“Vengo a ver si es que sigues llorosa y triste. Vengo a ver si el destino te abandonó. Vengo desde muy lejos para decirte que si alguien por ti sufre, ese soy yo”.
Rafael Hernández
Tenía una stamina envidiable… una actitud aguerrida como la de los gallos de pelea, de esos cuya bravura y valentía exhiben hasta el final, sin importar lo adverso de las circunstancias o la fortaleza de su oponente. Así era el “gallito” Sixto Escobar, uno de los boxeadores más reconocidos de Puerto Rico y cuyo nombre lleva el estadio deportivo ubicado en Puerta de Tierra.
Escobar se abrió paso en el deporte de los puños en la difícil década de 1930. En esa época, Puerto Rico vivía una complejidad histórica terrible al ser gobernado por Blanton Winship, un militar impuesto por los Estados Unidos. Los niveles económicos no despegaban del suelo y en la Isla se miraba al exterior, a potencias latinoamericanas como Argentina y México para apreciar la grandeza en vez de mirarse a sí mismos, cosa que Sixto enseñaría a través de su carrera.
Trágicos sucesos ocurrieron durante esos tiempos. Bajo el mandato de Winship, ocurrieron la Masacre de Río Piedras (1935) y la Masacre de Ponce (1937). El País también afrontó la desolación y la ola de destrucciónque dejaron tras su paso los huracanes San Felipe (1928) y San Ciprián (1932). Además de eso, en 1934 estalló la huelga de la caña, al igual que las protestas de obreros y desempleados por malas condiciones de trabajo o la falta de él.
Fue en el 1934, precisamente, cuando Sixto Escobar debutó como boxeador en los Estados Unidos y obtuvo la victoria en sus cinco encuentros del año. Ahí, ganó el reconocimiento de la Comisión Atlética de Montreal (MAC por sus siglas en inglés) y el Título Mundial Bantamweight, (peso gallo), categoría de boxeadores entre 115 y 118 libras de peso.
“El Gallito de Barceloneta” nació el 23 de marzo de 1913 en el barrio Palmas Altas, pero creció y se desarrolló en la ciudad de Santurce en San Juan. Desde pequeño demostró grandes habilidades en el boxeo que lo llevaron posteriormente a ser protagonista de importantes encuentros en famosos cuadriláteros
“Sixto fue el primer campeón mundial que tuvo Puerto Rico y a su vez fue el primer puertorriqueño en destacarse a nivel internacional. Peleó en Venezuela, en Canadá y en Estados Unidos”, relató a Diálogo el coleccionista y aficionado del deporte Josué Jiménez, quien labora para el municipio de Barceloneta.
Según Jiménez, Escobar fue campeón por accidente. “A él lo pusieron a pelear contra uno de los retadores al campeonato y da la casualidad que Sixto noquea a ese y entonces lo envían a Canadá donde conquista el primer campeonato de un puertorriqueño”, indicó.
“Ese primer campeonato es reconocido por la National Boxing Association por 28 estados de los Estados Unidos en 1934 (contra Rodolfo Baby Casanova). En 1936 (a sus 23 años) pelea por la corona mundial contra Tony Marino y se le conoce como el único e indiscutido campeón mundial del peso gallo”, añadió.
Según documenta la prensa de la época, regresó a su tierra luego de conquistar el título y fue recibido como un héroe. Después de todo, fue el primer y único campeón mundial en esa categoría que tendría Puerto Rico por alrededor de 20 años.
“En el momento que llega el título de Sixto Escobar a Puerto Rico (en los años 30), él no le trae algo excepcional a Puerto Rico, él le demuestra que ese momento puede formar parte de la cotidianidad de lo que es el puertorriqueño. Por eso yo quiero leer a Sixto Escobar de otro ángulo totalmente distinto de lo que se pueda decir. Yo lo veo como la heroicidad de lo cotidiano, del tesón en lo cotidiano, del empeño en lo cotidiano”, expresó Rubén Dávila Santiago, sociólogo y catedrático de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Sixto Escobar no resaltaba por su físico, como lo harían Mike Tyson y Muhammad Ali, entre otros boxeadores. Foto de la Biblioteca Comunitaria Sixto Escobar en Barceloneta.
Victorias y derrotas
La carrera de Sixto Escobar como boxeador profesional se distinguió por ser una de altas y bajas. De 66 combates en total, ganó 41, 19 de ellos por nocaut; perdió 23 peleas y el empate de un encuentro y otro sin decisión final completan la cifra. Cabe destacar que en esa veintena de derrotas, Escobar nunca cayó por nocaut, según la información biográfica que proveyó la Biblioteca Comunitaria Sixto Escobar en Barceloneta.
“Él nunca fue noqueado, nunca vio la lona, pero cuando perdía, de momento se enfurecía y entrenaba bien duro y en la próxima pelea cogía al tipo y lo noqueaba o lo hacía lucir mal”, relató Jiménez.
Lo hizo en numerosas ocasiones contra boxeadores del calibre mundial de Harry Jeffra, a quien le rompió la mandíbula, Kenneth ‘K.O.’ Morgan, que llamó bastardo a Sixto y el gallo lo noqueó en Puerto Rico y también a Lou Salica, medallista de bronce de los Juegos Olímpicos de 1932.
Según Dávila Santiago, ese proceder de Escobar respecto a su propia carrera boxística fue lo que demostró su histamina (conocida popularmente como estamina o estámina), esa actitud aguerrida del gallo de pelea. Recordó, por ejemplo, la ocasión cuando Escobar cae vencido por primera vez y pierde su título, pero regresó al cuadrilátero poco después para reconquistarlo.
“Sixto Escobar representó que la grandeza no se mide puramente en la victoria sino en la lucha para alcanzarla. Eso construyó para muchos puertorriqueños de los años 30 una certeza. La gente, cuando miraba a Sixto Escobar, despertaba en ellos un elemento importante de la cotidianidad, no del evento extraordinario y eso poca gente lo puede hacer. Si tú me dices un día que ganó fulano o fulana el concurso de belleza, pues maravilloso, tiramos los fuegos artificiales y eso es un gesto que tú haces, pero Sixto no hizo un gesto, él hizo una gesta. Y la gesta se hace en la cotidianidad. Él construyó una carrera en el boxeo como una forma de cotidianidad”, añadió el también semiólogo.
La simbología del gallo
Sixto era apodado “el gallito de Barceloneta” y no era simplemente por su peso. En innumerables tradiciones del mundo, el gallo se perfila como protagonista en lugares como India, Paragüay y la religión cristiana, así como la islámica. El gallo es presentado como símbolo de coraje, valentía, vigilancia y fuerza. En el horóscopo chino, por ejemplo, el gallo es el jefe supremo del corral con gran capacidad de observación.
Tal vez eso explica el estilo y la técnica con la que Sixto Escobar boxeaba. Según Dávila, Sixto no peleaba con las manos y el impulso sino con la mente. Escobar medía su propia capacidad con la de su oponente hasta llevarlo a tomar decisiones esperadas y convenientes para el ataque.
En Puerto Rico, más notable en la época del 1930 y el 1940, las peleas de gallo acaparaban el tiempo libre de los campesinos, conglomerados en las galleras para llevar a cabo sus apuestas de honor, en el que muchos denominaron el primer deporte nacional. Era común ver al menos una jaula para gallos en las casas y ver estos centros de encuentro abarrotados. El gallo iba debajo del brazo del campesino.
No es de sorprender entonces que el pueblo que seguía a Escobar haya escogido la figura del gallo para representarle, significarle y hacerle suyo. En su recibimiento en Puerto Rico, luego de ganar el título mundial, el público le cantaba a Sixto la plena “Ya llegó, ya llegó a su pueblo natal, el gallito campeón, se llama Sixto Escobar”, recordó el coleccionista Jiménez. Mientras, en otros documentos encontrados, como una antigua serigrafía de Lorenzo Homar, decía: “Ya llegó, ya llegó, ya llegó el bueyón, ya llegó a su pueblo natal el gallo campeón”.
Sixto – persona y no personaje
Escobar, a simple vista, no sobresalía entre la gente por su cuerpo como lo hacen, por ejemplo, Mike Tyson o George Foreman. Según las fotografías encontradas, Escobar tenía la apariencia cotidiana de los años 30, lo que le facilitaba a los puertorriqueños verse reflejados en él.
“Mucha gente dice que cuando lo veían, era como verse en un espejo, no por lo bueno que yo puedo ser sino por lo que soy. Él no remitía al deber ser sino que él había develado una parte íntima de lo que nosotros somos. Nosotros somos unos combatientes. Nosotros somos la gente que nos encontramos en la adversidad y enfrentamos la adversidad, no con los puros golpes de suerte, sino con la constancia, la perseverancia de la victoria”, señaló Dávila Santiago.
Según el catedrático, la gente se veía en Sixto “no como un sueño sino como un despertar de sí. No es soñar hacer, sino despertar hacia lo que tú eres y esa es la clave de Sixto Escobar que yo encuentro más bella”.
De calles y estadios
El nombre Sixto Escobar engalana desde abril de 1938 el estadio que originalmente se llamó Escambrón Baseball Park, por encontrarse en los predios aledaños a la Playa del Escambrón. La gesta de Escobar de lograr que un año antes se escenificara allí la primera pelea por un campeonato mundial de boxeo en Puerto Rico y de paso conquistar ese codiciado título, llevó a la Legislatura a rebautizar el estadio en honor al boxeador.
También llevan su nombre el auditorio, una avenida y la biblioteca comunitaria localizados en su pueblo natal. Frente a dicho auditorio hay una estatua suya. Según el coleccionista Jiménez, en Puerto Rico se acuñaron monedas con la imagen de Sixto que él tiene porque las consiguió en mercados de antigüedades. Jiménez también guarda las dos portadas de la revista especializada The Ring donde Sixto aparece en la portada.
Celebración de las Justas Interuniversitarias en el Estadio Sixto Escobar 1988. Foto por Ricardo Alcaraz.
Algunas de sus pertenencias se exhibían en la biblioteca barcelonetense hasta que Turismo se encargó de ellas. “La Oficina de Turismo tiene unas fotos y unas cosas de Sixto que estaban descansando en la Biblioteca Sixto Escobar porque allí había un pequeño museíto. Pasaron ahora al Departamento de Turismo”, aclaró Jiménez.
Escobar se retiró del boxeo en el 1940. Además de ser boxeador, fue veterano de guerra, perteneció a la escuadra de la 65 de Infantería en Panamá. En el 1950 fue exaltado al Salón de la Fama del Boxeo del Madison Square Garden y en el 2002 el “Gallito de Barceloneta” se unió a los inmortales del Salón Internacional de la Fama del Boxeo en Nueva York. Murió el 17 de noviembre de 1979.
Este escrito es el tercero de cuatro artículos donde conoceremos a importantes figuras deportivas como parte de la serie Más allá del estadio.
Otros textos de esta serie:
Rebekah Colberg: una mujer con cría
Juan Ramón Loubriel: deportista y educador
Más allá del estadio: la huella de Angelita Lind