Natalia Lugo no es extraña a la adversidad, ni a los días oscuros, ni a la locura, ni a los momentos en que se pierde el control de todo. Dice que no nació para complacer a la gente, al contrario, desde pequeña decidió buscar caminos alternos.
La decisión de hacer arte la tomó a sus 13 años. Al inicio fue difícil que su familia la aceptara como artista, por eso -al graduarse de escuela superior- comenzó a estudiar comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras. Aunque ese parecería ser el comienzo de su ruta artística, no lo fue. Natalia no quiso vivir una vida que cumpliera con los estándares profesionales de otras personas.
“Estamos en un patrón de vida donde todo el mundo te cuenta la misma historia. Te gradúas de la escuela superior, entras a la universidad, trabajas, te casas, tienes hijos y te retiras. Entonces tienes la vida segura, la vida de cuadritos. Y, está bien… a mucha gente le funciona esa vida, pero a mí no me funciona”, compartió la mujer que se resguarda bajo un sombrero redondo.
Aunque la artista quebró el modelo tradicional y no terminó sus estudios universitarios, favorece que las personas se eduquen. Además, toma clases de improvisación, actuación y todo lo que añada a su crecimiento personal y artístico.
“Da Vinci, Miguel Ángel, Albert Einstein… no eran solamente científicos y matemáticos. Eran poetas, músicos, historiadores, astrónomos… eran muchas cosas. Estamos en una sociedad donde todo el mundo se está metiendo en cajitas; y yo sé que es más fácil entender a una persona cuando le pones un sello, pero yo no soy fan de los sellos y mi vida no es para estar viviéndola en una cajita. ¿Me entiendes?”, explicó.
Asimismo, la artista indicó que uno de los problemas que enfrenta Puerto Rico es que está perdiendo la cultura porque el arte -en algunos sectores del País- no es valorado.
“Desde pequeños nos dicen que [haciendo arte] nos vamos a morir de hambre y que no hay oportunidades para talentos nuevos. Por eso las personas se empiezan a limitar, porque dejan de ver su potencial y porque comienzan a creerse las mentiras que les dice el mundo”, expresó quien en su mirada conquista sueños.
Para Natalia, es tiempo de deshacerse de esta idea para que más jóvenes, adultos, pioneros artistas, y cualquier persona pueda romper este ciclo.
Sus caminos alternos
“Yo perdí a mi mamá a los seis años y creo que perder una persona tan cercana, a esa edad, cambia algo en ti, porque te das cuenta de que la vida es efímera y que no todo está garantizado”, compartió.
Natalia comenzó a imaginar personajes desde bien pequeña. También escribía canciones y poesía con palabras quizás muy intensas para su edad. Vivía con su papá, se mudaba mucho y gran parte de su tiempo estaba sola. Hacer reír era algo así como un mecanismo de defensa a la soledad, lo más lindo que podía hacer en aquel momento era conectar con otros seres y sentirse más humana.
“Si no respetan a misis Rivera, voy a dejar de hacer chistes”, les decía a sus compañeros con una tonalidad que más tarde se convertiría en la voz de Francheska.
Este personaje que llevaba tiempo cuajándose en la cabeza de esta joven se concretizó en el 2007, pero no fue hasta el 2013 que se hizo viral. Con Francheska, Natalia tuvo la oportunidad de trabajar en radio, televisión y hacer su primer tour de comedia en la Isla, La cosa ta’ mala.
Francheska se hizo famosa, pero este no era el camino que la artista quería para su vida. En su interior tenía ganas de compartir su identidad, trabajar con otros personajes en escena y mostrar sus canciones, algo que desde sus inicios quiso compartir con el público.
“Cuando creas algo para tener éxito, llegará el momento en que tengas que abandonar esa creación y tomar el riesgo de que te quieran o te odien por quien realmente eres”, compartió la artista al recordar una frase que escuchó en una entrevista del comediante canadiense-estadounidense Jim Carrey.
Aunque Natalia no ha podido mostrarse como músico, desde sus inicios como artista ha querido hacerlo, pero el camino hacia la música se le ha hecho mucho más largo que el camino de la comedia.
“Yo llevo muy poco tiempo en el ojo público. Empecé a los 23 años y ahora tengo 26. Llevo apenas tres años trabajando en la industria [musical] y he tenido muchos fracasos. El primer disco nunca lo saqué y el segundo tampoco lo saqué”, explicó la artista.
Hoy Natalia se encuentra trabajando su tercera producción musical, esta vez con ansias de mostrarle a las personas de qué está hecha musicalmente.
Después del huracán María, vino la fe
“Pasé por una depresión bien fuerte. Padezco de ansiedad crónica desde muy pequeña, obviamente a causa de las circunstancias de mi vida. Nunca he tenido mucha estabilidad y, encima de eso, elegí una carrera inestable en la que me han decepcionado muchas veces”, compartió.
Tras el paso del huracán María por Puerto Rico, Natalia perdió su apartamento; por lo que antes de escribir su obra Puej ni modo, lo que el viento nos dejó, tuvo que irse del País a vivir con su papá en un estado al norte de los Estados Unidos.
“¿Recuerdas cuando estabas aprendiendo a correr bicicleta y no querías que te quitara las gomas de atrás?”, le preguntó su papá en una conversación.
Natalia se transportó a este momento y algo cambió en su pensar. Supo que su padre le había recordado que no todo estaba perdido; solo tenía que subirse a la bicicleta y dejarse llevar por el amor y la energía de quienes siempre la han apoyado.
Todos los días Natalia da gracias a Dios porque está viva, por su salud y por las oportunidades que tiene presentadas. No sabe por qué ha metido a Dios en esta conversación, pero siente que es importante y esencial; tanto así que no podría descartarlo por completo.
“Y no tienes que hablar de un Dios, solo se trata de tener fe, porque cuando pierdes la fe, pierdes la esperanza, el motivo y las ganas de vivir. Entonces ahí es que te vuelves duro, resientes el mundo y le haces daño a los demás porque no eres feliz tú”, explicó.
Cada vez que la vida le cierra puertas, Natalia busca otros caminos. Los tropiezos han moldeado su carácter y la han hecho ser mejor artista. Estas han sido las experiencias que la han transformado como ser humano, del mismo modo que ha adquirido un conocimiento mas amplio de lo que es el mundo y la vida.
Su identidad
Hoy Natalia presenta sus personajes de forma jocosa para que la gente no se sienta amenazada. Muchos de sus trabajos en comedia han sido críticas sociales, observaciones que la artista tiene de la sociedad y aspectos que -desde su punto de vista- las personas podrían mejorar.
“No es decirles que están mal, es mostrarles lo que están haciendo para que ellos mismos lleguen a sus propias conclusiones”, añadió.
Le conmueve conectar con otras personas desde la risa por la satisfacción que siente al “arreglarles el día”. Cuando la gente se ríe, Natalia siente felicidad.
“Como seres humanos, tenemos la responsabilidad de compartir alegría. Al final del día estamos vivos, estamos activos, estamos aquí, estamos respirando. Miremos a nuestro alrededor. La vida es linda, solo tenemos que detenernos por un momento y escucharla. ¿Habrá una cosa más noble que hacer reír?”, se pregunta.
Si tuviese que explicar por qué eligió esta profesión, diría que ser artista es parte de su identidad y que no podría dedicarse a otro trabajo.
“La razón por la que hago música, arte y comedia, trasciende. Lo hago para conectar e influenciar de manera positiva a otras personas, para vivir una vida con propósito y luego dejar un legado; para sentirme orgullosa de mis pasos en la tierra y algún día irme en paz sabiendo que hice todo lo que pude”, compartió.
Su meta es continuar conquistando sueños. Espera con ansias la salida de su primer álbum musical, Fuera del marco. También le gustaría crear vídeos musicales fílmicos que muestren historias. En un futuro quisiera, ganarse un Latin Grammy y hasta salir en la revista TIME, tener una familia y ser mamá.
Por lo pronto, es feliz con hoy.