La reducción de la población estudiantil del sistema de la Universidad de Puerto Rico (UPR) de unos 65mil el año pasado a unos 54mil este semestre fue un bajón drástico. Más allá de sorprenderse por los números, es preciso indagar a profundidad sobre los individuos a los que se les excluyó de la posibilidad de realizar estudios universitarios.
Con esto en mente la profesora y antropóloga cultural Rima Brusi Lamadrid, adscrita al Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR dictó el pasado jueves 14 de abril de 2011 en el campus riopedrense la conferencia La Universidad de Puerto Rico: Clase social y acceso a la educación superior pública con la que buscó problematizar esas estadísticas que dejan a tantos estudiantes en el anonimato.
Brusi -junto al equipo del Centro Universitario para el Acceso (CUA)- se ha dedicado durante los últimos dos años al análisis de las relaciones entre extracción de clase y el acceso a la oportunidad educativa, particularmente en el área de la educación superior pública.
Precisamente, como parte del proyecto del CUA se hacen trabajos de investigación y de alcance comunitario con las poblaciones de los residenciales públicos mayagüezanos.
Sin embargo, la falta de datos cualitativos sobre los estudiantes, tanto en los archivos escolares como en el Departamento de Educación [DE], resulta muy problemático a la hora de precisar los motivos que expliquen las altas tasas de deserción escolar en las escuelas públicas del país y la poca cantidad de estudiantes que al graduarse de estas ingresan al sistema UPR.
“Medimos la deserción de manera bien impersonal, bien absoluta, bien estimada, y de manera bien burda también. La medimos al final del día sencillamente tomando a los que se graduaron en cuarto año y restándolos de la población inicial y con eso producimos el estimado de deserción escolar en el País. Yo propondría que hay que seguir a los niños individualmente. Ahí está ese buen espacio para evalúo y mejoramiento continuo, seguir a esos niños individualmente e intervenir en el momento que dejen la escuela,” declaró la antropóloga.
A través del trabajo etnográfico, el CUA ha accedido a conocer las particularidades que enfrentan estos niños y auscultar las dinámicas cotidianas que les son comunes e interfieren de un modo u otro con su desempeño escolástico o sus oportunidades de proseguir en el mundo académico.
Además, la mayoría de los estudiantes provenientes de residenciales públicos nacen y se crían en ambientes muy violentos, en los que prima la tragedia habitual.
Según Brusi Lamadrid, "esto interfiere con el trabajo escolar, con las relaciones sociales y el universo de la escuela en parte se construye en base de estas tragedias cotidianas…esto da que pensar cuando los jovencitos de residencial con quienes trabajamos son acusados de no tener interés académico. Uno tiene que preguntarse cuáles son las condiciones en las que uno quiere que se genere ese interés, cuáles son las responsabilidades del País en la generación de ese interés”.
A esto se añade que, en Puerto Rico prevalecen supuestos culturales respecto a las poblaciones estudiantiles de los sectores económicos marginados; se piensa que estos niños carecen de aspiraciones académicas, que no tienen interés en “superarse” o que no tienen la capacidad. Incluso, según se desprende de las investigaciones realizadas por la profesora Brusi, aún los niños más sobresalientes son objeto de estos prejuicios.
Poco interés en las escuelas
Resulta que en muchas de las escuelas a pesar de que existe una solicitud de admisión a la UPR para cada uno de los jóvenes graduandos son pocos los que la reciben.
“Esas solicitudes no llegan a manos de todos los niños, alguien por el camino, gente por el camino, toma decisiones con respecto a que niños merecen recibir solicitudes y cuales no merecen recibirlas. Cuales están interesados y cuales no lo están “ dijo Brusi.
Usualmente las solicitudes se les entregan solamente a los chicos de cursos avanzados dejando rezagados a los de cursos regulares. También sucede que llegan a noveno grado y mucha escuelas -por “default”- vacían a los muchachos en escuelas vocacionales o dividen a la población estudiantil entre escuela vocacional y escuela preparatoria sin que medie mucho análisis al respecto.
Los muchachos de la vocacional que aspiran a una educación universitaria quedan entonces en desventaja, puesto que los currículos vocacionales eliminan cursos preparatorios como lo son la ciencia, las matemáticas, el ingles o el español avanzado, entre otros.
La Universidad es también cómplice, puesto que entre el panorama de alternativas es una entidad casi invisible que suele estar ausente en los espacios en los que abundan los estudiantes de escasos recursos.
Sin embargo, la Universidad de Puerto Rico es una presencia constante en el imaginario que los alumnos de escuela privada poseen sobre su futura educación postgraduada.
La explicación a este fenómeno podría relacionarse con los resultados que arrojó un estudio con otro grupo focal -conformado por universitarios provenientes de escuelas privadas- realizado por el CUA y Brusi.
“Desde octavo y noveno grado están recibiendo todo tipo de solicitud para ingresar en las universidades. Los ayudaban a llenar la solicitud, les preguntaban si ya lo habían hecho. Estos muchachos recibían materiales para construir interés y para operacionalizar ese interés en aspiración y en solicitud”, explicó Brusi.
Además, contaban con la ventaja de un currículo suficientemente riguroso y sólido como preparación para los cursos universitarios de primer año que según ellos encontraron “bastante fáciles”.
Los estudiante de escasos recursos que logran superar los obstáculos institucionales y consiguen solicitar acceso al sistema UPR luego se topan con otros impedimentos, como el Índice General de Solicitud (IGS).
“El IGS se calcula basándose en el promedio de escuela superior y las puntuaciones en el College Board. A medida que aumenta la demanda de un programa y los espacios se quedan iguales, el IGS sube independientemente del mínimo admitido en un programa. Ese IGS varía con el ingreso familiar; a medida que incrementa el ingreso familiar aumenta también el IGS. ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de merito, cuando hay una influencia tan marcada de extracción de clase en el logro académico de una persona incluso desde años antes de entrar a la Universidad? Habría que ver cual es la influencia y cómo la corregimos," arguyó la profesora.
Problema de clases
Asimismo, políticas institucionales como el que el turno de selección de cursos lo determine la ejecución del semestre anterior afectan de manera desigual a los estudiantes, siendo los de menos recursos los mas afectados. No sería problemático si hubiesen clases para todo el mundo pero no sólo tienen menos probabilidades de sacar un buen promedio su primer semestre de prepa, para el segundo semestre le tocan los peores cursos o no le tocan suficientes y no pueden acceder a la Beca Pell.
Así entonces nos topamos con que la tasa de perdida de primer año de los jóvenes más pobres es el doble que la tasa de perdida de primer año de los jóvenes que provienen de hogares donde el ingreso familiar es mayor. Los estudiantes que cuentan con mas recursos económicos en el hogar o que son de padres que tienen alto grado de educación aprueban más créditos que estudiantes de primera generación en la Universidad.
La extracción de clase y la geografía de origen impactan de manera crítica la experiencia universitaria de muchos jóvenes
“¿Puede darse el país el lujo de encoger la Universidad publica, puede darse el lujo de verla como un gasto? Hay que pensar en las culturas de las instituciones, la cultura de la Universidad, la cultura de la escuela, la cultura del país. La cultura del país que con tanta frecuencia ejerce una presión, una violencia simbólica sobre aquellos de sus habitantes que se crían en los lugares más pobres, más desventajados“, sostuvo la antropóloga.
“Los pobres no son los que llevan al país a la bancarrota, más bien son la evidencia de la bancarrota del País. Una bancarrota que no se limita a lo económico, una bancarrota que tiene unas dimensiones morales que urge atender y que urge trabajar", estableció la antropóloga.
Finalmente, Brusi Lamadrid recomendó que se tome en consideración la Ley Universitaria que habla de la importancia que tiene la Universidad para una sociedad democrática y de la importancia que tiene para desarrollar académicos de talento para el país.
"Para desarrollar especialmente la riqueza y el talento de los sectores menos favorecidos socio-económicamente. No hay que inventar la rueda, hay que volver a la Ley Universitaria y por lo menos proteger ese cantito de cualquier reforma que se le venga encima, " concluyó.