El trabajo actoral de Mickey Negrón consiste en una fusión de generaciones, técnicas artísticas y acercamientos al arte. Localiza dónde están las injusticias e intenta denunciarlas mientras se inmiscuye en asuntos políticos. Piensa que no le queda de otra, que “no nos queda de otra”. Siempre expresa lo que le molesta, incomoda y considera injusto; por eso utiliza la metáfora, para llevar sus inquietudes a cualquier espacio escénico.
Mickey siente estímulos ocasionados por algo misterioso que lo hace sentir extremadamente vivo.
Al preguntarle por qué se dedica al performance, respondió que se debe a un impulso, a un viento fuerte que lo lleva a su sitio y lo coloca en su puesto; un acto provocado por “la demonia” que lleva adentro.
¿Cómo es esa demonia? – le pregunto.
“Es como un transformer. Se pone prótesis, se las quita. Le gusta la farmacopornopolítica. Consume, se expone, se vende, se ofrece, se reparte, se embala, se pone cosas dentro del culo, grita, se asombra, se calla la boca, se mueve, florece, se entierra, seduce y es muy erótica, porque el arte tiene que ser erótico”, explicó.
Preludio al teatro
“Como todo el País, vengo de una familia disfuncional; bueno… no, vengo de una familia normal puertorriqueña”, bromeó.
Mickey nació en Aibonito y creció en el contexto de una familia donde las mujeres lo dejaron todo por criar solas a sus hijos.
Estudió en escuelas públicas, siempre recibió una educación política y tuvo maestras que, entre tantas cosas, provocaron en él las ganas de ser autodidacta.
A sus 12 años tomó un taller de creación colectiva junto a la directora de Jóvenes del 98’, Maritza Pérez Otero, quien eventualmente se convirtió en su maestra de vida.
“Siendo un adolescente supe que mi voz tenía un peso a través de lo que pensaba y de la manera en que veía el mundo. A esa edad la gente dice que te estás formando, pero tú realmente te estás deformando”, aseguró.
Mickey tenía muchas ganas de ser visto y de sentir el goce que experimentaba cuando pisaba el escenario. Sentía que a través del teatro podía escapar de la realidad y dejar de ser quien era, hasta que supo que se había engañado a sí mismo. No se trataba de un escape, sino de exhibirse y vulnerarse al máximo.
“El entrenamiento y la práctica me hizo darme cuenta de lo equivocado que estaba. No iba a poder escapar de mi realidad, al contrario, este trabajo hace que te pongas el dedo en la llaga y te encuentres con las heridas”, compartió.
Para Mickey, el cuerpo es el inicio del mundo. Desde su organismo localiza los puntos cardinales y entiende la superficie terrestre a través del norte, sur, este y oeste.
“El cuerpo es ineludible porque carga información, traumas sociales, estereotipos, cánones de belleza y de no belleza. Obviarlo sería imposible”, sostuvo.
El artista decide exponer su cuerpo, realzarlo y problematizarlo. Para él, los desnudos son interesantes si incluyen una acción riesgosa que no sea simplemente un acto exhibicionista.
“Muchas veces el arte de la actuación se confunde con exhibicionismo, pero eso es pornografía. Y, está bien, cada cual hace lo que le dé la gana, pero a mí me parece que el arte de la actuación es introspectivo, es meterse dentro de ese cuerpo”, sustentó.
Una venganza artística
PonerMickeytarme es el nombre de una serie de intervenciones que el actor realizó en distintos espacios públicos y religiosos. La idea era ponerse y quitarse cosas a sí mismo mediante acciones pequeñas que iban desde sentarse y hablarle a una persona en medio de un culto, hasta envolverse en papel de plástico frente a la Iglesia de Dios Pentecostal en Santurce.
“Yo tenía una rabia inmensa por el discrimen. Todavía -hoy- existe una Wanda Rolón que dice ‘a lo malo, malo y a lo bueno, bueno’; y eso me da una rabia brutal”, reconoció.
La última presentación de esta serie se llamó Ritual de pluma y purificación. La pieza ya se había presentado en el Centro de Bellas Artes de Santurce, y también había sido filmada en un estudio de Brooklyn, pero esta vez coincidió con una manifestación en contra de la educación con perspectiva de género, realizada por un sector religioso en el 2015.
“En el sur de Estados Unidos y también en el medioevo, existió una tortura a la que llamaron Tarring and feathering, esta era la acción que tomaban contra los hombres que cometían actos deshonrosos. Los llenaban de brea caliente, plumas y los sacaban a las plazas públicas para humillarlos”, anotó.
Tomando este concepto como punto de partida para un acto performático, en lugar de la brea, Mickey utilizó miel y plumas.
En principio su intención era hacer algo sencillo, quería cruzar el lado sur del Capitolio, caminar hacia al frente y hacer un círculo de risas para luego terminar en la playa, pero la pieza dejó de estar en sus manos.
Hubo madres que le taparon los ojos a los niños que se quedaban embelesados mirando su trasero de embuste, pero también hubo quienes abrazaron al artista que, lleno de miel y plumas, se encontraba en su mismo espacio.
“Fue una venganza artística y también fue un proceso de purificación, de agarrar lo bizarro y unirlo con los ataques que he recibido por mis diferencias, convertirlos en una pieza y filtrarlos a través de mi cuerpo”, explicó.
“La soga siempre se va a partir por lo más fino de la cultura”
Mickey no es de los que esperan a que lo llamen para trabajar en obras o películas. Al regresar a Puerto Rico de un Encuentro de performance en Colombia -organizado por el Instituto Hemisférico en el 2009- decidió crear una plataforma que más tarde llamó Asuntos Efímeros.
A través de este proyecto, que se presentó un año y dos meses en el Paseo de Diego en Río Piedras, Mickey provocó que una nueva generación se sumergiera en el lenguaje del performance, pero también hizo que otras generaciones de artistas se unieran y se mezclaran.
De alguna manera Asuntos Efímeros, que no es un proyecto convencional, sino uno contestatario y político donde no hay ningún tipo de censura y donde se incomoda al espectador y al estatus quo a través de la metaforización de sus inquietudes sociales, llegó a contar con el apoyo de la comunidad riopedrense y del municipio de San Juan.
“[Esta plataforma] despertó una curiosidad que de alguna manera había desaparecido en Puerto Rico. La gente hablaba sobre el performance, pero no había un espacio que convocara a este tipo de presencias incómodas, es decir, no había un espacio que convocara artistas performáticos”, añadió.
Personas como Freddy Mercado, Awilda Sterling, Marina Barsy, Bernart Tort, Poncili Creación, entre tantos otros, fueron parte de este proyecto subsidiado por el municipio de San Juan antes de que en el 2016 llegara la Junta de Control Fiscal a la Isla.
“Hubo un recorte al municipio de San Juan cuando nos espetaron la Junta de Control Fiscal. Obviamente, la soga siempre se va a partir por lo más fino de la cultura: el teatro, el performance y las artes experimentales”, manifestó.
En estos últimos años, Mickey ha tenido la suerte de recibir invitaciones fuera de Puerto Rico.
“Siempre uno queda anonadado por las plataformas culturales que tienen otros países, porque tienen una constancia y unos apoyos gubernamentales que este País no va a tener, porque no somos un País, somos una colonia”, expresó.
Mickey cruza fronteras para entender la relevancia de su trabajo desde afuera. Además, quienes han sentido curiosidad por conocer sus trabajos artísticos, lo han invitado a universidades e institutos en Arizona, Michigan, Los Ángeles y Nueva York.
“Yo creo que es importante viajar cuando se vive en una Isla, porque el mar se puede convertir en barrotes, en una especie de cárcel que a veces no nos deja salir”, explicó.
“[En los viajes] hay muchos momentos de silencio, momentos donde estoy solo, rodeado de gente en una ciudad inmensa, pero estoy solo y estoy ahí, hablando conmigo mismo por cinco, seis o la cantidad de días que me tome regresar”, agregó.
Para Mickey, la soledad y el silencio son espacios necesarios que ocurren de forma natural.
“Muchas veces le tenemos miedo a la soledad, pero es necesaria para trabajar, para juntarnos con otra gente y ser una compañía más agradable”, admitió.
Su deseo es continuar viviendo en Puerto Rico, hacer arte, continuar viajando con su trabajo, acompañar a su perro durante todo el trayecto de su vida, ser feliz sin hacerle daño a nadie, resolver sus conflictos internos e identificar sus errores. Sin embargo, para Mickey lo más importante de todo es que exista el goce, “porque si no puedo bailar, imagínate… no es mi revolución”, indicó.