío a los editores y los obstáculos que limitan a los escritores en la industria, opinó Dávila. Los blogs y las revistas literarias virtuales le permiten al escritor poder exponer su obra, además de poder relacionarse con más facilidad con sus lectores. El trío de escritores concluyó que los blogs son la democratización de la escritura, espacio donde cualquiera podría escribir cualquier cosa. No obstante, esta misma democratización implicó un problema para uno que otro miembro de la audiencia, quienes argumentaron contra el exceso de información, al ruido y el despilfarro de textos que no son “literatura”.
¿Cómo poder distinguir entre los textos chatarra y la “literatura”? Dávila aseguró que las revistas literarias virtuales proveen una buena fuente de textos. Por su parte, Halfón comparó la búsqueda de contenidos literarios con la exploración de textos noticiosos; mientras que el Internet tiene una cantidad abarcadora de portales de noticia, uno recurre a lo conocido El País, etc., sostuvo el escritor guatemalteco.
Dávila apuntó a que en espacios no-virtuales, la industria también coarta la propagación de textos literarios. El mercadeo en masa y la librería en masa, como Amazon, son espacios que ya están ocupados por un tipo de literatura – la escritora utilizó el ejemplo de Harry Potter. Asimismo, los escritores denunciaron la falacia que asegura la interconexión de literatura en países latinoamericanos.
Sin embargo, gracias a los e-books, los pdfs y el Internet, se ha facilitado el proceso de conseguir (y difundir) literatura extranjera, añadió la escritora chilena, quien también se desempeña como profesora del Departamento de Lingüística y Literatura de la Universidad de Santiago de Chile.
Además de discutir los caminos insospechados de un libro, la pesadez de una sociedad híper-conectada, que muchas veces podría implicar la superficialidad de la escritura/lectura, y el despliegue del ego, se concluyó con la presentación de las nuevas dimensiones de una literatura multimedia – un aspecto facilitado por el desarrollo tecnológico tanto de las computadoras como los e-books. Ante las preocupaciones sobre dónde terminará la obra escrita y quién terminará leyéndola, una espectadora concluyó que la polémica del impreso contra la virtual realmente no es nada nuevo. Asimismo, recalcó que siempre ha existido un derroche de literatura, tanto “mala” como “buena”; no obstante, sólo el tiempo terminará por decidir cuáles de esos textos se convertirían en los clásicos codiciados por la academia y cuáles pasarían al olvido con el resto de las ruinas.