Esta semana se estrena en los cine Fine Arts de Caribbean Cinemas, la película ganadora del Oscar a mejor película extranjera de 2010, In a Better World de la directora danesa Susanne Bier. Un denso drama que en su lengua original lleva por título Hævnen (que significa venganza) y que explora los temas de la violencia, la retribución y la manera en la que debemos responder ante la agresión, si no queremos continuar los ciclos de vehemencia.
La película narra la historia de dos familias. La primera, un matrimonio de dos médicos (Anton y Marianne) al borde del divorcio, cuyo inocente hijo (Elias) es constantemente abusado en la escuela por los niños más grandes. El padre es un inmigrante sueco quien es médico voluntario en un campamento de refugiados en África y constantemente está de viaje. La segunda familia consta de un viudo (Claus) y su resentido hijo (Christian) quien lo culpa por la muerte de su madre. Ambos regresan a Dinamarca luego de haber vivido en Londres por algunos años. Christian rápidamente se hace amigo del débil Elias, enseñándole como darse a respetar por medio de la violencia y la agresión.
En el film, se intenta hacer una comparación entre el comportamiento que intenta enseñarles Anton a sus hijos y el que él mismo adopta estando en África. En Dinamarca, él les enseña a dar la otra mejilla y no rebajarse al nivel de los violentos. De igual modo intenta hacerlo en África cuando un líder criminal quien es el culpable de brutales mutilaciones de mujeres embarazadas, se aparece en el campamento pidiéndole ayuda médica. La obra de Bier presenta un intenso dilema ético entre el cumplimiento del deber y la impotencia ante la injusticia.
El problema de la película es que la situación en África, que pudo haber sido mayormente explorada, se abandona rápidamente para centrarse en el drama interno y personal de Christian y la inseguridad y búsqueda de aceptación de Elias. Es aquí cuando la historia se vuelve exageradamente melodramática y recurre a varios lugares comunes o clichés tradicionales del género, que terminan de volver la trama aburrida, por más bien actuada y dirigida que esté. Incluso podría asegurar que, si hubiese sido hecha en Estados Unidos y protagonizada por Russel Crowe, Colin Farrell, Naomi Watts y algunos niños estadounidenses, no hubiese habido diferencia.
La verdad es que In a Better World no es una mala película, pero no deja de ser un drama genérico. No tiene ningún elemento que sobresalga o brille por encima de otras. No hay riesgo ni en la historia, ni en la forma en que está narrada o realizada. Técnicamente está bien realizada pero de nuevo, no sorprende. Por dar un ejemplo, la fotografía es bastante hermosa y estilizada, pero tradicional.