“La plena no es reciente,
viene de antaño,
tampoco es de diciembre,
si yo la toco todito el año…”,
Los Pleneros de la Cresta
Quizás este año usted, amiga o amigo que nos lee, escuchó en todos lados ese corito de plena que pusimos arriba.
¿Y qué tal el otro que dice “Mucho gusto soy de la isla…”? ¿Ese lo ha escuchado? Es que, seguramente, si en 2015 usted frecuentó sitios donde los estudiantes universitarios se reúnen, debe serle familiar ese corito o cualquier otro de los Pleneros de la Cresta, unos chamacos de bachillerato que a fuerza de una instrumentación basada solo en panderos y güiro, se han quedado con el canto.
Resulta que estos muchachos se han colado en todo, y no hablamos necesariamente de plena. Ahí estuvieron en una presentación junto a Luis Díaz, el veterano MC de hip hop. También tocaron junto a Mijo de la Palma, un grupo de rock folk acústico. Se subieron a la tarima del Teatro de la Universidad de Puerto Rico y formaron parte del disco del documental El Antillano, que incluye canciones en rocanrol, en nueva trova, hasta en reguetón. En fin, que su plena se fue de tú a tú con medio mundo de la escena musical joven de Borinquen. Pudiese decirse, incluso, que el éxito en 2015 de los Pleneros de la Cresta es la punta de lanza de los nuevos aires de desarrollo que tiene la plena en jóvenes menores de los 30 años de edad, algo que busca analizar este reportajito. Perdonen la redundancia, pero sucede que ahora mismo la juventud anda en la plena, y pues, la plena anda en la juventud.
Los Pleneros de la Cresta: De Ciales, Edwin Avilés y los hermanos Joseph, Joshua y Jeyluix Ocasio. De Vega Baja, Emil Martínez. El tema: Mucho gusto, soy de la isla (Crédito: Mi Spot)
“Yo no digo que es que nosotros hemos tenido éxito, pero sí siento que ha crecido la cuestión con respecto a la juventud. Veo mucho movimiento. Me toma por sorpresa porque pensaba que no habían tantos jóvenes pleneros. Ahora voy por donde quiera y veo nenes y nenas de 10 años o menos. Es algo que hace sentir bien a uno”, expresó Emil Martínez, cantante principal de los Pleneros de la Cresta, en conversación con Diálogo.
De inmediato, a Emil se le inunda la mente con la cantidad de nuevos exponentes de su generación y aun más jóvenes. Recordó, por ejemplo, “unos chamaquitos como de diez años de edad, de Cidra, que se llaman Los Bravucos, y que trabajan muy bien la ejecución de panderos y también el canto”.
“Ahí vi un chamaquito en el requinto que era un fenómeno”, dice con júbilo el plenero de 22 años de edad.
“Conocí además a unos muchachos que se llaman La Zafra. Son cinco chamacos que zumban más que con panderos y güiros también. Todo su repertorio es original y están puestos para ir a grabar, como hicimos nosotros. Está bien ‘heavy’ que esté pasando esto ahora. Para mí realmente se me hace importante que haya gente joven que se esté motivando también a grabar”, agregó Emil.
Por cosas del destino, la acogida que ha tenido su disco ‘Mucho gusto, soy de la isla’ posiciona a los Pleneros de la Cresta en el liderazgo de esta nueva ola de plena joven. De más está decir que el disco cuenta con un aura solemne de veteranía y con calidad de sobra: fue producido por esa institución musical conocida como Viento de Agua, que lideran Ricardo Pons y Tito Matos, con la excepcional asesoría del profesor David González.
Claro está, el empuje de Emil se entiende mejor cuando se mira a su crianza musical. De entrada, todos sus compañeros de banda se criaron adeptos a la música autóctona. Entonces, está en su núcleo familiar. No tan solo su papá, Llonsi Martínez, es un veterano plenero con campañas en grupos como los Sapos del Caño y Viento de Agua, sino que cuenta con el ejemplo de su hermano, Leró Martínez, a quien pudiésemos llamar su “coach” de tercera base y una de las principales influencias en su desarrollo. Leró nos explicó cómo fue que por vez primera interactuó con la plena.
Valores pleneros inculcados desde pequeños
“A los 11 años y medio de edad estuve con mi familia en unas parrandas de los padres y madres de un equipo de pelota de Alturas de Vega Baja donde jugó mi hermanito (Emil) un tiempo, y yo, preadolescente, aún me aburría con frecuencia, y noté que allí mi papá y otros padres y madres del equipo estaban bailando cantando y tocando plena. Todos muy divertidos, y yo fui allá a divertirme también”, recordó Leró, quien también trabaja la bomba junto a los grupos Qualia y Bataclán.
“Hoy, 18 años más tarde, me sigo divirtiendo tocando plena, como dice Lalo Rodríguez en su plena Semillita de Cultura. Desde muy niño la he estado viendo y escuchando, pero empecé a tocar y a aprender desde ese día, mirando lo que hacía mi padre y tratando de imitarlo. Gracias a él soy lo que soy musicalmente. Siempre contestaba mis preguntas y dudas, y siempre me llevaba a sus plenas con sus hermanos pleneros que hoy son mis tíos”, puntualizó.
Aquí vemos a Leró Martínez en acción. (Crédito: Plena Brava)
En su plática con Diálogo, Leró, seis años mayor que Emil, viajó a través del tiempo: “En octavo grado en la escuela enfiebré a un corillo con la plena y tocamos par de veces y hasta practicábamos un poco en nuestros ratitos libres. ‘Pipo’ (José Reyes García), del grupo Terraplén, nos invitó a una fiestecita en la que la orquesta tocó y tres o cuatro de nosotros los acompañamos en tarima. ¡Yo hasta requintié un ratito!”.
“La reacción más común que yo he visto en la gente de mi generación es la de querer tocar, no tanto cantar ni bailar, lo más que veo es que quieren es tocar. La polifonía de la plena es muy agradable y atractiva y jala a la gente”, expresó el joven estudioso y obrero de la música del tambor de mano.
Juan ‘Gabylon’ Negrón, otro joven que durante los pasados años ha tomado la plena como su estilo de vida, recuerda que fue de adolescente cuando empezó a tomar en serio el arte plenero.
“Mis amigos siempre veían la plena como de parranda y vacilón, pero no como algo serio. Creo que con los que estaba en ese momento de mi generación andaban más pendiente a cuál disco de reggaetón iba a salir. Pero los que se interesaban se quedaban, es algo que está en nuestra sangre”, indicó el egresado de la UPR en Arecibo.
‘Gabylon’, quien se crió y vive en Morovis, recordó que “en el 2003, en la escuela superior formamos Los Pleneros de La Supe, y al buscar repertorio me topo con que muchos de los temas mencionan a una tal Elena, y mi madre se llama así. Eso también tuvo mucho que ver. Es ahí que conozco a Rafael Otero, padre de un compañero del grupo, que estaba bien involucrado con el movimiento de la plena a nivel nacional. Desde ese momento comencé a educarme y a indagar más sobre este ritmo”.
Este año, Gabylon y la Juntilla grabaron su primer video: ‘El Colao’:
El resurgir de los plenazos en el Siglo XXI
Emanuel Santana, quien es par de años mayor que los muchachos de la actual generación de pleneros, recuerda bien cómo fue que de repente la plena se arraigó en la juventud actual. De hecho, él vio y fue parte de un interesante desarrollo que se dio en esta primera década y media del Siglo XXI.
“Yo estaba en segundo año de universidad, cuando de repente veo en el Viejo San Juan a este chamaco tocando y cantando plena. Realmente, lo mío era vacilar, y cuando lo vi, pensé, ‘yo puedo hacer eso también’. Al otro día, fui a Plaza Carolina y me compré un set de panderos de esos de $35 pesos y rompí a colarme por ahí a tocar”, expresó Santana, de treinta y pocos años de edad, una de las figuras en ascenso del género de la plena, y miembro de agrupaciones como Los Tremendos, Plena Adentro, La Máquina Insular y Plena Libre.
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En la imagen, Emanuel Santana vacila durante un plenazo junto al señor Tito Matos, como parte de La Máquina Insular. (Archivo)
“Pero cuando empiezo a relacionarme con pleneros más serios me doy cuenta de lo profunda que es la cultura de la plena. Yo creo que algo que para mí fue bien importante fueron los plenazos callejeros, que era el resurgir de eventos de plena en la calle o en los negocios, algo que sé que se veía también antes. En este caso, y con respecto a lo que me tocó vivir, los plenazos empezaron a darse todos los meses en distintos sitios del área metropolitana y luego empezaron alrededor de la isla”, resaltó Santana, recordando que tanto Richard Martínez como Tito Matos fungieron como gestores de estos plenazos callejeros.
De hecho, existe un documental titulado Plenazos Callejeros, el cual usted puede alcanzar a ver pulsando aquí.
Santana entiende que, a la par con estos eventos denominados como plenazos, “explotaban nuevas formas de uno comunicarse y la información se regaba como pólvora”.
“Recuerdo que los mensajes de texto en masa era una forma de comunicarnos para cuadrar los plenazos. Entonces para ese tiempo aparece Facebook y todo lo que eso conllevaba. Yo vi la cosa ponerse bien seria. Cuando yo no estaba tocando, me ponía a pensar en la próxima vez que iba a tocar”, apuntó Santana.
Aquí vemos a Emanuel Santana durante un plenazo callejero. (Crédito: Plena Brava):
Y volvemos al corito de arriba. La plena no es solamente de diciembre.
“El que es plenero es plenero 24/7 y 365 días al año, no sólo en Navidad”, dijo por su parte Leró. “Sí, es cierto que en Navidad aumenta la contratación de grupos musicales de plena, y es por esto que alguna gente, que muchos ni siquiera son músicos y mucho menos son pleneros, deciden montar grupos en Navidad. La economía los lleva a hacer esto y pierden de perspectiva que generaciones y generaciones de puertorriqueños llevan luchando la vida entera para dar a respetar nuestros géneros autóctonos que han sido y aún en ciertos sectores son rechazados por raza, política y clase social. Esto molesta y mucho, pues le falta el respeto al país y su historia”, agregó.
Leró aludió a que hay que entender a cabalidad “aquel mensaje de Don Rafael Cepeda Atiles: ‘Cuando Puerto Rico entienda el valor de su folclor luchará con mucha fuerza para defender su honor’. Grande sería que cada puertorriqueña y puertorriqueño conociera su música y cultura y la tocara bien, cuando sea, donde sea”.
Necesario conservar el valor sociopolítico de la plena
La plena también significa historia y trabajo político. El joven veterano músico Jerry Ferrao, quien durante años ha trabajado la bomba, la plena y otros ritmos afrocaribeños, recordó el valor que la plena tuvo a la hora de protestar las injusticias sociales en el Puerto Rico del Siglo XX. Enfatizó en la necesidad de que esta música continúe teniendo esa presencia política a la hora de manifestarla.
“La plena sigue siendo importante en las luchas. Es un mecanismo que sirve para animar la masa. Sus mensajes y su ritmo, que es muy animado, ayuda que los obreros sigan motivados. Ahora bien, los pleneros de antes, muchos vivían en carne propia el hambre. Eso es muy distinto a los pleneros de hoy”, discernió Ferrao, quien durante su amplia trayectoria ha liderado distintos grupos de música autóctona, como los Relámpagos de la Plena y los bomberos Rebuleadores de San Juan.
Aquí vemos un ejemplo de la plena dentro de la lucha social. (Crédito: SubVERSIONES)
“El plenero de antes no tenía otra opción que tirarse a la calle. Al plenero de hoy hay que suplicarle que vaya y ayude a animar una protesta, no lo veo identificado con las luchas sociales o con el más mínimo compromiso con muchas de las causas. Y se debe a que vive, aún y como estamos viviendo, en condiciones más cómodas (que los pleneros de antes), por lo que no tiene mucha necesidad de luchar o solidarizarse con otras clases obreras o estudiantiles. Generalmente, el plenero de hoy participa en actividades que le den algún beneficio”, agregó Ferrao, haciendo hincapié en que “hablo y me refiero en términos generales. Esta es solo mi opinión”.
Para más sobre el aspecto sociopolítico de la plena, pulse aquí para ver el documental Plena is work, Plena is song, de Pedro A. Rivera y Susan Zeig.
No hay duda de que esa parte sociopolítica de la plena es importante a la hora de darle nuevos bríos a esta música de tradición. Ahora, no cabe duda de que hay un aire de gozo dentro de la juventud puertorriqueña con respecto a la plena, que ya se ha aceptado más allá de un ventetú navideño o una jarana de las Fiestas de la Calle San Sebastián. Claro, falta bastante por hacer.
“Aún hay gente que le extraña escuchar un pandero en verano, pero es por la falta de educación en la escuelas y en la sociedad como tal”, subrayó ‘Gabylón’.
Santana indicó que “aunque en general la plena ahora luce como algo ‘cool’, nos faltan muchas fronteras por rebasar”.
“Por ejemplo, la participación femenina tiene que aumentar en la plena. Creo que el contenido de lírica también debe mejorar. Siempre ha existido lo de vamos a hacer plena y hablar de algo, pero eso siempre ha quedado rezagado, aunque ahora está volviendo esto de la plena con un contenido menos aguado. Veo que mi generación, que tiene grupos como Los Tremendos y los Pleneros de Severo, tienen conciencia de eso, al igual que la generación de ahora con grupos como los muchachos de la Cresta y La Juntilla, entre otros”, manifestó Santana, quien casi siempre cuela contenido político en sus letras, especialmente cuando “me zumbo con los hermanos Pacheco, Angel y Luis ‘la Changa’”.
“También creo que hay que trabajar con el baile”, agregó Santana. “Yo lo he intentado, en cuanto a la cuestión del baile en pareja, mover eso. Vivimos en una colonia, y a todo lo que viene de afuera le dan una importancia increíble. Pero esto es lo que verdaderamente es lo nuestro, la música, la plena. Y hay que manejarlo con el entusiasmo que merece”, puntualizó.
Y en la juventud plenera sobra el entusiasmo. La música habla por sí sola, y si no que lo explique este otro corito de La Cresta que anda por YouTube. ¿Tú me entiendes?
Soy, plenero soy – Los Pleneros de la Cresta (Crédito: Plena Brava):