La película No Escape, que estrena hoy en las salas locales, sirve de ejemplo para demostrar cómo Hollywood representa la supuesta barbarie encontrada en el extranjero.
Dirigida y escrita por John Erick Dowdle (Devil, As Above, So Below), este thriller se basa en algún lugar de Asia, donde una familia estadounidense es perseguida por los locales a raíz de una revuelta política. Esta caza surge por las repercusiones que tienen las negociaciones políticas en el pueblo trabajador.
El filme carece de contexto, ya que no mencionan exactamente en dónde se encuentra la familia y no es hasta el final de la película que se hace referencia al lago de Vietnam. Eso nos indica que están en el sudeste del continente y asumimos que se trata de Tailandia o Cambodia (la película fue filmada en Tailandia pero algunos medios estadounidenses afirman que está situada en Cambodia).
Podríamos reducir esta película a un estereotipo “hollywoodense”, una mirada a la “barbarie” desde el privilegio. Es decir, una familia blanca acechada por extranjeros -en este caso, asiática- donde la mujer es quien cuida de sus hijas y el padre de familia debe proveerles seguridad y salvación con la ayuda de otro macho alpha.
Otro elemento añadido a este estereotipo recae en que ‘el enemigo’ no tiene voz. O sea, no escuchamos los argumentos desde la otra cara de la moneda y solo los vemos en modo violento. Algo un poco molestoso, ya que las razones de la revuelta son de peso: la venta total de recursos de una nación sin aviso o consulta de quienes los trabajan.
En el caso de los personajes, los protagonistas se ven atados a un libreto que deja la sensación de que pudo haber sido mejor. Owen Wilson, Lake Bell y Pierce Brosnan provienen de mundos cinematográficos distintos, pero el libreto e idea central de este filme impide que hagan un buen trabajo en la incorporación de sus trasfondos como actores.
Por ejemplo, Owen Wilson (Wedding Crashers, Zoolander) y Lake Bell (In A World…) se caracterizan por sus roles de comedia. Por otro lado, Pierce Brosnan es recordado por sus filmes de acción, especialmente sus protagónicos como James Bond (Golden Eye, Die Another Day).
Sí, la película tiene momentos semijocosos en las interacciones ocasionales entre el personaje de Wilson (Jack Dwyer) y el de Brosnan (Hammond), pero se nota un contraste medio forzado.
La participación limitada de Brosnan en la acción como personaje secundario, y líneas como: “Guys like me pave the way for guys like you”, podrían llevar a pensar que se trata de un pase de batón entre uno y otro. Sin embargo queda claro que para ellos, este trabajo no es más que una prueba actoral (superada por estas estrellas).
En esa línea, la manera en que los personajes se desenvuelven en pantalla no fluye, específicamente en el caso de la relación entre Wilson y Bell. La incomodidad entre ellos es notable para el espectador. Suponen ser un matrimonio en busca de una mejor vida, pero quien ve la película se da cuenta que, de principio a fin, estos personajes no se aman y su única unión de peso son sus hijas.
Asimismo, el personaje de Bell (Annie Dwyer) parece estar ahí de relleno, sirviendo como excusa para cuidar de las dos niñas entre toda la violencia. Su mayor participación surge cuando pone sus conocimientos del idioma francés en función, así como en las escenas finales de la película.
El libreto, nuevamente, causa un problema en la representación de las hijas de los protagonistas, papeles jugados por Sterling Jerins y Claire Geare. Son buenas actuaciones para un libreto que las obliga a decir y hacer cosas absurdas como ser lanzada de un edificio a otro para salvarse. Igualmente, las pocas líneas que tienen solo irritan. Sí, puede verse como un acto de preservar la niñez en momentos adversos por parte del director, pero simplemente no funciona.
La idea central y el libreto que enmarcan este trabajo no funcionan, aunque la película cuente con buenas actuaciones. No obstante, si quiere ver un thriller sin pensar mucho en las barbaridades estereotípicas, No Escape puede contribuir a eso.