Lo que hicieron el pasado sábado las jóvenes del equipo de baloncesto del recinto de Berkeley de la Universidad de California fue quizás más importante que cualquier cosa que hace LeBron o Kobe.
Es más, hasta mantiene pura la protesta por los abusos raciales en Estados Unidos, allende la moda mediática y el impacto de los multimillonarios atletas profesionales de Estados Unidos.
Arte de protesta que conmueve
Para entender esto, empero, hay que ver el marco en el que todo sucede. Resulta que el pasado sábado 13 de diciembre, el campus de UC-Berkeley amaneció con una manifestación artística muy peculiar, la cual causó un poco de confusión cuando fue revelada en horas de la mañana. Cartulinas con las imágenes históricas del linchamiento de varios africanos americanos, colgados de una soga, aparecieron en distintos lugares del reconocido recinto californiano.
Cada una de ellas tenía escrita la fecha de la frase “I can’t breathe” (“No puedo respirar”), última cita del africano americano Eric Garner, quien murió asfixiado por un policía en la ciudad de Nueva York. Los casos de Garner en Nueva York y Michael Brown en Misuri, ambos muertos a manos de policías que luego fueron relevados de toda responsabilidad por un gran jurado de un tribunal local, han disparado protestas alrededor de Estados Unidos en contra del racismo y el abuso policiaco.
Al principio, hubo gente muy ofendida con estas imágenes presentadas en pleno campus de la institución, pues nadie se responsabilizaba por los actos. Y con el ambiente de tensión que ha habido en California, por enfrentamientos entre policías y estudiantes durante manifestaciones recientes en contra del racismo, los sentimientos andan un chin volátil.
“Esto es algo muy preocupante. No sabemos cuál es la motivación para esto”, le dijo la portavoz de UC-Berkeley, Claire Holmes, al diario digital SFGate.com. Mientras, el activista por los derechos humanos y pastor cristiano del área de San Francisco, Michael McBride, tuiteó fotos que un estudiante de UC-Berkeley le envió, causando revuelo de sobra en la red social del pajarito azul.
“Yo llegué al campus y traté de ayudar a los estudiantes en el proceso de entender lo que estaban experimentando, considerando la opción de que fuese arte de protesta y también la opción de que fuese con un intento malicioso”, le explicó McBride al periódico cibernético mencionado.
Es que eran imágenes crudas que le daban un marco histórico a todo esto de ahora: a lo Eric Garner, a lo de Michael Brown, y al resto de sucesos que han propiciado una ola de colisiones raciales y sociopolíticas en Estados Unidos en semanas recientes.
Por ejemplo, la imagen de Laura Nelson se refiere a una mujer negra de Oklahoma que en 1911 fue violada y colgada de un puente junto a su hijo, luego de ser acusada de dispararle a un alguacil. De igual forma, otra mostraba al joven de 20 años de edad, Michael Donald, linchado por el Ku Klux Klan en Alabama en 1981. Mientras tanto, las fotos de Garfield Burley y Curtis Brown, corresponden a dos negros linchados, colgados de igual forma, pero en 1902.
Es decir, esta manifestación más bien pudiese ser considerada un simposio sobre la historia del abuso racial en Estados Unidos en el siglo 20, más allá de lo actual y de vigencia que pudiese proponer el hashtag de “#ICantBreathe”. Y nadie se hacía responsable.
Afortunadamente, en la tarde del domingo 14 de diciembre, el doctor Pablo González, un académico que hace investigaciones en UC-Berkeley, hizo público un comunicado que un grupo de artistas le envió, en el que se responsabilizaban por la manifestación y pedían disculpas a la comunidad africana americana por cualquier confusión causada. En la misiva, los artistas confirmaron que su arte representaba las historias de linchamiento de los negros americanos Nelson, Donald, Burley, Brown, George Meadows y Charlie Hale, todos asesinados en crímenes de odio racial.
“Para quienes estén bajo la errada asunción de que estas imágenes eran un acto de racismo, nosotros vehementemente estamos en desacuerdo”, declararon los artistas, indicando que la manifestación “proponía solo la confrontación del contexto histórico”. El colectivo solamente se identificó como un grupo de artistas negros queer y PoC, las siglas que se le adjudican al término “People of Color” (“Gente de color”) en Estados Unidos. No mencionaron sus nombres, pues “esto no se trata de nosotros como artistas, pero sobre los crecientes movimientos que se hacen para abordar todos estos males penetrantes”.
Manifestantes “Todos Estrellas”
Ahora bien, veamos lo que hicieron las muchachas del equipo de baloncesto de UC-Berkeley, una acción que ni siquiera necesitó de enterarse de que, en efecto, lo que sucedió en su campus había sido arte de protesta. Fue espontánea, lejos de anuncios de Nike o Adidas. Y es aquí donde entra la referencia a las acciones de los jugadores de la NBA.
Hacía un tiempo que no se veía en el deporte estadounidense una manifestación social tan prolífica como lo que ha sucedido con las camisetas que llevan la frase “I Can’t Breathe”. En la pasada semana, ese “I Can’t Breathe” del neoyorquino Eric Garner, padre de familia asesinado por una llave de rendición que le aplicara un oficial mientras otros miraban, ha lucido en el pecho de jugadores multimillonarios de la NBA, como LeBron James y Kyrie Irving, de los Cavaliers de Cleveland, de Derron Williams y otros miembros de los Nets de Nueva Jersey, de Derrick Rose de los Bulls de Chicago y hasta de Kobe Bryant, de los Lakers de Los Angeles, quien recientemente le pasó a Michael Jordan en puntos anotados en su carrera.
Rose empezó el trend, lo cual en inicio fue recibido como una gran forma de llevar estos asuntos raciales que afrontan los estadounidenses a uno de los foros más vistos del planeta: el deporte profesional. Además de los canasteros de NBA, jugadores de la NFL se unieron al reclamo.
“Las demostraciones de distintos deportistas demuestran el papel social que tiene el deporte y sus figuras en ese país [Estados Unidos]”, indicó el profesor Carlos Pabón, al ser abordado por Diálogo sobre el tema de la protesta deportiva.
Pabón puntualizó que esta expresión de protesta que empezó la NBA en el deporte profesional “muestra, a mi modo de ver, que ciertos atletas están conscientes del poder mediático que tienen y lo usan para asumir una responsabilidad social”.
“En la NBA se entiende esto mejor porque son en su mayoría jóvenes negros que vienen de barriadas pobres y saben de primera mano lo que es la discriminación racial y la persecución policiaca”, apuntó el académico y ensayista.
Claro, cuando esto cae en las manos de LeBron y Kobe, con sus millones de seguidores en Twitter e Instagram y con sus millones de dólares por auspicios corporativos adornando sus cuentas bancarias, el término viral es inyectado con anabólicos. Hasta el “I can’t breathe” corre peligro de convertirse en una efímera moda , tal y como interpone en su blog de ESPN el veterano cronista deportivo Shawne Williams.
“Muy pronto, esas camisetas se quedarán guardadas en los casilleros, fuera de vista y cuidado si fuera de memoria. El comisionado de la NBA, Adam Silver, estará aliviado de que sus superestrellas usen en sus calentamientos la indumentaria aprobada por la liga. Los periodistas regresarán a preguntarle a LeBron James cuándo finalmente sus Cavaliers engranaran, en vez de su opinión sobre eventos mundiales y sociales”, dice de entrada el periodista africano americano en su columna, justo antes de hacer mención de la sudadera negra con capucha que se puso de moda cuando salió libre el asesino de Trayvon Martin en Florida.
Basta con mirar las redes sociales para entender cuán complicada, en cuanto a psicolingüística se refiere, puede tornarse la cuestión más allá de lo viral. Va más lejos de una opinión sensata de un cronista deportivo negro, según presenta Twitter, por ejemplo. El pasado sábado, otro equipo de baloncesto femenino, sin las circunstancias que ya explicamos de UC-Berkeley, se puso la camiseta de “I can’t breathe”. Se trataba del seleccionado de la Universidad de Notre Dame, cuya gestión fue concordada tras una manifestación en contra de la violencia policiaca dentro del campus.
Al esto suceder, la pasarela ‘sociodeportiva’ estadounidense en Twitter cogió fuego. Hubo hartas loas ante el gesto, pero también afloraron múltiples críticas, desde el timing de la manifestación al suceder en medio de la masiva protesta convocada al unísono por grupos activistas en las principales urbes estadounidenses, hasta mofas por la tipografía que sale en el mensaje en la camisa, el Comic Sans, clásico referente para los diálogos de las tirillas cómicas, tal y como recuenta esta nota del portal Twitchy.com.
Entonces, ¿ha contribuido aquel intento inicial de Rose, LeBron y Kobe, tendencia que en un dos por tres se regó en el poderoso deporte profesional estadounidense y en su réplica bastarda de la NCAA, a que se diluya una protesta?
“Puede ser. En cierto sentido sí, lo puede volver banal frente a lo que ocurre en la calle, y a las protestas y a la represión. Pero no se debe subestimar el poder de lo mediático que simbolizan estos atletas en Estados Unidos”, dijo Pabón, resaltando que “lo de las camisetas es típico de una concepción liberal de la política que apela a la ‘tolerancia’ y al ‘multiculturalismo’ de la ‘diversidad’”.
Reacción lejos de la “moda”
Ahora, veamos cómo fue la historia de las muchachas de UC-Berkeley. Recordemos que fue el mismo sábado de las protestas masivas alrededor de Estados Unidos, desde Nueva York y Washington, DC hasta Los Angeles y Seattle. El sábado de las camisetas con el “I can’t breathe” en tipografía Comic Sans de las jugadoras de Notre Dame. El sábado en el que apareció el arte de protesta de los negros linchados en el campus de UC-Berkeley.
Ese mismo sábado, y luego de lo sucedido en el campus de esa institución, las jugadoras salieron a calentar con camisas improvisadas que decían “Black Lives Matter”, otro eslogan de las recientes protestas en contra del abuso policiaco y el racismo que quizás no se ha difundido tanto como el “I Can’t Breathe” de las camisetas de Kobe y LeBron. Cada una llevaba el nombre de un africano americano históricamente asesinado, ya fuesen los mostrados en el arte protesta, como Laura Nelson, o referencias más recientes como Michael Brown o Tamir Rice.
La entrenadora del equipo, Lindsay Gottlieb, lo explicó en declaraciones emitidas durante la noche de aquel sábado en el que sus jugadoras se pusieron esas improvisadas camisas.
“Temprano esta semana, las capitanas vinieron donde mí y me dijeron que, como equipo, querían ponerse las camisetas de “I Can’t Breathe” el próximo sábado, cuando jugáramos ante Louisville. Esta mañana, al salir de la práctica nos encontramos con imágenes en nuestro campus que eran chocantes”, expresó Gottlieb.
“Estas imágenes puede que hayan sido puestas para llamar atención a las injusticias o quizás sean un acto de crueldad; de cualquier forma, despertaron fuertes emociones en todos. El equipo vino donde mí. Sintieron la necesidad de actuar. Nos reunimos durante 45 minutos para buscar la mejor forma de hacer sentir nuestras voces. Como grupo, decidieron usar camisas que llamaran la atención a vidas perdidas -tanto recientemente como a través de la historia- y decidieron levantarse y decir que toda vida negra cuenta, toda vida cuenta”, agregó.
Fue de repente, escrito en marcador, encima de cinta adhesiva que había sido pegada en camisas de color negro, lejos de la tipografía de Comic Sans que utilizaron Kobe, LeBron y el equipo de Notre Dame. O sea, la acción de las jugadoras nació del furor de la indignación inmediata y de instinto que posee el humano. Aquel arte de protesta por los linchados repercutió en una manifestación de atletas que se enajenaba un poco de la fiebre que es guiada en el deporte estadounidense, por estrellas de alto poder mediático y caras en su rentabilidad.
Vayamos un momentito de nuevo a Twitter. Allí, el sentimiento vaciado por las jóvenes de UC-Berkeley, también encontró críticas, aunque no precisamente por la tipografía que usaron. Varios medios reportaron que el policía caucásico de la localidad de San José, Philipp White, despotricó en Twitter contra la acción de UC-Berkeley y las protestas en general, instándole a que “no olviden quiénes pagan sus estudios, @CalWBBall, yo y otros policías que pagan impuestos en California”. White, además, posteó muchos otros tuits, incluso uno que decía que “si alguien siente que no puede respirar o que su vidas importan, estaré en el cine esta noche, en mi día libre, cargando mi pistola”. El departamento de policía de San José, Califonia investiga las manifestaciones de White.
“Esto confirma la tensión racial que se está dando en Estados Unidos y el sentido de impunidad que sienten los elementos racistas en las fuerzas policiacas”, resumió el profesor Pabón.
Sin saberlo, las jugadoras de UC-Berkeley le hicieron un bien a esta cosa llamada protesta deportiva. Se regresó a la esencia de la protesta. Se regresó a lo que se está denunciando. Lejos de la ‘jumpa’ de tres de Kobe o el donqueo apestoso de LeBron. Y de eso es que se trata todo.