Por un lado, se habla de una de las crisis económicas más grandes que ha enfrentado Puerto Rico y la Junta de Control Fiscal (JCF) comienza a tomar las riendas del país; por el otro, los centros comerciales están abarrotados de vehículos y personas, especialmente durante la época navideña.
“La realidad de lo que vemos en los centros comerciales no es sino reflejo de que la crisis es peor porque, en una crisis económica, que haya tantas personas que lo poco que tengan no lo ahorren e incluso se endeuden para estar en un patrón insostenible de consumo, lo que hace es precarizarlos más en la crisis”, señaló, de entrada, José Caraballo, profesor de economía de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey.
La economista Martha Quiñonez Domínguez coincidió con el profesor y explicó que la gente continúa comprando desmedidamente porque, aunque se habla de una crisis económica, de forma paralela los jefes de agencias y políticos siguen recibiendo buenos salarios. Por esto, “la gente en Puerto Rico todavía no se ha enterado de que hay crisis”, sostuvo.
La economista añadió que no todos se sienten aludidos con la crisis económica porque los despidos y ajustes que ha habido mayormente han sido en el sector público del país, no así en el privado. Por tanto, asumen que la situación no es tan grave y, por ello, surge la dicotomía entre la crisis y el consumo, indicó.
El pasado martes la JCF envió una carta al gobernador saliente, Alejandro García Padilla, y al gobernador electo, Ricardo Rosselló Nevares, en la que se incluyó una proyección indicando que en los próximos diez años, Puerto Rico enfrentará un déficit presupuestario de $67,500 millones. Esto representa $10 millones por encima de lo que se presentó en el Plan Fiscal de García Padilla.
Ante estas proyecciones, la JCF le recomendó al gobierno del país que para manejar la crisis considerara reformas laborales, reformar los sistemas de salud y educación; alianzas público-privadas, reestructurar el tamaño del gobierno y ajustar los precios de los servicios del gobierno, ente otras.
Sobre este particular, Caraballo sostuvo que todas las políticas económicas que plantea la JCF tendrán un impacto, tanto en el sector público como en el privado. Por tal razón, lo más conveniente para las personas sería tener un consumo más prudente y evitar utilizar el crédito para la compra de regalos, que es una de las prácticas que se da especialmente en la época navideña, según el experto.
Caraballo, quien también es vicepresidente de la Asociación de Economistas, y Quiñonez Domínguez, de igual forma, coincidieron al decir que a través de los años se ha mantenido un patrón de endeudamiento de los ciudadanos con el fin de consumir. Empero, no así para invertir, porque, en el fondo, esperan una mejoría en la economía de la isla.
Centros comerciales abarrotados, ¿un efecto meramente visual?
No obstante, aunque sí hay mucha actividad en los centros comerciales, considerando la situación económica del país, los economistas aseguraron que no ha habido un aumento en las ventas al detal durante los últimos años. Más bien, estas han decaído.
Según datos del Departamento de Comercio y Exportación, en julio del 2014, un año antes de que se aumentara el Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU) al 11.5%, el Informe de Ventas al Detal indicó que el total de las ventas fue aproximadamente $3,105 millones. Mientras, en el informe de julio del 2016, un año después del aumento al IVU, la cifra final fue de alrededor de $3,044 millones.
El economista José Alameda comentó que el hecho de que haya mucha concurrencia en los centros comerciales, no necesariamente significa que las personas estén comprando. Otra posibilidad es que, aunque sí compren, no gastan la misma cantidad de dinero que en años anteriores. Es decir, ajustan las compras a sus presupuestos.
Más o menos en esa línea, Quiñones Domínguez, argumentó que las personas están visitando constantemente las tiendas porque van en busca de ofertas. Además, acuden a comprar en comercios que venden artículos más económicos, “la gente no está gastando como se gastaba antes en lujos”, aseguró.
En este sentido, de acuerdo con la economista, los pequeños comerciantes locales se ven más afectados, ya que no pueden competir con las ofertas de las megatiendas, ni tienen la capacidad de dar a conocer masivamente a través de la publicidad, como los conocidos shoppers, los especiales que pueden lanzar.
La crisis no afecta a todos por igual
Por otra parte, el catedrático de la UPR, Recinto de Río Piedras, Argeo Quiñonez, hizo hincapié en que el efecto de la crisis se percibe más en unos sectores de la población que en otros, inclusive dentro del mismo grupo trabajador asalariado.
Uno de los grupos más afectados –a simple vista-, según el catedrático, es el de los comerciantes de pequeños y medianos negocios, precisamente. Este resaltó que, mientras los grandes centros comerciales del país se abarrotan, son muchos los locales que se vacían en las principales avenidas del país.
Respecto a la dicotomía entre el consumo y la crisis, Quiñones mencionó que las decisiones de consumo en el ámbito familiar se ven afectadas por varios motivos, entre ellos, la disponibilidad de crédito, la participación en la economía informal y las actitudes de nuestra cultura económica de “fin de mundo”.
Caraballo, entre tanto, concluyó que “hay personas sumergidas en un frenesí consumista que es insostenible, aún si estuviéramos en época de crecimiento económico. Pero en una crisis económica como esta, sencillamente es un poco irracional continuar con ese consumismo desmedido”.