“La realidad es común. El arte es común, en su génesis y en sus resultados. El artista trabaja mirando trabajar a sus maestros y a sus contemporáneos. Sus logros más sobresalientes no caen bajo la lógica de la propiedad privada. Son, más bien, una deuda. No hay artista sin comunidad.” (“Ángel Zapata: el cuento puede ser la expresión de una sociedad viva, adulta y libre”. Entrevistado por Miguel Ángel Muñoz, 8 de noviembre de 2006, El síndrome Chejov: http://elsindromechejov.blogspot.com).
Rozar la belleza
El tenor Joel Prieto es ya un artista internacional, pero sigue perteneciendo a una comunidad que es una familia, en el buen sentido que todavía puede tener esa desprestigiada palabra; una familia de trabajadores y artistas, fundada por una puertorriqueña de Cayey y un español de Ourense, Aixa León y Alberto Prieto, con el apoyo entrañable de los abuelos. Si la familia es una pequeña comunidad, su lugar es un campo abierto. Los vínculos de parentesco entendidos como relaciones de poder no son tan eficaces como la sensibilidad, la curiosidad y el respeto.
Aixa y Alberto se conocieron en Madrid. Alberto, ingeniero de profesión y poeta, estudioso de las matemáticas, la poesía y la música –ejercicios de síntesis y de fascinación, según Aixa- fue finalista en el prestigioso certamen de poesía Adonais. Aixa es directora de la Sala Luisa Capetillo, en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Cayey, lectora y escritora secreta. Hablamos con ella.
-¿Qué nos dices de tu familia, de tus hijos?
-Alberto y yo creemos en propiciar nacimientos de luz… tratar de descubrir quién había llegado, qué vino a hacer, qué cosas les gustaban. Rodeábamos a nuestro hijo y a nuestras hijas de un ambiente propicio para la creación y el descubrimiento. Mucha música (de todos los géneros y las épocas), mucha pintura, pintaban sus sueños, sus temores, sus sentimientos, pintaban la música, los olores los sabores, experimentaban con texturas, todo. Mucha danza, expresión corporal, muchos cuentos, escritura y mucho juego, jugar hasta cansarse en total libertad creadora. Criarse mutuamente requiere de mucha intuición.
-Esa casa era un taller permanente.
-Además, los niños fueron a escuelas donde se sintieron felices. Estudiaron el preescolar y la elemental en una escuela Montessori. Iria y Joel estudiaron desde séptimo grado en la Escuela Central de Artes Visuales y Anaís en la Escuela Secundaria de la UPR. Desde pequeños los tres estudiaron en el Programa de Cuerdas del Conservatorio de Música (Joel y Anaís violín, Iria viloncelo) y en el Coro de Niños de San Juan. Iria y Anaís estudiaron danza en Ballet de San Juan. Iria estudió en la Liga de Arte dibujo y pintura y cerámica con Mercedes Quiñones. Anaís estudió en la Liga de arte más tarde, y en el Taller de Fotoperiodismo con Alina Luciano. Todos estudiaron en la UPR Río Piedras y luego se trasladaron a otras universidades. Joel estudió también en el Conservatorio de Musica de Puerto Rico y luego en el conservatorio Manhattan School of Music en Nueva York. Iria estudió en Parsons, Recinto de París, y en Maryland Institute College of Art y un semestre en el Studio Art International en Florencia. ¡Ah! Iria también estudió en la Escuela de Artes Plásticas en San Juan. Anaís estudia fotografía en School of Visual Arts en Nueva York. Toca guitarra eléctrica y es una ávida lectora.
-Se cree que es imposible llegar tan lejos sin una familia adinerada que responda. En el caso de tus hijos, sus estudios dependieron, sobre todo, de la dedicación y el trabajo, y de becas y auspicios.
-En casa lo más importante siempre ha sido la búsqueda. Hay gente que ambiciona ganar chavos, nosotros hemos querido rozar la belleza. Eso es lo que llena la vida. Pasear es gratis. Leer es gratis si encuentras una librería acogedora.
Alberto aprendió a tocar guitarra y piano por su cuenta, y además, me dice Aixa, si ella recorre las calles de Cayey pensando en Granada, y con unos versos de Villaurrutia en la memoria, Alberto hizo su “camino de Santiago” en el Jardín Botánico de Río Piedras.
La primavera de un artista
Hace poco Joel ofreció un concierto auspiciado por Pro Arte musical, donde mostró un virtuoso dominio de diversos estilos y registros. Su concierto coincidió con la presentación del libro de Alberto, Segunda naturaleza (Colección Maravilla, 2011), ilustrado con pinturas de Iria Prieto.
Hablamos con Joel sobre el salto entre sus años formativos y el mundo transnacional de un artista de conciertos. Según él, la vida de un artista es tan rigurosa como la de un atleta: gimnasio, pilates, yoga, clases de canto y dicción. Y organizada. En agosto cantará en el Festival de Salzburgo, en diciembre en una producción de la ópera Falstaff, en Toulouse. En 2012 debutará en Covent Garden. Ya sabe lo que va a cantar en 2014.
Se considera puertorriqueño aunque nació en Madrid y reside en Barcelona, una ciudad donde “hay una cultura musical, una cultura de ópera, y un intercambio cultural activo con otras ciudades musicales como Berlín y París”. Durante dos años formó parte de la Deutsche Opera de Berlín, donde debutó en el papel de Tamino en La flauta mágica. Su vida cambió cuando ganó la competencia Operalia en 2008. De un tiempo a esta parte es artista independiente. En ese nivel los retos son mayores y “se hace más magia”. Si hace tres años era un “talento potencial”, ahora se le considera un “talento emergente”.
-¿Cómo te preparas para un concierto?
-Me gusta estar en el momento presente, estar haciendo lo que hago. Guardar silencio unas horas antes del concierto. Es un estado meditativo. Sentir el vacío, para poder desarrollar algo.
-Es un mundo de enorme competencia. ¿Cómo percibes la competencia?
-No pienso en competir con otros la competencia es conmigo mismo. Lo digo sin arrogancia, sé cuando canto mal. Me gusta pensar que ocupo un espacio propio, prefiero no compararme. Sinceridad, honestidad, evadir lo superficial, desarrollar la pureza vocal, eso es lo que busco. Me está gustando cantar en concierto. Requiere más concentración y preparación.
-¿Se han afectado las producciones con la situación económica?
-Sí, sobre todo en Estados Unidos. En Europa se apoya más la música.
En cuanto a la vida en familia, comenta que en su casa podía no haber muebles, pero nunca faltaba la música. Y que de sus padres heredó “el ojo crítico”, el “saber apreciar la música, la fotografía y la pintura, las cosas, en fin, desde un punto de vista crítico”.
Aíxa escribe poesía, se pasea por Cayey. Como a su hijo, le gusta estar donde está, pero ese lugar es un punto de partida para vincularse con el mundo. Me envía un mensaje después de una conversación telefónica: “Prefiero verlo (el éxito) como el reconocimiento a una vida dedicada a la música y como una gran responsabilidad por la trascendencia. Siento mucho respeto por mi hijo, por mis hijas y por mi compañero por su entrega a esa búsqueda apasionada que es el arte con todas sus contradicciones.”