El disidente chino de 53 años Ai Weiwei, reconocido a nivel mundial como uno de los más importantes artistas contemporáneos, desapareció el domingo, 3 de abril en un aeropuerto de Pekín mientras intentaba abordar un vuelo hacia Hong Kong. Los responsables, se anunció, fueron los agentes del gobierno pseudo-comunista de China. Según informó la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), ocho personas que trabajan en el estudio de Ai en Pekín también fueron arrestadas.
Después de tres días el gobierno por fin anunció que se encontraba detenido por supuestos delitos “económicos” aunque sus allegados siguen sin saber detalles, ni tan siquiera su paradero. Este hecho va contra la misma legislación china que exige notificación dentro del marco de las primeras 24 horas de detención. Tampoco hay indicios de su amigo periodista Wen Tao de 38 años quien igualmente desapareció ese día. Su contable Ms Hu y su conductor Zhang Jingsong también andan desaparecidos.
El diario estatal de la República Popular de China, el Global Times, advirtió que Ai Weiwei había estado muy cerca de cruzar "la línea roja" de la ley China y que tendría que pagar el precio de su disenso. También mencionó que la falta de Ai fue el no completar debidamente el procedimiento necesario para poder volar de Hong Kong a Taiwan, donde lo esperaban directivos del Museo de Bellas Artes de Taipei. De acuerdo a la ley, los ciudadanos chinos necesitan un permiso especial para visitar la isla. Estas declaraciones contradicen el primer argumento que esbozó el gobierno tras su detención y mantienen en vilo y confusión a sus familiares, amigos y admiradores.
Al parecer la acusación por delito fiscal es recurso común del gobierno chino para encarcelar a aquellos que se han atrevido a retarle. El epíteto les ha parecido conveniente para evitar referentes políticos. Muchos disidentes activistas y abogados de derechos humanos han sido acusados de forma similar en el pasado, como señala el diario El Mundo. Familiares de Ai Weiwei no dudan que intenten fabricarle un caso por evasión de impuestos o algo semejante.
La incisiva lucidez conceptual de los trabajos de Ai Weiwei lo han situado en una privilegiada posición de visibilidad ante la comunidad internacional. Amparándose en su personalidad pública ha comprometido su seguridad durante los últimos años al sistemáticamente criticar y exponer la falta de libertades en el país.
Su activismo contestatario le ha provocado censura gubernamental. En el 2008 le borraron un blog que había creado para contabilizar y difundir los nombres de los niños que murieron en el terremoto de Sichuan. Ai Weiwei fue muy crítico del manejo del Estado ante el sismo y se lanzó a llevar acabo su propia investigación. Según algunos, muchos de los niños murieron sepultados en escuelas que estaban mal construidas por trambos de corrupción. Desde entonces la represión se hizo más cruda. En el 2009 fue golpeado por la policía china hasta necesitar cirugía craneal. En enero del 2010 le demolieron su estudio en Shanghái; en febrero le cancelaron su primera gran exposición en Pekín, y en diciembre las autoridades le prohibieron viajar al extranjero y fue puesto bajo arresto domiciliario. Una semana antes de ser detenido, policías irrumpieron en su estudio 3 veces, interrogaron a sus asistentes y se llevaron computadoras y documentos.
Su valentía para enfrentar públicamente al estado mono-partidista y apoyar a la disidencia le ha ganado la simpatía y el respaldo, la admiración y el respeto de millares de personas dentro y fuera de la república. Desde su secuestro, diversos sectores de esta amplia comunidad de seguidores han estado llevando acabo campañas masivas, vía internet, exigiendo su liberación. La difusión por las redes sociales como Facebook, Twitter y sus equivalentes chinos ha sido crucial.
Hasta el momento 71,313 personas de 174 países han adherido sus firmas a una carta dirigida al Ministro de Cultura, el señor Cai Wu, e iniciada y circulada por diversas instituciones artísticas de renombre a nível internacional. Más de ocho mil personas han firmado la carta en las últimas siete horas. La lista de subscriptores está encabezada por la firma de Richard Armstrong, director del Museo y Fundación Solomon R. Guggenheim. Le siguieron las firmas de Glenn Lowry, director del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), Sir Nicholas Serota, director del Tate y Chris Dercon, director del Tate Modern donde yace la obra Sunflower Seeds del artista incautado.
Un ‘twitition’ titulado Free Ai Weiwei fue lanzado por las redes chinas la semana pasada pero hasta el momento sólo ha logrado recoger 2,485 firmas debido a las fuertes medidas de bloqueo y censura. Por Weibo, la versión china de Twitter, se han proliferado los mensajes en clave puesto que las autoridades han sido diligentes en borrar toda referencia al artista. Hasta hace poco utilizaban el alusivo "ai weilai" que significa “ama el futuro”, pero ya los censores se han dado cuenta.
Por otra parte, según informó el periódico digital Publico.es, alrededor de 300 artistas e intelectuales de distintas partes del mundo han publicado una carta abierta titulada Nuestros temores por el destino de Ai WeiWei, donde exigen su liberación inmediata y exhortan a todos los gobiernos a ejercer presión sobre China para que trate a sus ciudadanos con respeto, justicia ¨básica¨ y humanidad. La carta también hace mención de Liu Xiaobo quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en el 2010 mientras se hallaba preso. En el 2009 Xiaobo fue inculpado por ser el principal redactor de la Carta 08 donde se esbozaban una serie de reformas entendidas como necesarias para la democratización de la República China. Al premio Nobel le quedan 10 años de cárcel, y muchos temen que a Ai Weiwei le espere una situación similar.
Desde que fue anunciada la premiación de Liu Xiaobo las autoridades chinas parecen haber entrado en una especie de paranoia que se ha recrudecido desde febrero ante los llamados anónimos –vía Internet– a emular las revueltas de los países islámicos. La incitación a una posible "revolución del jazmín" ha provocado el refuerzo de las medidas represivas contra los disidentes.
En los últimos meses han sido víctimas de acoso, detenidos o desaparecidos sobre 200 opositores del régimen. Entre ellos numerosos abogados, escritores, artistas, periodistas, blogueros y activistas. El 7 de abril el noticiero digital Acento.com hizo mención de algunos como los abogados Teng Biao, Jiang Tianyong y los activistas Liu Dejun, Gu Chuan o Li Tiantian. “La abogada Ni Yulan, confinada en una silla de ruedas después de sufrir una brutal paliza policial, y su marido, Dong Jiqin, fueron detenidos hoy; y la esposa del nobel de la Paz Liu Xiaobo, la fotógrafa Liu Xia, sigue en arresto domiciliario desde octubre. En cuanto a otros candidatos al Nobel, el abogado de derechos humanos Gao Zhisheng se encuentra desaparecido desde hace un año, mientras que el letrado ciego Chen Guangcheng y su familia fueron golpeados tras denunciar el arresto domiciliario que sufre a pesar de haber cumplido su condena en septiembre, informan las ONG. Además, Zhao Lianhai, el portavoz de las familias de los niños envenenados con la leche adulterada con melanina, desapareció ayer tras pedir por Internet la liberación de Ai, y las autoridades han prohibido al poeta de las revueltas de Tiananmen, Liao Yiwu, abandonar el país asiático para promocionar su último libro”, reza el boletín. Una ofensiva represiva de este tipo no se vive en el país desde hace 10 años.
La Unión Europea y los gobiernos de Alemania, Francia, el Reino Unido, Estados Unidos y Taiwán han sido muy enfáticos en denunciar las detenciones arbitrarias y exigiéndole al gobierno chino el respeto de los estándares internacionales sobre los derechos humanos. El gobierno chino a su vez denominó a los gobiernos occidentales como hipócritas y advirtió que no tienen derecho a intervenir en los asuntos internos del país. Según trascendió en el periódico inglés The Guardian, poco después publicaron un informe donde atacan el fracaso americano ante el atropello de los derechos humanos en Iraq y Afghanistán.
Durante las próximas semanas China podría estar enfrentándose a un serio problema de diplomacia. Mientras va cogiendo velocidad la circulación de peticiones exigiendo la libertad de Ai Weiwei se van sumando, medios de comunicación, instituciones y gobiernos al llamado, aumentando a su vez la presión para los administradores del coloso oriental. Cada hora que pasa aumenta por más de mil suscritos la lista de firmas en la carta adherida a la plataforma Change.org. A pesar de la censura los seguidores chinos de Ai siguen encontrando formas de esquivarla para mantenerse informados y denunciar la desaparición del "amor por el futuro". La gran muralla de la censura china puede que evite revueltas internas comparables a las del mundo árabe, pero no puede suprimir del todo el flujo informático y mucho menos la escalada indignación internacional.
El documental Ai Weiwei: Never Sorry producido por Alison Klayman será pronto completado y publicado.